37) ¿Que sucede?

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—Chicas —sonreí y ellas vinieron casi corriendo hasta mí.

—Aquí estoy nena, no llores —suplicó Miriam con tanta humildad y drama que me reí.

—Me alegra que estes en casa —murmuró Deborah, para después tirar una mochila en el suelo.

—Gracias, chicas —las abracé levemente a las dos—. ¿Se pasarán el día aquí? —curiosee. Ellas asintieron.

—Desde que supe que te darían de alta hoy, salimos —explicó Miriam con normalidad.

—¡Bajen a desayunar! —la voz de mi madre subió aquí arriba y mis amigas suspiraron.

—Por eso amo estar aquí, mira, llegamos ahora mismo y ya nos van alimentar —recalcó Miriam y nosotras nos echamos a reír.

—Vamos —Ismael habló por primera vez desde que ellas están aquí. Miriam lo miró con incredulidad y me miró, pero yo solo esquive su mirada.

—Bajamos ahora, nosotras nos encargamos —habló Deborah y él me miró rancio a la idea.

—Esta bien, bajo ahora —le di una sonrisa. Él asintió, me dio un besito suave y salió de la habitación.

—¿Como les ha ido sin mí? —trate de esquivar el tema.

—¿Él..?

—Él es mi novio, Miriam—la interrumpí—, Y lo amo, fin de la conversación —demande, y ella soltó una risita irónica.

—Claro, lo amas, ¿Y Joseph que? —alzó una ceja y yo la mire enojada.

—¿Que hay con él? —explote en un tono levemente subido—, No es más que un amigo que ni siquiera ha venido a verme y a saber si por lo menos respiro —exclamé enojada. Quizás debo de calmarme.

—Te enojas porque lo amas a él y te duele que no te haya venido a ver, pero, ¿Has visto tu teléfono? —interrogó con voz dura. Lo dude—. Lleva viernes y hoy preguntado por ti, ya sabe que estabas en el hospital, pero él también tiene una vida, además NO sabía en que hospital estabas.

—Miriam —Deborah intentó hablar, pero ella la calló con la mano.

—Ha estado muy preocupado, te ha llamado incontables veces y no le respondes los mensajes ni llamadas —casi me grita y la entiendo, no he visto mi teléfono—. Eso lo ha preocupado más de lo que crees —se paró y salió de la habitación.

—No creo que sea buen momento para esto, Yarida —Deborah me hizo mirarla—, Pero creo que estas enojada porque él no fue a verte, pero entiendelo, es solo tu amigo no tu novio —me dio una sonrisa—, Se ha preocupado como cualquier amigo. Ahora vamos —se acercó para ayudarme y la deje sin decir ni A.

Deborah me va guiando, pero no pude avanzar más de la mitad de las escaleras, porque cuando pude visualizar la puerta vi una imagen nunca antes vista. Mire a Miriam con la boca levemente abierta y ella me miró con superioridad como diciendo "¿Sorprendida?".

Volví a mirar a la persona que me mira con preocupación, y trague en seco mientras él se acerca a mi a pasos lentos, como pidiéndome permiso, así que asentí.

—Dios te bendiga —me saludó con voz agitada y me di cuenta que vino corriendo, no solo por su voz, sino también por su pelo que se pega levemente a su frente.

—Amén..

—La dejo en tus manos —habló Deborah con una sonrisa infantil y me dejo con él.

—Lamento no haber venido antes a verte, no ha sido mi semana tampoco —sonrió con amargura. Suspiré.

—Esta bien, no hay  probl.. —me callé de golpe cuando agarró mi barbilla. Lo mire a los ojos, bien sorprendida, y sus ojos azules reflejan mucha tristeza—. ¿Que..?

—Casi me da un infarto cuando me enteré —me atrajo a su cuerpo y no supe como reaccionar, al menos mi corazón si supo porque esta latiendo de manera rápida—. Gracias a Dios estás viva —susurró con tristeza y yo lo terminé de abrazar, cohibida.

—Estoy bien —murmuré con los ojos aguados y un nudo en la garganta. Es la primera vez que lo veo tan triste para que me abracé en el proceso.

—No estas bien —volvió a tomar mi rostro en sus manos y lo dobló levemente para ver el moretón—, Solo mira eso —puso sus labios en una línea recta.

—Y eso que no viste cuando estaba más hinchado —solte una risita nerviosa, y aclare mi vista de las lágrimas que amenazan con salir. Su mirada me dijo que no me ría, que esto es serio—. En serio estoy bien —le di una sonrisa y nos quedamos mirándonos fijamente hasta que por reflejo mire sus labios, pero un garrapeo nos separó.

—Tu madre espera por ti, no has comido nada desde que saliste del hospital —Ismael tiene los brazos cruzados mirando fijamente a Joseph, quién esta rojo por la adrenalina de venir corriendo.

—Ya voy —dije nerviosa, pasando mi mirada desde Joseph a Ismael, quienes se miran seriamente—. ¿Si escuchaste lo que te dije Ismael? —di un paso hacia al frente y por poco me caigo si no es por Joseph.

—¡Te cuidado! —me miró asustado.

—¡Yarida! —mire a Ismael frente a mí. Ambos salieron a mi encuentro, pero Joseph fue más rápido.

—Estoy bien —hice una mueca de dolor.

—No, no estas bien —mi novio se acercó y quitó a Joseph del medio, me llevo a la cocina y entrando yo salieron mis amigas.

—¡Joseph, ven, desayuna con nosotros y así conoces a la familia de Yarida! —Miriam lo invitó y yo la mire en automático, ¿Acaso quiere que se maten?

—No creo que..

—Oh vamos, hace mucho que no veíamos un amigo varón de Yarida, no seas aguafiestas —escuché la voz de mi padre afuera y cerre los ojos.

—Ok, señor, si no es molestia.. —me lo imaginé sonrojado por estar obligado a desayunar con nosotros.

—Oh no, descuida.

Ellos entraron a la cocina y se sentaron todos y la verdad agradezco que el comedor es uno grande porque sino no se como ibamos a caber.

El desayuno inició, después que mi madre lleno de beso al pobre Joseph y la verdad todo es muy incomodo.

Yo no tengo hambre de solo ver a Joseph y a Ismael matarse con las miradas, más bien lo hace Ismael y no entiendo porqué lo hace. Mire a mis amigas y ellas estan feliz de la vida hablando con Joseph y los niños.

La verdad es que él se adapta rápido al ambiente y ya los niños lo aman, incluso Jerez que no le cae nadie bien esta muy sentado en las piernas de él, mientras las otras dos en las de Miriam y Deborah.

Me comí una cucharada de mi desayuno mientras miró a Ismael hacerlo con el ceño fruncido, dandome gracia porque se ve re-tierno. Tomó otra cucharada, pero le impedí que se la lleve a la boca y él me miró con curiosidad.

—¿Que sucede? —susurré solo para que él oiga.

—Nada —esquivó mi mirada y se paró de la mesa—. Ya terminé, me retiro —le hizo saber a mi madre.

—¿Por que te vas tan temprano, cariño? —mi madre lo miró con extrañeza.

—Debo de ayudar a mi padre con algo —me miró y luego a Joseph.

—Cierto que está malo de salud —le dio una mirada triste—. Espero se mejore pronto.

—Yo también.. —y con eso salió sin despedirse de mí, sin darme un besito ni nada. Ok..

DESDE LA LEJANÍA. (Completa).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora