𝐈𝐗

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Rose se sumergió de lleno en los ensayos para las audiciones, compartiendo la pista de Quidditch con Ron, quien también buscaba un lugar en el equipo de Gryffindor. Bajo la atenta supervisión de Harry y Ginny, el dúo trataba de perfeccionar sus habilidades, aunque las ocurrencias de Ron amenazaban con enviarlo directo al ala hospitalaria, especialmente después de un truco espectacularmente fallido.

Ginny, con la paciencia de una madre de la escuadra de Quidditch, y Harry, con sus años de experiencia, intentaban guiar a Ron hacia la destreza en lugar de los accidentes. Mientras tanto, Hermione, la eterna estudiosa, observaba a su hermana con una mezcla de orgullo y preocupación. No estaba convencida de que Rose debiera dedicarle tanto tiempo al deporte en detrimento de sus estudios, pero era evidente que las ansias de explorar y experimentar nuevas experiencias superaban cualquier consejo sensato que Hermione pudiera ofrecer.

Acompañando a Hermione, Luna Lovegood observaba la escena con sus ojos soñadores, como si pudiera percibir la magia no solo en las escobas y las jugadas, sino también en los anhelos y sueños de cada estudiante en el campo. En un rincón, Benedict, el constante seguidor de Rose, parecía estar presente en cada paso que daba la joven, como una sombra curiosa.

Mientras Hermione dirigía su mirada más allá de la cancha, se percató de la presencia de dos estudiantes de Slytherin y otra de Ravenclaw que compartían un rincón apartado. Luna, como si leyera los pensamientos de Hermione, calmó sus inquietudes.

—No están aquí para molestar —anunció Luna en su tono calmado y enigmático mientras señalaba a la dirección que captó la atención de Hermione,— Isadora es amiga de Rose.

—¿Sí? ¿Y las otras dos serpientes? —inquirió Hermione con expresión dubitativa.

Luna, siempre serena ante lo desconocido, afirmó con confianza mientras dirigía su mirada hacia Rose.

—Ellas son amigas de Isadora. Mira, lo logró, Rose consiguió hacer el truco que Ginny le enseñó.

Hermione no pudo contener su orgullo al ver a su hermana triunfar y aplaudió, acompañando la ovación con una sonrisa genuina. Sin embargo, su atención se desvió hacia las otras tres chicas, las dos serpientes y la Ravenclaw, que también celebraban el éxito de Rose.

—¡Esa es mi chica! ¡Yo la eduqué! —se escuchó decir a una de las serpientes, lo que llevó a Hermione a dirigir su mirada hacia Rose con una mezcla de asombro y curiosidad.

Intrigada, Hermione volvió a Luna con una pregunta que había estado rondando en su mente.

—Luna, ¿Rose tiene la habilidad de comunicarse con las serpientes? —preguntó Hermione, buscando respuestas.

Luna, por un momento inmersa en sus pensamientos, respondió con cierto nerviosismo.

—No, bueno, con algunas, pero solo para formar equipos —aseguró Luna antes de agregar con un toque de distracción—. ¿Te he mencionado que estoy tejiendo un gorro?

Hermione persistió en su interrogatorio, centrando su atención en la relación de Rose con Morgan.

—¿Y qué hay de Morgan? ¿Rose se ha llegado a comunicar con ella? —preguntó Hermione.

Luna, tratando de sonar segura, respondió con cautela:

—¿Cómo conoces a Morgan? Yo no la conozco, solo sé que existe por algún lado, pero no le hablo.

Hermione, con una mirada aguda, no pasó por alto la evasiva de Luna.

—Es amiga de Malfoy. Es claro que si intenta acercarse a Rose, no son por buenas intenciones —declaró Hermione, sus ojos ahora fijos en su hermana—. Aunque estoy segura de que Rose jamás haría algo malo.

𝐑𝐨𝐬𝐞𝐥𝐥𝐚 𝐆𝐫𝐚𝐧𝐠𝐞𝐫 | 𝐃𝐌 | +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora