Mire mis ojos levemente hinchados, hice una mueca y procedí a lavarme la cara para arreglarme porque si mal no estoy, él pasará por mí en unos quince minutos y eso que es bastante puntual.
Me cepille los dientes, me di un baño rápido y me cambie; me puse un vestido largo hasta las batatas, de esos que no son ajustado, pero tampoco tan sueltos y es de color amarillo y de mangas cortas; me puse unas zapatillas bajitas negras y deje mi pelo suelto como Dios lo trajo al mundo y terminando yo de arreglarme sonó el timbre de la puerta.
Rápidamente tome mi biblia, mi teléfono y salí de mi habitación.
—¡Madre me voy! —vocee desde las escaleras y ella salió de la cocina.
—Deja la bulla que los niños aún duermen —me reprendió y me extendió una bolsa de esas que son de ciper con unos sándwiches, una manzana partida en dos y dos jugos—. Para el camino —me dio una sonrisa.
—Gracias, mah —bese su frente y salí, pero tuve que parar en seco si no quería llevarmelo con to'o.
—Wow, despacio —me dio una sonrisa divertida que le correspondí.
—Vamos, estamos tarde —me puse de puntillas y bese su mejilla.
—Vamos —tomó mi mano—. Nos vemos, suegra —le dijo adiós por arriba de mí y escuche a mi madre decirle que me cuide bien.
Rápidamente nos subimos a un auto blanco, diferente al negro suyo y me extrañó, pero no dije nada y me acomode en el asiento del copiloto mientras él arranca hacía Dios sabe donde.
Cuando salimos de mi vecindario, por así decirlo, me dispuse a ver por la ventana y no porque no quiero hablar con él, sino que si vamos para donde alguien que es importante para él, entonces me aprenderé el recorrido, por alguna emergencia.
Se adentro en el centro de la cuida mientras canta una canción cristiana que suena en la radio, por lo que lo mire y deje de ver por la ventana para ponerle atención, adiós plan de aprenderse el camino y ven plan de verlo cantar.
Y es que, ¡Dios! Su voz es adictiva, ni ronca ni suave es como termino medio y al estar cantando suena bien. Él se dio cuenta de mi mirada y me miró por unos escasos segundos para sonreírme mientras sigue cantando.
—Cantas fatal —dijo volviendo mi atención a la carretera.
—Hablar mentiras es pecado —canturreo. Solté una risita.
—Y ser altanero también —contra ataque.
—Yo no soy altanero, ¿O si? —me miró con su entrecejo arrugado y yo me mordí mis labios para no reírme.
—No, no lo eres —termine riéndome y él asintió mientras vuelve al frente.
—Me asustaste, ya le iba a pedir a Dios que quitará toda altanería de mí —me dijo en tono serio, pero se que se esta burlando de mí.
—Deberías hacerlo —rode los ojos divertida—, Quizás si lo seas después de todo —él bufó.
Cuando volví a mirar por la ventana vi que estamos entrando a una clínica, por lo que rápidamente lleve mi mirada a él, confundida, al momento que él estaciona el vehículo.
Una vez terminó me miró.
—Es aquí —me dio una sonrisa tierna. Parpadee.
—¿Esta enferma? —curiosee. El asintió.
—Algo así —su rostro se entristeció y me arrepentí por hacer la pregunta.
—¿Que esperas para bajar? —cambie el tema. Abrí la puerta del vehículo para bajar.
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DESDE LA LEJANÍA. (Completa).
Teen Fiction¿Brechadora? No. ¿Chismosa? No. ¿Metiche? Bueno.. no. No lo soy. ¿Acosadora? ¡JAMÁS! Solo soy una chica... ¿Observadora? Si, eso, observadora.