𝐋𝐕𝐈

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Parte II

El aire estaba cargado de tensión y miedo mientras la luz verde del maleficio mortal, lanzado por el mortífago, se abría paso hacia Rosella, amenazando con arrebatarle la vida. En ese instante de desesperación, Morgan, sin vacilar un segundo, se lanzó hacia delante, interponiéndose entre el hechizo y su amiga. El impacto fue devastador, y Rosella observó con horror cómo el verdadero cuerpo de Morgan caía al suelo, inerte.

El grito de Theodore resonó en la oscuridad, cargado de ira y dolor, mientras conjuraba el hechizo letal, "Avada Kedavra", dirigido hacia el responsable de la muerte de Morgan. El eco de la maldición resonó en la sala, marcando el fin de aquel que había arrebatado una vida inocente.

Las piernas de Rosella temblaron bajo el peso abrumador de la pérdida cuando se dio cuenta del sacrificio de su amiga. Draco, con el corazón roto, corrió hacia ella, intentando en vano levantar su cuerpo sin vida. El dolor y la impotencia se entrelazaron en el aire, no había nada para salvar la vida de Morgan, pero si para vengarla

Isadora, la responsable de tanta tragedia, se alzó con malicia, dispuesta a acabar con Rosella y completar su siniestro cometido. Pero cuando sus ojos se encontraron con los de Rosella, no encontraron lágrimas, sino un frío y oscuro odio, una furia contenida que ardía en lo más profundo de su ser.

Antes de que Isadora pudiera articular palabra o lanzar otro hechizo, Rosella la apuntó, su mirada fulminante prometiendo un tormento inimaginable. Sin pronunciar una sola palabra en voz alta, en un silencioso eco de su mente, invocó el hechizo "Crucio".

Isadora cayó al suelo con un grito ahogado, su cuerpo retorciéndose de dolor mientras sentía el aguijón de la maldición penetrando en sus huesos. Desde arriba, Rosella la contemplaba con una serenidad gélida, su presencia imponente llenando la habitación con una sensación de poder indomable.

Rosella, con ojos llenos de desprecio, mantenía su varita apuntando hacia Isadora, cuya figura yacía arrodillada en el suelo. El eco de la maldición Cruciatus resonaba en la habitación, torturando a Isadora con cada segundo que pasaba. A pesar del dolor físico, un atisbo de satisfacción brillaba en los ojos de Rosella.

— Creí que con llevarte a Azkaban sería suficiente, pero me di cuenta de que eso no sería suficiente. El solo pensar que podrías escapar me volvería loca —expresó Rosella con una voz cargada de resentimiento, haciendo que una sonrisa sutil se dibujara en el rostro de Isadora.

— Porque sabes que soy mejor... que tú —replicó Isadora entre dientes, sintiendo el aguijón del Crucio perforar su ser.

— No, en realidad es porque sé que estás loca. Prefiero matarte —respondió Rosella con una sonrisa retorcida. Su tono revelaba una mezcla de frialdad y desdén. — ¿Sabes qué aprendí con los Malfoy? Narcissa me enseñó a meterme en las mentes, tal como tú te metías en la mía cuando me hicieron creer que Benedict había muerto. Recordándome cada noche lo que él había intentado hacerme.

Isadora la miró con furia contenida, sus ojos chispeaban con una mezcla de dolor y resentimiento mientras permanecía postrada en el suelo.

— Así que compartiré contigo mi recuerdo, el recuerdo del día en que maté a Benedict —declaró Rosella con una frialdad calculada. — Eso fue lo que sentí cuando creí que habías matado a Draco.

Rosella colocó con delicadeza la punta de su varita en la sien de Isadora, cerrando los ojos mientras se sumergía en el flujo de recuerdos. Isadora se encontró arrastrada a una pesadilla viviente, donde Benedict yacía inerte en el suelo, su rostro pálido y sus ojos vacíos. El horror se apoderó de ella mientras revivía aquel momento, pero para Rosella, era solo el comienzo de su venganza. Cuando el recuerdo se desvaneció, dejando a Isadora en el dolor punzante, otro Crucio la sacudió, haciendo que sus gritos llenaran la habitación.

𝐑𝐨𝐬𝐞𝐥𝐥𝐚 𝐆𝐫𝐚𝐧𝐠𝐞𝐫 | 𝐃𝐌 | +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora