𝐗𝐗𝐗𝐈𝐗

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Rosella despertó lentamente, sintiendo la confusión envolviendo su mente como un velo. La voz distorsionada de Pomfrey llegó a sus oídos, instándola a permanecer quieta. Las almohadas se acumulaban alrededor de su cabeza, ocultando el techo y permitiendo solo vislumbrar a Theodore y Morgan, quienes aguardaban con expresiones preocupadas.

—Ya está despertando, lo mejor será que la dejen aquí, no dejen que vea al joven Malfoy —escuchó Rose entre los ecos de la voz de Pomfrey, cuyas palabras resonaban como en un sueño.

Theodore, visiblemente alterado, no pudo contener su inquietud y preguntó con urgencia: —¿Por qué le pasó esto?

Pomfrey, mientras continuaba acomodando las almohadas, respondió en tono serio: —Su presión arterial ha cambiado desde la última vez que estuvo aquí.

Las palabras de la enfermera hicieron que Theodore y Morgan intercambiaran miradas cargadas de incertidumbre. Morgan, con un susurro cauteloso, expresó: —¿La última vez? Ella no mencionó nada. No sé si Draco lo sabe.

—Hace una semana, vino por su constante fatiga, no la dejaba entrenar con su equipo de Quidditch, pero le dije que dejara descansar a su cuerpo; es joven, pero tampoco puede hacer muchas tareas sin límite —admitió Pomfrey, revelando un dato que hasta ahora había permanecido en las sombras.

La confusión se intensificó en la expresión de Theodore mientras procesaba la información. —¿Entonces de qué cree que se trate? —preguntó con ansias.

Pomfrey, con una mirada comprensiva, respondió: —Es probable que solo sea estrés acumulado. Igual que el joven Malfoy, vienen por pociones para conciliar el sueño —agregó en un tono que dejaba entrever la existencia de conexiones más profundas.

Mientras el velo de misterio se desgarraba lentamente, Pomfrey desvió la mirada hacia Rosella, quien aún estaba asimilando la situación. —Están bien —aseguró Pomfrey. Sus ojos se encontraron con los de Rosella, transmitiendo una complicidad silenciosa. —Los dos están bien, afortunadamente. El joven Malfoy tendrá que quedarse esta noche aquí.

Rosella asintió sin mirar a Pomfrey, su mirada perdida en el horizonte de recuerdos que le asaltaban sin previo aviso. Morgan, percibiendo la melancolía que la envolvía, se acercó a Rose y tomó delicadamente su mano.

—Deberías descansar, Rose —sugirió Morgan con preocupación en su voz.

Rosella apartó la mirada de la nada y la posó en Morgan, agradeciendo su gesto.

—Sí, RouRou, estaré con Draco, pero tú deberías volver a la habitación —le recomendó Theodore, mostrando una mezcla de preocupación y cariño.

La joven negó con la cabeza.

—No, descansaré aquí —declaró Rose, buscando con la mirada la camilla de Draco, pero no lograba ubicarla en la penumbra de la sala.

—Él está al lado, lo colocaron ahí para que no lo vieras. Lo verás cuando esté mejor y no parezca... bueno, necesita recuperarse —explicó Theodore, intercambiando una mirada significativa con Morgan que denotaba la gravedad de la situación.

Rose asintió con gesto somnoliento y se recostó, entregándose nuevamente a la dulce inconsciencia del sueño. Theodore aprovechó la oportunidad para acercarse sigilosamente a la camilla de Draco, dejando a la Rosella con Morgan  momentáneamente a solas.

—¿Cómo está Rose? —preguntó Draco, su mirada perdida en el techo mientras su voz revelaba la ansiedad que sentía.

—Bien, se volvió a dormir. No le dije que no querías que te viera, por eso pediste que te cambiaran —respondió Theodore, manteniendo su tono de voz en un susurro, como si estuviera compartiendo un secreto.

𝐑𝐨𝐬𝐞𝐥𝐥𝐚 𝐆𝐫𝐚𝐧𝐠𝐞𝐫 | 𝐃𝐌 | +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora