Pasaron el resto del día así, acostados en la cama abrazados y hablando de la familia que tendrían, la familia con la que soñaban.
El pelinegro parecía un niño pequeño, lo único que quería eran los mimos y el cariño de su esposa mientras escuchaba los escenarios que ella le planteaba acerca de cómo sería su familia, solo quería eso, estar con ella así.
No se levantaron más que para ir al baño o para buscar en la puerta la comida que les llevaba el chef, cosa que Jughead había pedido porque no quería cocinar ese día o que su esposa se separase de el siquiera por cinco minutos, necesitaba olvidarse de la horrible pesadilla que tuvo en la mañana.
La necesitaba con él.
- Juggie, tengo que decirte algo. -murmuró Betty mientras acariciaba su cara con delicadeza, trazando una línea imaginaria que unía todos sus lunares.
- Dime, Betts. -pidió mirando al techo mientras movía su mano derecha de lado a lado en el brazo de su esposa.
- Yo... Te dije lo de tener hijos porque además de quererlo... Olvidé un día tomar la pastilla. -confesó en voz baja un poco apenada.
El rápidamente se sentó en la cama para mirarla a los ojos, su mirada llena de sorpresa y confusión. - Nena... ¿Estás embarazada? -preguntó en un susurro.
Ella negó dejando su mano en la mejilla del pelinegro. - No, Juggie, pero pensaba que si.
- ¿Que? -preguntó aún más confundido.
La rubia hizo que el volviera a recostarse como antes y continuó acariciando su cara. - El día que saliste de la cárcel y yo del hospital, cuando volviste esa madrugada de la central nosotros tuvimos sexo, ¿Lo recuerdas?
El asintió con su mirada en el techo.
- Ese día y el anterior, es decir, los días que estuve en el hospital olvidé por completo tomar la pastilla, los días siguientes lo seguí haciendo normalmente, pero me di cuenta de que la olvidé esos dos días cuando llegamos aquí. -confesó.
- ¿Y como es que no estás embarazada? No entiendo. -suspiró.
- Tuve mi periodo la semana pasada, Juggie. -le recordó. - Justamente dos días después de llegar... Ya yo te había dicho que quería tener hijos, pero al día siguiente me di cuenta de que tenía mi periodo justo cuando me tocaba y bueno... Descarté la idea del embarazo. -confesó.
El cerró sus ojos. Ella seguía acariciando su cara y el le tomo esa mano para dejar un beso en ella. - Podías decírmelo, y lo siento si no lo hiciste por como reaccioné el día que me hablaste de tener hijos, perdóname, en verdad tenía miedo.
Ella sonrió de lado. - No te preocupes, Juggie. -negó recostándose a su lado y dejando su cabeza recostada en su pecho. - No importa.
El plantó un beso en su cabeza. - Si importa, mi amor, no quiero que sientas miedo de decirme algo a mi, intentaré controlar más mis reacciones para la próxima, ¿Si?
La rubia asintió y luego habló. - Por eso te amo, Juggie. -murmuró. - Eres el mejor esposo. -dijo cerrando sus ojos.
- Tu eres la mejor esposa, preciosa. -afirmó. - También te amo. -correspondió mirándola con una sonrisa ladina.
•
Al día siguiente la rubia despertó sintiendo besos alrededor de toda su cara, por lo que, al abrir los ojos y ver a su esposo sobre ella una sonrisa cerrada se formó en sus labios.
- Buenos días, preciosa. -saludó el mientras acariciaba su mentón.
Ella cubrió su cara con sus manos mientras bostezaba y frotó levemente su ojo izquierdo. - Buen día, Juggie.
- Nos preparé el desayuno, ¿Me harías el honor de ir conmigo a la terraza, desayunar en el sofá frente al fuego y cubiertos con las mantas porque hace frío? -preguntó con una sonrisa algo divertida.
Ella soltó una risita. - Claro, Juggie, pero antes iré al baño.
El dejó un casto beso en sus labios y se levantó saliendo de la habitación luego de decirle que estaba bien.
Cuando Betty salió, minutos después, ya su desayuno estaba en una bandeja sobre una mesita circular de la terraza donde había un sofá grande.
Se abrazó a sí misma ya que hacía frío y se sentó junto a su esposo quién la envolvió en una manta gruesa y luego le tendió el plato con su desayuno que era conformado por dos panqueques, dos huevos fritos y bacon. Además en la mesa estaban sus bebidas, dos vasos de zumo de naranja y dos tazas con capuchino.
- Me duele todo el cuerpo, Juggie. -la rubia se quejó de forma dramática. - Ayer caminamos mucho.
El soltó una risa. - ¿De verdad te duele mucho, o solo me estás recordando indirectamente que debo hacerte masajes? -enarcó una ceja.
- Ambas. -sonrió con inocencia. - Ayer no me hiciste masajes. -le recordó.
El asintió. - Hoy lo haré, tranquila. Pero pensé que hoy podríamos salir también. -propuso.
Ella enarcó una ceja. - ¿A donde?
- No es tan lejos, es en esta misma región. -comenzó a explicar el. - Es otra ciudad, se llama Molshein y está a casi una hora de aquí en auto, ¿Quieres?
Ella asintió. - Bueno, está bien. -aceptó. - Vayamos.
- Bien, luego de terminar aquí. -señaló su desayuno. - Iremos para darte tus masajes y luego nos vamos.
- Okis. -la rubia le dio una pequeña sonrisa que el devolvió.
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Holiss 💗
¿Opiniones?
Disfruten el capítulo, espero que les guste!
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Criminal Love | Bughead | +18
Fanfic¿Que harías si por tu profesión y trabajo tu compañero te pide ayuda en uno de los casos más importanten en el que debes atrapar al mafioso más grande es Estados Unidos? El cual también... Es el amor de tu vida. Esa pregunta se hacía Elizabeth todos...