8) No debió ser.

4 1 0
                                    

Sentí una intensa mirada en mí, así que la busqué y es nada más y nada menos que.. Michael. Él está sentado donde estaba yo anteriormente, mirando cada unos de mis movimientos con mucha atención.

Se que esta mal, que me gusta otra persona; sin embargo, al verlo mirarme tan intensamente me dio para mover mi cuerpo de manera provocativa y él, al verlo se echó a reír cuando le hice seña de que se acerque y lo hizo si, pero después que se bebió el chin de margarita que había dejado y se acercó a pasos lentos.

—Eres la primera mujer que veo bailar las canciones de diferentes maneras, pero que de alguna retorcida razón se ve sexy —negó divertido mientras me abraza por la cintura.

—Es mi especialidad —me mordí mi labio inferior.

Él no dijo nada ni yo tampoco, y se que esto está mal porque no me gusta; no obstante, quiero compensarlo, pero no sé de qué manera. Él no perdió la oportunidad de mirar mis labios como siempre mientras su mirada se oscurece y se me prendió el bombillo.

—¿Quieres bailar conmigo? —no lo dejé responderme y lo arrastre a bailar.

El baile comenzó inocente, pero al tener nuestros cuerpos tan pegados y sus manos acariciando mi cuerpo, lo hice parar, me baje la falda y él me dio una tingolita en la frente, de manera tierna.

—Eres todo lo que está bien —me dio una sonrisa, mirando mis ojos.

—Besame —mi petición lo tomó por sorpresa porque sus ojos se abrieron y sus pupilas se achicaron.

—No puedo hacer eso —soltó rápidamente y sonrió con amargura.

—Pero ves mis labios cada que tienes oportunidad —replique.

—Si, pero prefiero verlo que probarlos, al igual que tú cuerpo —explicó y no lo entiendo, nunca lo haré.

—Solo quiero darte algo que siempre has anhelo, aunque no podamos ser nada —lo mire fijamente.

—Se que me será difícil si te beso, créeme y lo menos que quiero es interrumpir en tu vida —se alejó un paso de mí.

—Que te cuesta aprovechar mi momento de vulnerabilidad, total, mañana no recordaré nada y se que me seguiré sintiendo mal porque sin proponérmelo hice que te enamores de mi —baje mi mirada y él me atrajo a su cuerpo. Huele riquísimo.

—No tienes porque sentirte mal..

—Aún así quiero que me beses —interrumpí su discurso y busque su mirada. Él trago en seco—, Se que quieres besarme y es lo menos que puedo hacer por tí, porque ni sé cómo te enamoraste de mi ni porque.

—Si te vieras desde mis ojos, dónde verte leer, bailar alocadamente y muchas cosas más, te darías cuenta porque lo hice, y si, se que estoy jodido, pero no por eso..

Lo callé con un beso, quiero hacerlo y se que él también, lo se porque me lo correspondió. Él me pegó más a su cuerpo, por mi cintura y yo llevé mis manos a su rostro para profundizarlo y,  ¡Rayos! sabe bien, no entiendo porqué lo prohibido tiene que saber tan bien.

Se que no debí de romper su petición, pero no iba a vivir en paz, no me gusta decirle que no a un chico y tener que hacerlo con él me pone en deuda, además es un beso correspondido por ambos lados porque él no me ha apartado.

Él succionó mi labio inferior de manera lenta y siguió así hasta que el aire comenzó a pasarnos factura y nos separamos, por lo que fue el momento de él mirarme entre sorprendido e incrédulo.

—Me siento estafado, aunque no voy negar que me iba arrepentir de no haberlos probado; gracias, Yarida —besó mi frente y me abrazó más a su cuerpo.

—Te sigo odiando, ese beso no cambió nada —refunfuñé y él se echó a reír.

—Esta bien para mí, puedo vivir con eso.. —aseguró.

Volvió a besarme, y este si es un beso más apasionante y posesivo, y si, me duele mucho porque me gusta otra persona, pero, aún no estamos justos, así que no vale como traición. Él lo rompió y se quedó a mirarme fijamente.

—Eres perfecta para mí en todos los sentidos, lástima que esto debe de ser así —suspiró y acarició mis labios; mis ojos comenzaron a picar—. Nos vemos en un futuro, Yiyi —sonrió débil y sentí un nudo en mi garganta.

—Micha..

—Es tiempo de irnos, están pasadas de bebidas y de horas —tomó mi mano y comenzó a caminar.

No replique y me dejé arrastrar por él y él me dejó en la parte de atrás de el Jeep y fue por su hermana y Dea. Después de un rato, llegó con ella en brazos, la subió y está no perdió la oportunidad de hablar y decir cosas incoherentes que me hizo reír, Dea también está grave y gracias a Dios él chico del bar la trajo.

El comenzó a conducir y nosotras a cantar y a decir lo primero que viene a la boca de uno. Somos tres locas borrachas, sin saber de nosotras mismas.

—¡Micha, Micha! —Miriam llamó a su hermano y éste la miró cansado.

—Dime, Miriam —respiró.

—¿Que le dijo un bombillo a otro bombillo? —lo miró intrigada y éste suspiró, pidiéndole paciencia al dios que mi madre siempre adora, creo que fue a ese.

—¿Que le dijo? —dobló una esquina.

—¡Le dijo..! —se quedó callada un momento, como recordando que le dijo—, No se que le dijo Micha, no se —puso cara de querer llorar.

—¿Si no sabes porque haces ese tipo de cosas? —la miró, aburrido.

—¡No se qué le dijo! —comenzó a lloriquear. Eso me causa gracia y empecé a reírme como loca.

—¡Le dijo, pegate que yo te prendo! —solté entre risa y eso le causó gracia.

—¡Cierto, le dijo eso!

Nos reímos como locas por cosas que ni entendemos y yo no sé si eso fue lo que le dije el bombillo al otro bombillo, pero me reí. Dea está durmiendo plácidamente a mi lado y Michael va harto de nuestro comportamiento.

—¡Una sonrisita Micha, una sonrisita! —comencé a canturrear y su hermana se me unió.

—¡Una sonrisita, Michael, una sonrisita!—hizo un bailecito y yo también. Parecemos drogadas, pero no lo estamos.

—No vuelvo a salir con ustedes —se desordenó su cabello con una de sus manos, en señal de frustración.

—¡Una sonrisi..! —me calló poniendo una de sus manos en mi boca, ¿Como lo hizo? No lo se, parece de goma.

—Ninguna sonrisa.

Nos quejamos como niñas chiquitas hasta que accedió rendido y nos dió una de sus sonrisas perversas, así le llamo porque son peligrosas, pero a él le quedan bien. Después de eso Miriam cayó rendida, así que me callé y me dispuse a mirar al frente, con cada una de ellas dormidas en mis hombros hasta llegar a su casa.

No iré a la mía en este estado, asi que deje que él nos lleve a su casa.

Cuando entramos, subimos, o más bien, él subió una a una hasta la habitación de Miriam porque ellas dos están durmiendo y yo no puedo mantenerme bien en pie.

—Buenas noches —comenzó a salir de la habitación, pero se lo impedí.

—Ayúdame a cambiarme —lo mire avergonzada, pero es que no podré hacerlo sola. Él suspiró, agotado y asintió.

—Me deben una bien grande por esto —refunfuñó mientras se acerca a mí para ayudarme.

DESDE LA LEJANÍA. (Completa).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora