44) Cabaña.

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A la cinco de la mañana ya voy saliendo rumbo a la casa de mis amigas, ya me he despedido de mi familia y todo.

Entre al vecindario de ellas y las vi salir de la misma casa, de la de Miriam, y es entendible, conocen el sonido de mi vehículo. Pero ellas no están solas, la madre de Miriam se acercó al jeep también.

—Buenos días, señora Mary —le di una sonrisa mientras las demás suben sus maletas.

—Buenos días, Yarida —me correspondió la sonrisa—. Espero se la pasen bien.

—Descuide que así será —alcé mi pulgar en señal de aprobación y ella rió.

—Sin duda —se fue a despedirse de esas dos y después volvió adentro.

—¿Listas? —pregunté mirándolas por el espejo retrovisor.

—Más que listas —afirmó Deborah con una sonrisa feliz.

—Ok..

Arranque y puse musica a lo que me dirijo hacía el supermercado a comprar la comida que comeremos mientras estemos allá, ya que es un lugar retirado de la ciudad, por lo que un delivere no llegará solo por una entrega.

Cuando terminamos pusimos las fundas en el vehículos y comenzamos el recorrido otra vez.

Ya la hora va avanzando, son la siete de la mañana y aun falta parte del viaje. Fantástico.

Seguimos carretereando y no hay casi vehículos transcurriendo por la calle, normal, siempre es así por aquí. Mire levemente hacía arriba y vi como los árboles se hacen más frondosos y se van uniendo en el camino, tapando la luz del día.

Mire a mis amigas y las dos miran por las ventanas con intriga y curiosidad.

—Este camino bien puede ser el lugar perfecto para firmar una película de terror: solitario, oscuro y perdible —comentó Miriam y Deborah se asustó.

—¿Crees eso Yarida? —me preguntó asustada.

—Bueno, si han firmado varias de terror, y son muy buenas, tanto que las personas dicen sentir algo sobrenatural aquí —respondí. Ella me miró con los ojos muy abiertos—, Obviamente eso es mentira, nunca sentí nada sobre natu..

—¡Cuidado! —gritaron al mismo tiempo que hago una maniobra para frenar y no atropellar el ciervo que pasó bastante rápido frente a nosotras, casi nos matamos.

—Eso estuvo cerca —suspiré de alivio.

Me apie aunque las chicas no quisieron y mire por donde se fue y por donde salió, muy extraño y más con el frío repentino. Subí y con mis manos temblorosas por la adrenalina anterior, retomé mi camino mientras mis amigas estan sumidas en sus mundos.

Mientras más avanzó los árboles se van dispersando al igual que cuando entramos en la calle y entonces comencé a ver las cabañas cercanas y las casas un poco retiradas una de las otras.

Doble por una curva para subir al alto y visualizar la cabaña, es la más grande de este pueblito y la que esta más alejada y alta.

Cuando llegamos vimos al cuidador sentado en la mecedora de la galería y al vernos nos sonrió y yo mire a mi alrededor, árboles y más árboles con un lago bastante cerca y hermoso.

Sonreí y me acerque a él.

—Buenos días, Diego —le saludé.

—Buenos días, señoritas —me extendió la llave—. Vendre por ella el domingo al mediodía, ¿Esta bien?

—Oh si, esta super bien —la tomé—. Vamos chicas —las mire y procedí a caminar.

Diego se fue, es un señor mayor y vive un poco retirado de la cabaña, pero muy cerca por si necesitamos algo de urgencia, aunque no creo que eso sea necesario al recordar la caseta donde tienen todos tipo de cosa, por si queremos cazar o arreglar algo en la casa.

Entramos y de una un olor a limpio entro por mis fosas nasales, me tire en unos de los pequeños muebles de la sala, al conjunto de mis amiga,  a descansar antes de entrar las maletas y eso.

Es que el viaje fue cansoso y raro, aún lo del ciervo me retumba en la cabeza. Negué y fui por mis maletas, mis amigas igual, la entre en la que sera mi habitación y la deje en la pequeña cama.

Y si. La cabaña posee tres habitaciones, un baño para suplir las tres habitaciones, una cocina, una pequeña sala y una galería que da al lago.

Arregle mi ropa y fui por un baño, pero me sorprendió ver a Deborah esperando también.

—Vaya —sonreí.

La deje ahí esperando y fui a terminar de entrar las fundas de comidas y después de arreglarla en la cocina, puse un chocolate caliente.

Deborah me dijo que ya está libre el baño, por lo que deje a Miriam atender el chocolate y me fui a bañar. Lo hice rápido y con agua tibia, me puse ropa y salí.

—Ey —salude a mis amigas al momento que me senté en un sofa de los tres que hay frente a la mesa.

—Debemos de comer algo con sal, luego ya el chocolate —sugirió Miriam señalando la pizza que esta en la mesa.

—El chocolate será para la confesión —mandó Deborah feliz de la vida.

—Pero se va a enfriar —las mire.

—Se vuelve a calentar y ya —me miro con obviedad, Miriam y no les discutí, sino que tome un pedazo de pizza.

Así lo hicimos, nos comimos la pizza y duramos un rato hablando disparates, hasta que dieron las cuatro de la tarde, casi para la cinco, y decidimos ir al lago.

Nos pusimos nuestros trajes de baño y entramos al agua, aunque no voy a negar que esta como hielo debido a la temporada. Después de eso nos cambiamos y dimos un recorrido por la cabaña, no hay nada, todo es árboles y más árboles, aunque como va oscurecido por estar en el mes de diciembre vimos la luz de la cabaña de Diego, él vive allí con su hijo y su esposa.

—¿Que hacen tres jovenzuelas a esta hora por aquí? —la voz de Thiago, y no el Thiago del café, sino el hijo de Diego, me hizo mirarlo.

—Hola Thiago —salude y mis amigas ven de él a mí, con curiosidad—. Chicas, él es Thiago el hijo de Diego, el cuidador de la cabaña —señalé y ellas asintieron con un: es un gusto conocerte—. Thiago ellas son mis amigas, Deborah y Miriam.

—Lindos nombres. El gusto es mío —les dio una sonrisa dejando ver las pequeñas arrugas cerca de sus labios, tan viejo y guapo.

—¿Que traes en el hombro?  —curioseo Miriam y todos miramos su hombro.

—Ah esto, es un pequeño ciervo —nos lo enseñó—, Es para la cena. ¿Gustan? —indagó y todas negamos porque eso nos acordó el recorrido de esta mañana.

—Tenemos cena ya —asentí al decir eso y él asintió también.

—Vayan a la cabaña, es peligroso a esta hora —nos aconsejo de lo más normal, asustando a mis amigas.

—¿Nos acompañas? —interrogó Miriam y él alzó sus perfectas cejas marronas como el chocolate.

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1 Timoteo 4:12.

Ninguno tenga en poco tu juventud, sino sé ejemplo de los creyentes en palabra, conducta, amor, espíritu, fe y pureza.

DESDE LA LEJANÍA. (Completa).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora