41) Ansiedad.

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Otro día más de universidad y estoy deseando que los años que me faltan para terminar la carrera lleguen rápido porque desde que entre a esta universidad, mi vida ha sido un desastre.

Suspiré y mordí mi sándwich de dieta: pan integral, lechuga y atún, si, un desastre alimenticio para una chica que ama la grasa.

Mire a mis amigas y ellas me miran con pena, por lo que quise reírme y llorar al mismo tiempo porque desde que paso lo que paso todos me miran así, y no lo quiero, por lo menos Paúl me sonríe mucho y me hala mucho el cabello.

—No me miren así, no me gusta —sonreí con amargura.

—Es que te estas destruyen, solo mira esas ojeras —Deborah torció sus labios.

—No entiendo —soltó Miriam de mal humor y ambas las miramos.

—¿Que no entiendes? —pregunté con voz monótona.

—Se supone que lo dejaste y que estarías feliz, pero estas peor que cuando estabas con él —expuso cansada y mis ojos se cristalizaron.

—Es que lo dañe.. —baje mi mirada—. Por mí se fue de la universidad, del país e incluso tuvo yendo al psicólogo —murmuré.

—Igual tu deberías ir a uno —sugirió Deborah.

—Voy con Deborah, necesitas dejar esa depresión y velar por tu salud  —genial, ahora tengo depresión—. Aunque sigo diciendo que si se fue de la universidad, país y estaba yendo al psicólogo es porque no estaba bien, creo que lo mejor fue que ambos se dejarán..

—No se como sacar de mi cabeza ese dia —murmure debil y con los ojos cerrados.

—Necesitas ayuda, te estas destru..

—¡No estoy loca! —exclamé y me pare para salir de ahí.

Lo que me faltaba, las que deberían estar de mi lado ven lo peor de mí, cosa que duele mucho, muchísimo.

Voy con la vista borrosa por las lágrimas y choque con alguien al salir de la cafetería, pero fui más rápida y me agarre de él para no caer..

Pero..

Fue inútil porque lo terminamos haciendo. Gruñí por el dolor y él se quejó todo adolorido.

—¿Estas bien? —preguntó y yo abrí mis ojos, los cuales los tenía cerrado desde que toque el suelo.

—Si.. —me pare ya que la única que esta en el suelo soy yo, él se ha parado.

—Estoy pensando que amas el suelo —me dio una sonrisa nerviosa y yo me limpié mis ojos.

Desde que paso lo que paso me he encerrado en mi misma y solo hablo con mis amigas porque son como unas sanguijuelas.

—Créeme, lo odio —mi voz salió apagada y retome mi camino.

—Él espera por ti —enfatizó la palabra "Él". Pare en seco, más no volteé—, Él sabe por lo que estas pasando y quiere ayudarte, pero tienes que dar el primer paso..

—¿Y según tú que estoy pasando? —subí un poco la voz, harta de que todo el mundo me vea como una loca enferma.

—Físicamente no estas tan mal, o al menos lo veo así porque has estado evitandome como si soy algún virus mortal —acusó con voz calmada y yo apreté mis puños—, Pero..

—¿Pero?

—Tienes guerras metales, depresión y ansiedad —dicho eso mi corazón comenzó a latir rápidamente—, Y no se con esa exactitud que te tiene así, pero solo Dios puede ayudarte con es..

—No sabes nada, ¡Nada! —me di vuelta con los ojos llenos de lagrimas—, ¡¿Quién te crees para decir que tengo todo eso solo porque te ignoró?! —grite aunque se que tiene toda la razón.

—Él me lo mostró, y se que no se equivoca, si así fuera te estuvieras riendo no llorando. Esa es la confirmación de que lo que me mostró es cierto —eso me chocó y baje la mirada—. Quiero que vayas a la iglesia hoy, se que saldrás restaurada.

—No puedo —negué con la cabeza y lo mire rota y destruida.

—No quieres ir —asintió al notar mi tonta excusa—, Lo entiendo, pero hoy puede ser tu último día —me dio una sonrisa triste.

—¿Estás diciendo que moriré? —solte una risita seca.

—Si sigues así sí, la culpabilidad que cargas es muy fuerte y puede ganar la batalla si no haces algo rápido —esas palabras ocasionaron un golpecito en mi corazón, más no dije palabra—. Y no, no te estoy asustando, solo estoy diciendo lo que Él quiere que te diga —su rostro se entristeció mucho más y se fue.

Yo cerré los ojos con mi corazón bastante acelerando y de buenas a primeras comenzaron a venir los recuerdos, la culpa, remordimiento y todos esos sentimientos que me tienen sin comer como debo, sin dormir y sin poder acoplarme con mis amigas y familia como antes.

El aire comenzó a faltarme mientras mis ojos se llenan de lágrimas y no pude más, me abaje al momento que me agarró la cabeza y la meneo varias veces para que los pensamientos deje mi mente limpia, pero eso no paso, no lo hizo, sino que va en aumento el temblor de todo mi cuerpo.

—¿Yarida? ¡Yarida! —escuchar su voz calmó un poco  mi ser defectuoso, así que no lo pensé dos veces y fui hasta sus brazos y casi me caigo en el proceso, pero él fue más rápido y me atrapó—. Hey, estoy aquí.

—Pensé qu-que te habías ido —llore en su pecho, dañando su impecable camisa de cuadros.

—Dios me hizo devolverme —comenzó acariciar mi espalda, dandome calma.

—No te vayas —suplique y él se tenso visiblemente, pero la verdad es que su cercanía me esta ayudando con mis desastres, quiero que no se vaya y este ahí siempre.

—Solo respira, tu puedes hacerlo —tomo mi rostro, me hizo verlo y le hice caso—, Así, eso, excelente —seco mis ojos mientras yo trato de que el oxígeno entre de manera normal—, Muy bien —me dio una hermosa sonrisa cuando mi corazón y mis pulmones comenzaron a ser su trabajo de manera normal.

—Gracias.. —susurré.

—No hay de que —me dio un toquecito en la barbilla y yo reaccione alejándome levemente de él—. Este.. —se rascó su cuello—, ¿Estás segura de que estás bien? Puedo quedarme hasta que te recuperes por completo —sugirió y yo estuve apunto de asentí, pero..

—Descuida, de aquí en adelante nos encargamos nosotras —le hizo saber Deborah, llegando a mi lado con Miriam, verlas me hizo abajar la cabeza.

—Ok, nos vemos después chicas —sonrió feliz de la vida y se fue.

—¿Otro ataque de ansiedad? —Deborah me miró con compasión y yo solo pude poner mis labios en una línea recta.

—Eso es un si —confirmó Miriam.

—Ire a casa, creo que parare la universidad un tiempo —les di una sonrisa y salí de ahí con ellas detras de mí.

DESDE LA LEJANÍA. (Completa).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora