22) Dios te bendiga.

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—Dios les bendiga —nos dieron unos folletos pequeños como la otra vez con el tema de "Hay perdón para ti en Jesús", diferente al de la otra vez que decía "Entrega especial".

—Amén —dijimos ambas al recibir el papelito y entramos, Miriam con seriedad y yo con curiosidad.

—¿Como sabes que se dice amén? —la mire con sorpresa cuando nos sentamos atrás, donde me senté la otra vez. Ella alzó sus hombros.

—Soy muy creyente aunque no lo parezca —confesó mientras pone sus palmas juntas a la altura de su rostro, con sus ojos cerrados—. Ponte en comunión de oración —demandó aún con los ojos cerrados y yo la mire, confundida, como si pudiera verme.

—¿Como hago eso?

—Solo dile lo que sientes —me miró —, Él te escucha, pero cierra los ojos para mayor comunión —volvió a lo suyo.

—Ok..

Mire en redondo y hay pocas personas porque aún es temprano y la mayoría estan hincados con los ojos cerrados, pero seguí con mi búsqueda de encontrar a Joseph y lo encontré entrando por la puerta que esta cerca del altar, del lado izquierdo, para hincharse en la plataforma.

Mire a Miriam y sigue en la misma posición mientra mueve sus labios de forma un poco rápida y difícil de entender, por lo que no lo pensé más y me apoyé del respaldo de la silla que esta delante de mí y comencé hablar con Jesús, porque según he visto es su salvador, así que supongo le sirven a él.

Le dije muchas cosas, bueno, le dije mi vida entera en unas palabras porque no sabía que decirle, no sabía como comenzar la oración, pero como lo que había investigado, la oración es una forma de humillarse, agradecer y exaltar a Dios. Supongo también lo adoran a él.

Cuando terminé me sentí más aliviada, como si él escuchó mis palabras y sonreí para mí para después mirar a la sala, la cual está más llena que antes. Mire a mi amiga, la cual esta muy sentada mirando lo sucedido, en silencio.

—¿Y a su nombre? —la voz de otra chica, diferente a la que estaba orando se escuchó y todos dijeron un: "¡Gloria!"—. Santo es el nombre de Jesús —susurró arreglando el cable del micrófono—. Hermanos, Dios les bendiga —sonrió para la multitud.

—¡Amén! —contestamos a unísono. Por lo menos esa si me la se.

—Gloria al Santo de Israel. Vamos a dejar rapidito al grupo de adoración para que tenga el devocional de esta noche —rápidamente el grupo se situó en el altar y los músicos en sus lugares para dar inicio a la adoración a su Dios.

🌕🌕🌕

Así paso el culto, ellos adorando, cantando, orando y hablando de la biblia, nombre del libro grueso que Joseph siempre carga, mismo que me di cuenta que viene de diferentes maneras, hasta que se acabó el culto y todos comenzaron a salir y como estamos atrás salimos primero.

—Ya podemos irnos —dije y Miriam negó.

—Lo haremos cuando te despidas de él, él fue quién te invit..

—Chicas —su voz hizo callar a Miriam para que lo miremos ambas—, Me da gustó que esten aquí —nos dio una sonrisa tierna.

—A nosotras también nos da gusto —concordó Miriam—. Donde te congregas es una iglesia muy agradable —confesó y ambos la miramos.

—¿De verdad? —él curioseo.

—Si, llegue a entrar a una y por mi vestimenta se sorprendieron y alamaron —suspiró y entendí todo.

—Puesto los ojos en Jesús —le dijo Joseph, llamando mi atención a él—. Si ves al hombre nunca entraras a la iglesia y nunca salvarás tu vida —explicó seriamente y ella lo entendió porque sonrió.

—Gracias, ahora los dejo para que se despidan —anchó su sonrisa y se retiró haciendo que mis nervios aumente.

—Hola.. —murmuré.

—Hola para ti también —me miró fijamente—. Realmente me alegra verlas aquí, pensé por un momento que lo olvidarías —confesó un poco apenado.

—Estuve apunto —solte una risita y él negó divertido —. Joseph —lo llamé y él arrugó su rostro.

—¿Si?

—Quiero entrar al evangelio que prédicas —hable un poco tímida y él abrió levemente sus ojos—, Pero quiero conocerla primero, ya sabes —le reste importancia.

—Para mi será un honor enseñarte mi doctrina, para eso estamos los amigos y evangélicos —aceptó a ayudarme y yo sonreí apenada.

—¿Harías eso por mí?

—Claro que si —murmuró decidió—, Eso si, no te será facil escapar de mí para que no te hable de ella —me dio un toquecito en la barbilla, sacándome una sonrisa nerviosa. Nunca me acostumbrare a esa manía de él.

—Muchas gracias entonces. Nos vemos en la universidad —le di mi mano y él la tomó—. Dios te bendiga.

—Amén, Dios te bendiga más —nos miramos fijamente hasta que Miriam tocó mi hombro.

—Vamos, es tarde —me acordé de que mi madre no esta en casa y me asusté.

—¡Es cierto, vamos!

—¡Ey, déjenme llevarlas! —se ofreció a llevarnos, todo un caballero.

—¡Oh, eso sería genial! —exclamó Miriam, feliz de la vida—, ¿Cual es tu auto? No quiero caminar más para llegar a la parada de bus más abajo —se quejó como una niña chiquita y Joseph le quitó el seguro a su carro, divertido con la situación.

—Es ese, puedes entrar.

—¡Ey, gracias! —fue rápidamente al auto y se subió en la parte de atras y nosotros le seguimos el paso para subirnos.

—¿Donde vives? —le preguntó a Miriam cuando se acomodó y ella se acercó a su asiento.

—Más arriba de donde Yarida, te iré guiando cuando la dejes —aclaró y volvió a su asiento—. Ahora pon música.

—Ok —accedió entre risas. Yo vi todo el silencio.

Miriam si sabe mantener un ambiente, menos yo, si fuera yo hace mucho sería uno incómodo o quizás no, quizá uno silencioso.

El recorrido comenzó con músicas suaves cristianas hasta que llegamos a mi casa.

Me despedí de ellos y entre al lugar para ir de una a ver a mis niños. Fui habitación por habitación, pero no los encontré a ninguno, por lo que me estaba asustando hasta que entre a la habitación de Johan y los encontré a todos en la ancha cama, durmiendo plácidamente mientras Johan los cuida, o eso parece porque esta más dormido que otra cosa.

Sonreí porque si los ha atendido y no me hice esperar y procedí a cargarlos uno por uno para llevarlos a sus habitaciones, para después bajar a cenar algo para dormir.

Son las nueve y algo, casi las diez y mis padre no vienen ahora, vienen llegando como a la diez y algo, eso decía la nota de esta mañana pegada a la nevera.

—A ver que hay para comer.. —murmure al abrir la nevera y ver su contenido.

Me decidí por la mantequilla de maní y preparé par de panes con ella y un vaso de jugo de naranja y procedí a comer en silencio,  pensando en el culto de hoy y la necesidad que tengo de conocer cada día más de ese evangelio.

Suspire y cuando termine lave los platos sucios y subí a mi habitación a dormir porque mañana tengo universidad y no puedo perder mucho sueño que digamos.

DESDE LA LEJANÍA. (Completa).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora