𝐗𝐗𝐗𝐈

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Advertencia: Este capítulo incluirá escenas intensas y detalladas, tratadas con sensibilidad y discreción. Si el lector no se siente cómodo con este tipo de contenido, se recomienda omitir esta sección. Sin embargo, es importante señalar que estas escenas son esenciales para el desarrollo de una nueva etapa en la vida de los personajes, aportando profundidad y significado a la trama.

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La habitación resonaba con risas y la cálida luz del sol filtrándose a través de las cortinas destacaba la figura de Rosella, cuya sonrisa parecía irradiar pura felicidad. Draco, completamente absorto en su presencia, se encontraba hipnotizado mientras ella compartía entusiasmadamente detalles sobre el último partido con Slytherin y las intensas sesiones de entrenamiento. La forma en que Rosella estaba recostada a su lado, narrando las anécdotas con gestos expresivos, creaba un ambiente de complicidad entre ambos.

Draco, extasiado por la alegría que emanaba de Rose, la observaba con admiración, dejándose envolver por la calidez de aquel momento compartido. Los rayos de sol que iluminaban la habitación destacaban aún más la hermosa imagen de Rosella, quien se sonrojaba ligeramente bajo la intensidad de la luz, creando un aura mágica en el ambiente.

—Entonces Cho comentó que he mejorado en mis prácticas en los últimos meses —compartió Rose, desviando su mirada hacia Draco—. ¿Qué pasa? No has dicho una palabra.

—Nada, te estoy escuchando —aseguró Draco con una sonrisa, delicadamente apartando un mechón del cabello castaño de Rosella detrás de su oreja—. Continúa, quiero saber cómo todos te elogian por ser la mejor en su equipo.

Rosella se ruborizó levemente ante la atención de Draco, sus ojos brillaban mientras continuaba hablando.

—Hubiera sido increíble que estuvieras en el equipo de Slytherin —admitió Rose, dejando entrever una pizca de nostalgia en su voz.

—También me hubiera encantado —admitió Draco con una sonrisa burlona,— Aunque no hago tanta falta, Blaise y Theodore son los que realmente hacen un buen trabajo.

—Haces falta —replicó Rose, entrelazando sus dedos con los de Draco,— La mayoría de chicas iban solo para verte, incluyéndome a mí.

—Eso no me sorprendería —se burló Draco, con un guiño cómplice,— Seguramente eran de las pocas oportunidades que tenías para verme.

—Mmm... aunque no lo creas —dijo Rose, acomodándose en su pecho mientras su rostro se escondía en la piel de Draco,— Hay algo en ti que va más allá de la mera apariencia.

—Linda, debo irme, tengo que asistir a la clase de Slughorn, llevo la mitad del año con faltas y no quiero que sospechen —anunció Draco sin moverla de su abrazo,— Pero volveré como cada noche, así que no salgas. No puedo resistir la tentación de pasar un rato contigo.

—Draco —lo detuvo Rose, tomando suavemente su brazo antes de que pudiera vestirse completamente—. Le he dejado una carta a mi hermana, por si nos llegamos a ir. Es claro que debo decírselo, pero no estoy segura de si sería una buena idea entregársela.

Draco la miró con una expresión de comprensión, sosteniendo la camisa en sus manos.

—Es tu hermana, Rose. Ella debe enterarse de que estarás a salvo —dijo Draco, mirándola fijamente—. ¿Estás segura de irte, Rose?

La mirada de Rose reflejaba indecisión mientras contemplaba la posibilidad de dejar atrás a su familia. Draco notó su titubeo y esperó pacientemente su respuesta.

—No estoy segura de abandonar a mi familia, de hacer que mis padres me olviden —aseguró Rose con una mirada perdida en sus pensamientos—. Pero quiero estar contigo. Jamás imaginé decirlo, pero no quiero que el día de mañana me arrepienta por no estar junto a ti. Eres mi felicidad —confesó Rose con un leve sonrojo en sus mejillas.

𝐑𝐨𝐬𝐞𝐥𝐥𝐚 𝐆𝐫𝐚𝐧𝐠𝐞𝐫 | 𝐃𝐌 | +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora