𝐗𝐕𝐈𝐈𝐈

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Rosella se encontraba en la habitación de Draco, sorprendida por la inesperada cercanía entre ambos después de lo que parecía ser un odio mutuo. Despertó al sentir la firme sujeción de Draco en su cintura, con su rostro hundido en su cuello. Aunque inicialmente se removió al sentir el roce de la camisa de Draco, él respondió aumentando la firmeza de su agarre, como si no quisiera soltarla.

— Draco —susurró Rose adormilada, tratando de liberarse.

— Mmm... —fue la única respuesta de Draco.

— Me estás sujetando con fuerza —comentó Rose, y al notar su reacción, agregó—: Así está mejor.

Intentando volver a sumirse en el sueño, Rose no pudo evitar que su mente reviviera las palabras de Draco esa noche. Se preguntaba si él estaba consciente de lo que había dicho o si simplemente fue el momento el que lo impulsó a expresar esos sentimientos. La confusión y las preguntas llenaron su mente mientras intentaba entender la complejidad de la situación entre ellos.

Recordaba las manos firmes de Draco aferrándola por la cintura mientras su cuerpo se sumergía implacablemente en el suyo. Él descansaba recostado en la cabecera, y ella, agarrándose a sus hombros con ambas manos, buscaba fusionarse más profundamente con él. Fue en ese instante cuando el éxtasis los envolvió a ambos. Draco atrajo a Rose hacia su pecho, y ella se dejó llevar, buscando encontrar la calma en su respiración. Después de que Draco se separó de ella, permanecieron en esa posición durante varios minutos, hasta que incluso Rose comenzó a dejarse llevar por el sueño.

—Rosella, ¿te puedo pedir un favor? —preguntó Draco con voz adormilada.

—Sí —susurró Rose sin moverse.

—Quédate esta noche conmigo —pidió Draco—. Sé que te marcharás en cuanto tengas la oportunidad.

—No deberíamos pasar la noche juntos aquí —se distanció ligeramente de él, y Rose continuó con precaución—. Sé que has pasado la noche en mi habitación, pero yo no puedo hacer lo mismo.

—¿Y por qué no? —preguntó Draco.

—Porque si alguien nos ve, pensarán mal de mí. Como te dije, no quiero que piensen que me involucro con todos los de Slytherin —dijo Rose con nerviosismo.

—Pero si eso no sucediera, ¿te quedarías? —preguntó Draco, provocando un breve silencio en ella—. ¿Qué necesitas para que te quedes aquí?

—No es solo eso, es solo que... —Rose comenzó a explicar, pero Draco la interrumpió.

—Nadie pronunciará una palabra, y si es necesario, estoy dispuesto a intimidar a todos para asegurarme de que este secreto permanezca oculto —afirmó Draco.

—¿Por qué querrías que me quedara? —preguntó Rose, visiblemente desconcertada.

—Cuando estás a mi lado, es la única manera en que logro conciliar el sueño —confesó Draco, mirándola fijamente—. Una vez dijiste que eras mi maldición, y ahora veo que tenías razón.

—Draco, tal vez ya sea demasiado tarde y esta conversación... —Rose intentó hablar, pero Draco la interrumpió nuevamente.

—No, estoy seguro de lo que estoy diciendo. Quédate conmigo, no importa lo que suceda hoy o mañana. Quiero que seas tú quien esté a mi lado.

Draco se acercó a ella, tomando delicadamente sus mejillas antes de besarla. Este beso era diferente, no era impulsivo ni superficial. Parecía que Draco la besaba con más profundidad, como si estuviera sucumbiendo al mismo juego en el que ambos estaban inmersos.

𝐑𝐨𝐬𝐞𝐥𝐥𝐚 𝐆𝐫𝐚𝐧𝐠𝐞𝐫 | 𝐃𝐌 | +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora