34) Braulio.

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A lo lejos escuche unos pasos apresurados con voces agitadas y después el impacto de algo ser quebrado de algún tipo de cosa, es como un bate de madera porque el golpe fue sordo.

Trate de abrir los ojos, y traté de controlar el ataque de ansiedad que esta por darme cuando no pude más y deje cerrar mis ojos.

—Yarida —su voz la conozco, pero mis sentidos estan agotados y adoloridos—, Todo estará bien, te llevare al hospital —suena asustado y preocupado, pero por alguna loca razón mi corazón se calmó, no se si fue porque esta preocupado por mí y no me hara daño, pero lo hizo.

☀️☀️☀️

Me desperté tosiendo con un dolor de cabeza terrible y cuando me adapte a la luz me di cuenta que estoy en un hospital.

El olor a desinfectantes, alcohol y medicamentos es palpable.

—¡Padre! —lloriquee mientras me tumbó otra vez en la cama por el dolor.

—Tranquila, no te fuerces demasiado —su voz me hizo mirarlo en automático.

—¿Que paso, Ismael? —cerré los ojos cuando el dolor se intensificó.

—No es momento para eso, cuando te den de alta puedes preguntar lo que quieras —me ayudo acomodarme y se me quedo viendo mi rostro con dolor—. Lamento llegar tarde —acarició mi mejilla y yo me queje.

—¿Yarida? ¡Yarida! —mi madre al verme vino rápidamente a mí, pero no me abrazó aunque quiso, por mi dolor.

—¿Y padre?

—Aquí estoy —entró con Paúl en brazos y mis tres terremotos, más Johan que viene detras de él.

—¿Como sigues? —preguntó Johan cuando entró por completo.

—Desperté hace unos minutos..

—El doctor dijo que te dara de alta mañana a primera hora —explicó mi padre mientras acaricia mi cabello.

—¿Cuanto llevo aquí? —mi pregunta hizo que se miren entre ellos.

—Un día —confesó Ismael llamando mi atención hacia él.

—¿Un.. día?

—Si —respondió mi madre.

—Quiero pararme —torcí mis labios.

—Tienes dos costillas rotas, debes de descansar —regaño mi padre mirando a Ismael, quién se desordenó los cabellos.

—¿Cuando me diran que paso? —pase mi mirada desde mi padre a mi novio, quienes no dicen nada.

—Cuando estes en casa —mi madre se puso a recogerme el cabello.

—Quiero saberlo ahora —exigí.

—Si tu mente no lo recuerda no es bueno forzarte a recordarlo todo de una vez —comentó Johan con su tono cansino.

—Él tiene razón —concordó Ismael y yo rode los ojos.

Lleve la mirada a los niños más chiquitos de la casa, quienes ven todo en silencio, sin decir nada y me sorprende que esten aquí todos sin que los enfermeros los saquen.

—¿Fueron a la escuela? —les pregunte a los niños y ellos se acercaron a mí, para hablar.

—¿Como estas? —preguntó Jerez, con los ojos cristalinos.

—De maravilla —le sonreí y le pinche una mejilla.

—Eres una mentirosa —acusó Perla, con recelo y tristeza—, No estas bien, sino no estarías aquí.

—Perla tiene razón —la siguió Cleo.

—¡Eso..!

—Saludos —una voz interrumpió mi discurso, es una enferma—. Necesito hablar con el señorito Ismael, por favor.

—Ya voy —se paró y salió a pasos apresurados.

—Johan se queda a amanecer contigo el día de hoy, nosotros vendremos mañana a primera hora por ti —aseguró mi madre.

—¿El podrá conmigo cuando necesite pararme? —curiosee y él rodo los ojos—. Digo, quiero ir al baño ahora mismo —mire a mis padres y ellos suspiraron.

—Ok, me quedaré contigo. Johan, cuida de tu madre y hermanos —mi padre mandó y él asintió—. Ven..

Se acercó y me ayudó a pararme despacio, cuando lo hice comencé a caminar despacio por la molestia en mis costillas.

Él me ayudo a entrar al baño, y me cerró la puerta mientras me agarra el suero desde afuera. Yo me acerque al lavamanos, me mire en el espejo arriba de este y gemí al ver mi mejilla morada.

Esquive la mirada con dolor y fui hacer lo que vine hacer, cuando termine di un toquecito en la puerta y mi padre abrió, me ayudó a subirme en la cama y se sentó en la silla que hay ahí.

—¿No me diras? —pregunté cuando todos se fueron, dejándonos solos.

—Solo se que te golpearon, Ismael es que sabe la versión original —se estrujó la cara—. El chico esta en cuidado intensivos —suspiró pesadamente.

—¿Que le paso? —abrí mis ojos con sorpresa.

—Su merecido —dijo con obviedad y yo rode los ojos—. Ismael lo dejo así, posiblemente vaya a prisión —susurró con la mirada ida y mi corazón se aceleró, él no puede ir a prisión.

—No se lo que pasa, pero él no puede ir a prisión —mi respiración se aceleró.

—Ya veremos, no creo que sea algo grave —me dio una mirada tranquilizadora.

—Ey —Ismael apareció en la habitación y mi padre salió para darnos privacidad.

—¿Iras a prisión? —pregunté nerviosa y él se acercó a pasos rápidos para estar a mi lado—, No quiero que vayas a prisión, Ismael, dime que paso.

—No ire a prisión, nena —me tomo de la mano y me besó la frente—. Mañana te dire todo lo que se. Vendrán a tomar tu declaración pronto y debes de recordar antes de salir de hospital.

—Necesito que me digas, quizás pueda recordar algo..

—No estuve ahí, Yarida, cuando llegue ya estabas en el suelo toda golpeada por Braulio —habló con frustración.

Ese nombre hizo click en mi cabeza y desbloqueo todo lo que tenía bloqueado.

—¿Braulio? —mi voz flaqueo.

Ese nombre, esa voz, solo eso necesite para saber que solo pertenece a una sola persona, él, braulio, un chico que se me declaró una vez y que rechacé, la verdad pensé que se había olvidado de mí y todo, pero todo ese suceso de hace días me hace entender lo contrario.

DESDE LA LEJANÍA. (Completa).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora