𝐗𝐗𝐈𝐕

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Theodore Nott había pasado gran parte de las vacaciones en el hogar de Rose, desafiando la paciencia de Hermione, quien intentó deshacerse de él en más de tres ocasiones. A pesar de los esfuerzos de Hermione, la presencia del joven Nott resultaba indispensable, ya que Rose se entretenía de sobremanera enseñándole todo tipo de cosas muggles que para él eran completamente novedosas.

Una tarde, mientras exploraban la sala, Theodore se encontró con un cómic dejado por el padre de Rose. Lo examinó con asombro, admirando las coloridas ilustraciones y la narrativa visual.

—No puedo creerlo —comentó Theodore, levantando la mirada hacia Rose—. Y trae dibujitos. En mis tiempos, solo nos traían imágenes reales de un trol.

Rose soltó una risa musical y se acercó para ver lo que capturaba la atención de Theodore.

—Mi padre los colecciona —explicó Rose con una sonrisa, encogiéndose de hombros como si fuera la cosa más normal del mundo—. Así que no lo dañes, o pagarás mucho —se burló, guiñándole un ojo.

Theodore frunció el ceño, intrigado.

—¿Los colecciona? —preguntó, genuinamente sorprendido—. Yo no he coleccionado casi nada, más que cosas familiares, lo de siempre.

Rose asintió, disfrutando del asombro de Theodore.

—Sí, le encanta. Dice que cada cómic cuenta una historia única, como un mundo en miniatura. A veces, me cuenta historias de cuando era joven y leía estos cómics con sus amigos. Es como su forma de conectarse con el pasado.

Theodore sonrió, comprendiendo un poco más sobre la vida de la familia de Rose. 

—Theo, ¿por qué no fuiste con los Malfoy o con la familia de Morgan? —preguntó, acomodándose a su lado.

Theodore apartó la mirada del libro que tenía entre las manos y lo dejó en la mesa antes de responder a la pregunta de Rose.

—Ellos han estado distantes, junto a Blaise. Dicen que yo no comprendería nada. Morgan fue la que me sugirió que viniera a tu hogar, que no me rechazarías como ellos —admitió Theodore con sinceridad—. No suelen comportarse así, pero supongo que algo ha cambiado.

Rose frunció el ceño, preocupada por la situación.

—Morgan no me ha enviado cartas como hace un año —confesó Rose, con un dejo de tristeza en su voz—. Solo Matilda, pero parece que no está enfocada en lo mismo que Morgan. Ella sí sigue al pendiente de mí.

—Bueno, tal vez al regresar deberíamos hablar con ellos —sugirió Theodore, anticipando la posible reconciliación.

Rose se cruzó de brazos, mirando con seriedad a Theodore. La atmósfera en la sala común estaba tensa, cargada de secretos y malentendidos.

—Tu habla con ellos, yo hablaré solo con Morgan. Blaise y Draco son solo tus amigos, no los míos, especialmente después de lo que pasó —admitió Rose, con un dejo de dolor en su voz.

Theodore frunció el ceño, tratando de entender la situación. Se acomodó en el sofá, pensativo.

—¿Crees que Draco lo hizo? —preguntó Theodore, con una mezcla de incredulidad y curiosidad en su voz—. Es extraño que dude de él, considerando que ha hecho cosas peores en el pasado. Pero esta vez, cuando Draco hablaba de ti, era diferente. Incluso bromeamos una vez diciéndole que se estaba enamorando, y él dijo que tal vez.

Rose lo miró fijamente, tratando de descifrar las palabras de Draco.

—Tal vez quería verme como el reemplazo de Isadora —dijo Rose, y Theodore negó con la cabeza.

𝐑𝐨𝐬𝐞𝐥𝐥𝐚 𝐆𝐫𝐚𝐧𝐠𝐞𝐫 | 𝐃𝐌 | +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora