Capítulo 29

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El sonido de los pájaros cantando y la brisa suave que movía las cortinas fue lo que me despertó aquella mañana. Me levanté de la cama, estirándome perezosamente antes de dirigirme a la cocina para preparar algo de desayuno. Connor y Marcus aún dormían, y agradecía un momento de paz y tranquilidad para ordenar mis pensamientos.

Desde la noche en la discoteca, las cosas habían estado tensas entre nosotros. No era solo la atracción intensa y salvaje que sentía por Marcus, sino también la sombra constante de peligro que nos acechaba. Mientras preparaba café, no pude evitar recordar la intensidad de esa noche, y mis mejillas se colorearon en cuestión de segundos.

El sonido de un par de golpes fuertes en la puerta me sacó de mis pensamientos. Fruncí el ceño, preguntándome quién podría ser tan temprano. Al abrir la puerta, me encontré con dos lobos que reconocí de la discoteca. Uno de ellos era el guardián alto y rubio que había intentado bailar conmigo. Su expresión no prometía nada bueno.

— ¿Os puedo ayudar? — pregunté, tratando de mantener la calma aunque mi corazón latía con fuerza.

El guardián dio un paso adelante, sus ojos oscuros fijos en los míos.

— Creo que no nos presentaron correctamente la otra noche. Mi nombre es Alec Brown, guardián de la manada de Ulfric — dijo con arrogancia mientras inspeccionaba con la mirada el salón — Y según nuestras leyes todo forastero debe presentar sus respetos a la manada que gobierna el territorio — se volvió hacia mí con un brillo peligroso en los ojos, como si deseara poseerme — Veo que os habéis instalado pero se os debe haber olvidado pasar a cumplir con la ley.

Antes de que pudiera responder, Marcus apareció detrás de mí, sus ojos brillando con intensidad, desafiantes.

— No respondo ante ninguna manada — espetó, cruzándose de brazos — Nosotros no tenemos que presentarle respetos a nadie.

El guardián sonrió, pero no era una sonrisa amigable. Había algo en su mirada que me ponía nerviosa, una oscuridad que no podía ignorar.

— Eso no es algo que puedas decidir, lobo solitario — replicó el guardián — Especialmente cuando traes a una luna sin marcar a nuestro territorio. ¿Nos has oído el decreto del gran jefe alfa? Nuestra población decae así que las hembras — sus ojos lascivos se posaron de nuevo sobre mí — están muy codiciadas.

Sentí un nudo formarse en mi estómago. El guardián seguía mirándome de una manera que me hacía sentir incómoda, como si pudiera devorarme con los ojos.

En ese momento, Connor apareció, su expresión era seria y meditada, como si analizase a sus oponentes.

— Creo que yo tampoco he tenido el placer de que nos presenten — dijo con voz firme y autoritaria — Connor Howard. Parece que ya conocéis a mi padre.

Los lobos se tensaron mirándose entre ellos, evaluando la situación. Sabía que estaban estudiando a Connor, sopesando sus próximas palabras. Finalmente el rubio volvió a hablar.

— Un miembro de nuestra manada desapareció hace poco — dijo con voz dura.

Sentí un escalofrío recorrer mi espalda.

— ¿Hay algo de lo que nos estéis acusando? — respondió Connor fríamente.

Alec parecía cada vez más alterado.

— Es curioso que haya ocurrido justo cuando vosotros habéis aparecido por aquí.

— Una desagradable coincidencia — la voz de Connor se mantenía impasible.

Marcus dio un paso adelante para terminar con aquella inquisición pero Connor le puso una mano en el pecho parándolo antes de que cometiera una imprudencia. El moreno apretó los puños y tensó la mandíbula, pero se contuvo.

Tayen, la leyenda de las Lunas [Editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora