Capítulo 31

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El día transcurrió con una extraña mezcla de calma y tensión. Nos acomodaron en habitaciones elegantes, decoradas con lujosos muebles y tapices que contaban historias de antiguas batallas y victorias. Sin embargo, la opulencia no lograba disipar la sensación de inquietud que se había instalado en mi pecho desde nuestra reunión con Malcom.

Después de acomodarnos, decidí dar un paseo por los jardines del complejo. Necesitaba aire fresco y un momento a solas para ordenar mis pensamientos. Caminé por los senderos bien cuidados, observando las plantas y los árboles que bordeaban el camino. El cielo se había despejado y la tarde estaba tranquila, pero en el aire flotaba una tensión palpable, como si el mismo entorno estuviera en guardia.

Marcus y Connor me alcanzaron poco después, caminando en silencio a mi lado. Marcus no podía ocultar su incomodidad, sus ojos escudriñando cada sombra y rincón. Connor, en cambio, intentaba mostrarse relajado, pero yo conocía sus gestos lo suficiente para saber que también estaba alerta.

— ¿Qué piensas hacer ahora? — pregunté, rompiendo el silencio.

Connor suspiró, mirando el horizonte.

— Si podemos contar con el apoyo de mi padre, será más fácil convencer a la manada de Ulfric y a los pinreu de que no somos una amenaza.

—¿Y qué pasa si no podemos confiar en él? —replicó Marcus con voz grave.

Connor no respondió de inmediato. Se detuvo y se volvió hacia nosotros, con una expresión seria.

— Si no podemos confiar en él, nos enfrentaremos a una situación muy peligrosa. Pero no tenemos muchas opciones. Necesitamos su influencia para evitar que esto desencadene en una guerra entre manadas.

Asentí, comprendiendo la gravedad de la situación.

— Debemos estar preparados para cualquier cosa.

La cena de esa noche se llevó a cabo en el gran comedor, una sala que parecía salida de un castillo medieval, con largas mesas de madera maciza y candelabros que arrojaban una luz cálida sobre la estancia. Malcom había organizado una gran cena para celebrar nuestra ceremonia de vinculación, y empezaban a llegar emisarios y líderes de las grandes manadas. Cada uno venía acompañado de varios guerreros, lo que aumentaba mi sensación de incomodidad.

El ambiente en la sala era extraño. Los líderes intercambiaban saludos formales y conversaban en voz baja, pero sus guerreros se mantenían alerta, como si esperaran que algo sucediera en cualquier momento. Sentí un mal presagio, una sensación que se intensificaba con cada minuto que pasaba.

Durante la cena, Malcom se mostró cortés y afable, preguntando sobre nuestro viaje y mostrando un interés genuino en nuestras historias. Sin embargo, había algo en su mirada que me hacía sentir incómoda, algo que no podía descifrar. Sus ojos se posaban en mí con una intensidad que me hacía estremecer.

En un momento de la noche, me excusé para ir al baño. Mientras caminaba por el pasillo, sentí una presencia detrás de mí. Me volví rápidamente, pero no vi a nadie. Aceleré el paso, mi corazón latía con tanta fuerza que pensé que se me saldría del pecho.

De repente, una visión se apoderó de mi mente. Era como un sueño, pero más vívido. Veía a mis antepasadas, las Lunas Alfa, rodeadas de sombras y susurros de advertencia. Sus rostros eran serios, sus miradas llenas de preocupación. "Cuidado con la traición", susurraban, "cuidado con aquellos que ocultan sus verdaderas intenciones". La visión se desvaneció tan rápido como había aparecido, dejándome con una sensación de alarma.

Al regresar al comedor, noté que Marcus y Connor estaban en una conversación tensa con uno de los consejeros de Malcom. Me acerqué discretamente y escuché fragmentos de la discusión.

Tayen, la leyenda de las Lunas [Editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora