𝐕

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El aroma inconfundible de Draco Malfoy siempre había resultado inebriante para Rosella, aunque nunca había admitido esa atracción abiertamente. Pero en ese momento, en la penumbra de la habitación de Draco, iluminada solo por una vela en su mueble, la fragancia de su perfume y el suave toque de menta que acompañaba sus besos desencadenaban en Rose sensaciones totalmente nuevas.

Rosella se hallaba acorralada junto a la puerta, que estaba cerrada con seguro, mientras Draco la besaba con una ferocidad que insinuaba un deseo reprimido durante mucho tiempo. Con una mano, él la sostenía con firmeza por la cintura, mientras la otra exploraba con atrevimiento el muslo desnudo de Rose, cuya falda había subido ligeramente.

Draco Malfoy nunca conocía la vergüenza, y mucho menos cuando se trataba de Rosella. Él ansiaba exhibir un control férreo, un control que siempre demostraba en sus encuentros íntimos. Con una destreza que desprendía un aire de amenaza, despojó a Rose de su blusa y la observó detenidamente. Se deleitó imaginando cómo podría arrebatarle la inocencia a la hermana de la persona a la que más odiaba en este mundo. Saboreaba la idea de ver a Hermione Granger confrontar a Rosella por ceder a su inocencia en una noche, deleitándose en la perspectiva de abandonarla al día siguiente.

Sus labios dejaron un rastro de besos ardientes en el hombro de Rose, mientras con un dedo experto hizo que la cinta del sujetador cayera lentamente. Rose, inmersa en la novedad de la experiencia, se debatía entre la excitación y la desobediencia a sus propias reglas. Una de las normas más importantes que estaba a punto de romper era no involucrarse con Draco Malfoy. Sin embargo, su curiosidad ardiente la impulsaba a descubrir por qué Draco era considerado tan peligroso por sus amigos, y por qué, tal vez, Rosella siempre había deseado conocer la respuesta.

Draco condujo a Rose hacia su elegante escritorio, cuidando de que la experiencia fuera memorable y libre de malentendidos. Si alguna vez le rompía el corazón, quería que volviera a él, solo para que él pudiera volver a tocarla. La llevó con delicadeza acomodándola en el escritorio, abriendo sus piernas mientras él se ubicaba en el centro y retomaba sus besos apasionados.

—Draco... —Rose dejó escapar un gemido cuando sintió la mano de Draco masajeando su centro, sus palabras incoherentes se mezclaron con la pasión desenfrenada—. ¡Por Merlin! —Intentó apretar los muslos, pero Draco detuvo su movimiento.

—No quiero que intentes alejar mi mano, Rosella —susurró Draco con voz profunda mientras acariciaba su muslo con firmeza—. Aunque estés al punto más alto de excitación, nadie quita mi mano de donde yo la coloco. ¿Entiendes? —Sostuvo la barbilla de Rose con su mano libre, sus labios rozando los de ella—. ¿Entiendes, Granger?

—S-sí —murmuró Rose, dejándose llevar por el momento, su aliento entrecortado por la tensión.

—Buena chica —susurró Draco con satisfacción, manteniendo su mano en la misma posición mientras la pasión ardía entre ellos, unidos en un juego peligroso de deseo y entrega.

Cuando Rose expuso sus pechos, Draco respondió con pasión, besándolos, chupándolos y lamiéndolos con una intensidad arrolladora. Rose luchaba por reprimir los gemidos que escapaban de sus labios, mientras una de sus manos agarraba con firmeza el cabello de Draco. Draco, sabiendo que había llegado al punto que tanto ansiaba, desabrochó sus pantalones y se acercó nuevamente a ella. Antes de penetrarla, jugó con su excitación, acariciando audazmente su entrada, mientras escuchaba el jadeo entrecortado de Rose.

—¿Granger, estás disfrutando? —susurró Draco, sujetando su barbilla con suavidad y acercándola lentamente. Sus ojos grises ardían con una lujuria intensa—. Dime, Rosella, ¿quieres que sea Draco Malfoy quien esté dentro de ti?

𝐑𝐨𝐬𝐞𝐥𝐥𝐚 𝐆𝐫𝐚𝐧𝐠𝐞𝐫 | 𝐃𝐌 | +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora