Connor y Marcus me ayudaron a caminar hasta el coche. A pesar de sus diferencias, en ese momento, habían trabajado juntos para salvarme, y yo les estaba enormemente agradecida.
La noche había sido larga y agotadora y sólo quería llegar a casa y descansar. Sin embargo, mientras nos dirigíamos de vuelta, no pude sacudirme la sensación de que estábamos siendo observados. Algo en el aire se sentía extraño, como una presencia oculta en la oscuridad del bosque. Decidí no mencionarlo, pensando que probablemente era sólo el residuo de mi viaje al mundo de los espíritus y el estrés de la situación.
Llegamos de vuelta a casa y, tras asegurarnos de que todo estaba en orden, Connor y Marcus se despidieron, prometiendo volver al día siguiente.
— Descansa, Tayen — dijo Connor — Necesitas recuperar tus fuerzas.
— Nos vemos mañana preciosa — añadió Marcus, sus ojos verdes brillando con una intensidad que dejaba claro que no me perdería de vista por mucho tiempo.
Asentí, agradecida por su apoyo y esperé a que cerraran la puerta de mi habitación antes de dejar escapar un suspiro de alivio. Estaba agotada, física y emocionalmente pero había una cosa más que necesitaba hacer antes de descansar. Cogí papel y lápiz del escritorio y traté de transcribir de memoria las palabras exactas que mis antepasadas habían respondido a mis preguntas. Cuando me di por satisfecha dejé el papel sobre la mesa, volví a la cama y cerré los ojos, dejándome llevar por el sueño que rápidamente me envolvió.
A la mañana siguiente, el sol entraba tímidamente por las ventanas cuando desperté. Me estiré y bostecé, sintiendo aún el peso de la noche anterior en mis músculos. Sin embargo, algo más me inquietaba. Un pensamiento que se había quedado en el fondo de mi mente. La sensación de ser observada no había desaparecido y mis sueños esa noche habían sido vívidos y perturbadores.
Decidí no ignorarlo más y me levanté, preparándome rápidamente antes de bajar las escaleras y dirigirme a la cocina. Mi madre y mi abuela ya estaban allí, preparando el desayuno.
— Buenos días, cariño — dijo mi madre con una sonrisa — ¿Cómo te sientes?
— Mejor, gracias — respondí, tomando asiento en la mesa.
Mi madre y mi abuela me abrazaron con fuerza y luego ambas se sentaron a mi lado.
La marca en mi pecho fue el primer tema de conversación. Nunca la habían visto.
— ¿Pueden haberme dado una marca de manada?
— Eso parece — dijo mi abuela acercándose un poco más para examinar el dibujo en mi piel.
— ¿Por qué harían algo así? — pregunté asustada — Es como ponerme una diana en el pecho.
— Tal vez fuera la única manera que tenían de dejar su impronta en tí — respondió mi abuela pasando sus dedos sobre la marca — ¿Sentiste algo?
— Como si un rayo me atravesara — contesté.
— Creo que la última marca de manada que se creó fue la del gran jefe, tras la unificación — dijo mi abuela aún pensativa — Tal vez tenga algún significado. No estoy segura...
— ¿Cómo que se acerca otra gran guerra? — el pánico comenzaba a apoderarse de mi voz.
Mi madre lo notó, así que trato de desviar la conversación con voz calmada.
— No adelantemos acontecimientos ¿Pudiste hablar con ellas, hija? ¿Te dijeron algo más? — preguntó mi madre.
Tomé aire tratando de tranquilizarme y me encogí ligeramente de hombros.
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Tayen, la leyenda de las Lunas [Editando]
WerewolfCuenta la leyenda que cada mil años nace una luna tan fuerte y salvaje que ningún alfa puede controlarla. Una auténtica líder que amenaza las costumbres patriarcales que han imperado en nuestros clanes generación tras generación. Una luna destinada...