Después de haber estado vagando por las calles de New Haven durante horas, tratando de aceptar mi nueva realidad y asimilar las palabras de Frank, finalmente regresé a la casa en el número 384 de Whitney Ave. Necesitaba respuestas, y la única manera de obtenerlas era enfrentando la situación en la que me encontraba.
Frank estaba allí, y no había ni rastro del destrozo que mi empujón había causado. Seguramente lo habría recogido para que yo no tuviera que enfrentarme de nuevo con las consecuencias de mi lado más irracional.
Tomé asiento frente a él en el sofá desgastado, notando cómo el mullido cojín cedía bajo mi peso. Mi mente todavía estaba hecha un torbellino, pero había encontrado algo de calma durante el paseo de vuelta, lo suficiente como para decidir hablar de nuevo con Frank.
— Siento mucho haberte empujado así — comencé diciendo.
—Tayen, no tiene importancia, de verdad. Sólo necesitas adaptarte a tu nueva esencia. Todo va a ir bien — dijo Frank con cautela tratando de tranquilizarme.
Asentí, aunque mi estómago se retorcía con nerviosismo. Tenía tantas preguntas, tantas cosas que necesitaba entender. Frank sacó un teléfono móvil de prepago de una de las bolsas y me lo entregó.
— Yo no puedo quedarme mucho más tiempo.
Mis ojos se abrieron como platos.
— ¡Cómo! — exclamé — ¿Te marchas? ¿Vas a dejarme aquí?
Aquello debía ser una broma.
— Tengo que volver antes del último rito de la ceremonia de vinculación. No sería seguro que me quedase. Pedirán la bendición de todos los miembros de la manada y tengo que volver antes de que alguien note mi ausencia.
— ¿Y qué se supone que tengo que hacer yo?
— Puedes usar este teléfono para llamar a tu madre y a tu abuela. Ellas podrán explicártelo todo con calma.
Calma era precisamente lo que yo no tenía en aquel momento y debía ser bastante evidente, porque Frank colocó sus manos sobre mis rodillas ejerciendo un poco de presión e impidiendo que mis piernas siguieran moviéndose frenéticas.
— Tayen, respira — repitió mirándome a los ojos y me obligué a tomar aire y soltarlo con lentitud.
Luego me entregó un pequeño pedazo de papel con un número anotado.
— Este es el número al que debes llamar. No utilices vuestro antiguo teléfono ¿entendido?
Asentí.
— Tayen es importante — su mirada era seria, más seria de lo habitual.
— Sí, lo entiendo. Sólo usaré este número.
— Bien. He dejado comida en la nevera — dijo Frank levantándose y caminando por la vivienda mientras yo lo seguía completamente muda — Tus cosas están en la habitación del fondo. Hay dinero en efectivo en ese cajón de ahí y por la casa no tienes que preocuparte. Está todo pagado.
Asentí de nuevo para que supiera que lo había entendido.
— Me voy. Llama a tu madre y deja que se explique. ¿De acuerdo?
— De acuerdo.
Sin decir mucho más, Frank se marchó, dejándome sola en aquella casa con el teléfono en la mano.
Miré el dispositivo durante un rato, aturdida, sin saber cómo reaccionar, tratando de asimilar todo lo que acababa de pasar. Finalmente, armándome de valor, marqué el número. El teléfono sonó apenas una vez antes de que mi madre contestara.
ESTÁS LEYENDO
Tayen, la leyenda de las Lunas [Editando]
WerewolfCuenta la leyenda que cada mil años nace una luna tan fuerte y salvaje que ningún alfa puede controlarla. Una auténtica líder que amenaza las costumbres patriarcales que han imperado en nuestros clanes generación tras generación. Una luna destinada...