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Luego de dos semanas de descanso en aquella ciudad de Francia la pareja ya volvía a New York en su jet. Eran siete horas de vuelo, pero luego de dormir casi todo el viaje, ahora, a menos de una hora de aterrizar, ambos estaban despiertos.

Estaban sentados frente al otro en la mesa del jet comiendo unas galletas de chocolate, Betty las acompañaba con un capuchino y Jughead con una taza de café normal.

- Entonces... Ya que ambos lo queremos, ¿Vamos a esperar un tiempo? -el preguntó mirando las galletas en la bandeja con una sonrisa ladina.

Ella enarcó una ceja. - ¿De qué hablas, Juggie?

- De tener nuestra familia, nena. -explicó levantando su cara para mirarla a los ojos.

Ella también sonrió al escuchar eso y soltó una risita. - ¿Tú quieres esperar?

- ¿Yo? Eh, bueno, la verdad no... -negó. - Pero haremos lo que tú quieras.

Ella estiró su mano sobre la mesita para entrelazarla con la de su esposo. - Juggie, te amo y me gusta que tomes en cuenta lo que quiero, pero por una vez en tu vida piensa en ti también, por favor. -le pidió. - Ya tenemos claro que queremos formar nuestra familia y para mí no hay ningún problema si lo hacemos ahora mismo o en diez meses, así que tú dime lo que quieres.

El sonrió de lado. - Está bien, entonces, debo decirte que yo lo quiero ahora, no quiero que esperemos más. -confesó.

Ella dejó un pequeño apretón en su mano. - No vamos a esperar. -se levantó para inclinarse hacia adelante en la mesa y unió sus labios. - Te amo.

- Yo te amo más. -él murmuró tomándola del cuello.

Ella se sentó de nuevo pero Jughead se levantó y caminó para sentarse junto a ella en su asiento. Volvió a dejar su mano en el cuello de la rubia y la otra justo en su muslo mirándola fijamente a los ojos.

- ¿Haremos a nuestro primer hijo en un avión? -ella preguntó en un murmuro bajando su mirada a los labios de su esposo.

Una sonrisa ladina se formó en sus labios. - No, preciosa, no en cualquier avión, en nuestro avión. -ambos soltaron una mínima risa mirando los labios del otro y nada más, y así, comenzaba a formarse la tensión.

Se escucharon dos toques en la puerta que dividía el área donde ellos estaban de la cabina de control y dónde estaban las azafatas.

Jughead, sin despegar la mirada de su esposa, sin soltarla o siquiera dejar de tocarla, exclamó: - ¡No ahora! -se negó. - Y cuando aterricemos, todos váyanse y nos dejan aquí. -ordenó con seriedad.

La persona que tocó la puerta al otro lado no hizo nada más, y cuando él supo que ya nadie podría fastidiarlos acercó a su esposa a sí mismo para besar apasionadamente sus labios.

Al no tener tanto espacio en el asiento tras la mesa el la tomó de la mano y la guió a un sofá, donde el se sentó y la dejó a ella sobre su regazo sin dejar de besarla.

Ella ahogó un jadeó que quiso salir de entre sus labios cuando Jughead bajó la camiseta y aún con se brasier puesto dejó un apretón en uno de sus pechos.

- No tan fuerte. -ella pidió en un murmuro.

Mientras bajaba sus besos a su cuello el habló. - ¿Te dolió?

- No, solo tengo molestia. -explicó.

- Bien. -el susurró con la voz ronca y metió su mano en los shorts de la rubia. - Ahora basta de charla, quiero escucharte gemir mi nombre, nena. -pidió.

- N-no puedo aquí... -ella murmuró con sus ojos cerrados cuando sintió los dedos de su esposo tocarla a través de sus bragas.

- No fue una pregunta, fue una orden. -mordió el lóbulo de su oreja. - Me importa una mierda quien te escuche, así que quiero escucharte. -dijo demandante.

Y como siempre... Ella le hizo caso y obedeció, por eso, cuando sus dedos la tocaron directamente al hacer las bragas a un lado, un ruidoso gemido salió de sus labios, mientras sus piernas temblaban levemente en anticipación.

- Vas a tirar esas pastillas. -el ordenó en su oído. - Porque hoy haremos a nuestro primer bebé. -susurró.

- ¡Jughead! -ella gimió cuando dos dedos de su esposo la penetraron haciendo que el sonría.

Betty se quitó su propia camiseta, y ya que él tenía una de sus manos muy ocupadas dentro de sus shorts, también se quitó el brasier dejando caer ambas prendas en el piso.

El seguía moviendo sus dedos dentro de su esposa como el experto que era mientras besaba y mordía su cuello de manera hambrienta, y entonces le murmuró al oído: - Quitame la camiseta, Elizabeth. Desnúdame para ti, solo tú tienes ese derecho.

Ella gimió y mordió su labio inferior. Sus ojos se abrieron y ambos conectaron sus miradas cuando se sintió vacía porque Jughead sacó su mano de su short, entonces Betty le quitó la camiseta y se levantó para bajar sus pantalones y bóxers a la vez.

Tal y como el dijo, estaba desnudándolo solo para ella porque nadie más tenía ese derecho y nadie más nunca lo tendría.

Se arrodilló frente a su esposo y tomó entre sus manos su miembro erecto, y mientras lo masturbaba de manera lenta comenzó a besar y morder la piel de su entrepierna, dejando algunas marcas para hacerle saber que le pertenecía, así como ella a él.

- Elizabeth. -el soltó un gruñido cargado de placer que hizo efecto en el cuerpo de su esposa, haciendo que una corriente eléctrica corriera por toda su espalda. - Levántate. -soltó solo esa palabra cargada de seguridad, haciéndole saber que era una orden.

Ella lo hizo y Jughead la acercó a él de la cintura. Con sus manos a cada lado de ella bajó lentamente hasta estar dentro de sus shorts y abrió el elástico bajándolo con toda la lentitud y paciencia que tenía, volviéndola loca.

La rubia solo miraba atentamente sus movimientos, mientras de manera inconsciente mordía su labio inferior y tenía sus ojos cristalizados.

A los shorts le siguieron sus bragas, así quedando completamente desnuda frente al amor de su vida, esposo y padre de sus futuros hijos. Conectaron sus miradas, y aunque en ese momento ella estaba de pie y el sentado, no importaba, solo con una mirada de él cualquiera podía deducir que era él quien mandaba, quién tenía el control.

Se inclinó a su esposa y comenzó a regar besos desde su abdomen hacia su monte de venus, con sus manos hundiendo y amasando entre sus dedos la piel de su trasero.

- Jug. -ella tiró su cabeza hacia atrás a la vez que soltó un jadeó, y para sostenerse bien dejó sus manos en los hombros del pelinegro.

- Te amo, Elizabeth. -el soltó con la voz ronca haciendo que ella bajará su cabeza de nuevo para mirarse a los ojos. - No tengo palabras para describir cuánto te amo, pero quiero que lo sientas siempre.

- Lo siento. -ella aseguró. - Se que es así, porque yo te amo de la misma forma, te amo con locura.

El sonrió de lado y relamió sus labios sin desconectar sus miradas. - Ven aquí. -pidió en un susurro.

Ella se sentó en su regazo y él la ayudó a arreglarse de manera que su miembro erecto se perdió entre los labios vaginales de la rubia llenándola completamente.

Aún mirándose a los ojos, él tomándola del cuello y ella clavando sus uñas en su espalda, al sentirse completamente unidos sin ningún tipo de barreras entre ellos, ambos soltaron un gemido.

Así estuvieron un rato, perdiéndose en el placer y en los ojos del otro, entre besos hambrientos y movimientos apresurados.





















Estos dos no pierden el tiempo 😇

¿Que tal todo?

Espero que les guste, comenten aquí sus opiniones del cap y que creen que pasará después!

Bye 💗

Criminal Love | Bughead | +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora