𝐗𝐕𝐈𝐈

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Los golpes resonaban con fuerza en la puerta, un llamado impetuoso que anunciaba la urgencia de Morgan por entrar. Mientras tanto, Draco permanecía en el baño, sumido en un silencio cargado de arrepentimiento por no haber abandonado la habitación antes de que la situación se tornara tan inquisitiva. Por su parte, Rose se esforzaba por mantener la calma, procurando ocultar cualquier rastro de nerviosismo frente a sus amigas.

Cuando finalmente decidió abrir la puerta, los ojos de Morgan e Isadora se posaron en ella, expectantes, aguardando a que rompiera el silencio con sus palabras. Rose, con una sonrisa que pretendía ocultar cualquier indicio de intranquilidad, formuló la pregunta que flotaba en el aire.

—¿Qué hacen aquí? —inquirió, tratando de aparentar normalidad.

Morgan, con una mirada analítica que escudriñaba su rostro en busca de respuestas, respondió con una explicación que revelaba su preocupación.

—Luna nos comentó que no habías asistido a clases. Pensamos que podrías sentirte mal. Es inusual que faltes a clases, Rose —añadió, examinando detenidamente sus facciones en busca de cualquier señal de malestar.

En ese momento, Luna, la amiga comprensiva que había intentado anticiparse a la situación, entró en escena, agregando su perspectiva a la escena.

—Rose, les dije que no vinieran; yo me ofrecí a cuidar de ti. Pero parece que ya estabas siendo atendida —murmuró en un tono apenas audible, más para sí misma que para el resto, mientras dirigía una mirada significativa hacia la cama de Rose.

Morgan avanzó con paso firme por la habitación de Rose, observando con gesto crítico el caos que reinaba en cada rincón. La ropa dispersa, libros apilados de manera desordenada y papeles revueltos en el escritorio creaban una escena de anarquía visual.

—¿Por qué toda tu habitación está en este estado? —inquirió Morgan, deslizando la mirada sobre los objetos desordenados en el escritorio.

Con una mueca de desdén, Rose respondió con sarcasmo: —Adelante, pueden pasar e interrogarme como si mi habitación no tuviera vida propia.

—No estamos interrog... —Morgan se detuvo abruptamente al notar la presencia de alguien más en la habitación, y Rose la miró con curiosidad.—¿Quién es?

—¿Quién? ¿De qué hablas? —preguntó Rose, con expresión de confusión genuina.

—¡Maldición! ¿Quién demonios vino aquí? —exclamó Morgan, dirigiéndose rápidamente hacia la cama de Rose. Recogió una corbata de Slytherin que yacía desordenada sobre las sábanas, revelando su evidente molestia ante la presencia de un intruso en el caos de su habitación.

—No tengo la menor idea de cómo llegó eso ahí —intentó explicar Rose.

—Morgan, creo que estás exagerando. ¿Quién de Slytherin vendría a ver a Rose? —comentó Isadora con simpleza, tratando de restar importancia al asunto.

En ese momento, un ruido proveniente del baño captó la atención de todas. Rose miró a Morgan, pero esta última, con agilidad, llegó antes y abrió la puerta, revelando la presencia de Draco.

—Eres un imbécil —le espetó Morgan, a punto de lanzarse contra él, pero Rose se interpuso antes de que pudiera golpearlo.

—Sabías perfectamente que esto pasaría, pensé que Zabini te lo había advertido —explicó Draco sin apartarse de Rose, añadiendo una capa de complicidad a la situación.

—Draco—reprendió Rose al ver a Draco desafiando a Morgan—. Basta. Ninguno de los dos se peleará porque tengo clase y no quiero que esto se haga más grande.

𝐑𝐨𝐬𝐞𝐥𝐥𝐚 𝐆𝐫𝐚𝐧𝐠𝐞𝐫 | 𝐃𝐌 | +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora