79 » Adictos

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El pelinegro bajó las bragas de la rubia dejándola desnuda de la cintura hacia abajo, mientras sostenía su vestido en su cintura para que no fuera interferencia.

Acercó su boca a su entrepierna, a su centro húmedo. Ella jadeó y cerró sus ojos con fuerza solo al sentir el aliento de su esposo ahí, pero cuando pasó su lengua entre sus labios vaginales no logró callar el gemido que salió de su garganta.

- Jughead. -gimió.

El sonrió, dejando apretones en su trasero mientras continuaba otorgándole placer con su lengua. Sus gemidos y jadeos eran música para sus oídos, y así como ella era adicta a recibir placer de su esposo, el era adicto a dárselo por escuchar cada ruido lleno de placer, al escuchar su nombre salir en jadeos entrecortados.

Ellos, sin duda, eran la droga del otro.

Eran adictos al otro.

- Preciosa... Quiero que te corras en mi boca. -dijo sin separarse completamente de su centro. - ¿Puedes?

Ella asintió sin decir nada, tomando los cabellos negros de su esposo entre sus manos para apegarlo más a ella.

- No te escucho.

- S-si, Jug.

El sonrió y asintió, para así continuar con su trabajo y cumplir su cometido; hacer retorcerse a su esposa de placer, ver sus piernas temblar y agitar su respiración.

Cuando ella soltó otro gemido y dejó una de sus piernas sobre su hombro, el pelinegro sintió su miembro dar un tirón dentro de sus pantalones.

Mierda, ¿Cómo su esposa era tan caliente?

Luego de unos minutos, ella por fin de corrió, soltando todos sus fluidos los cuales el limpio con su lengua y se levantó para tomarla de las mejillas y unir sus labios en un beso para nada inocente.

Ella abrió la chaqueta del traje de su esposo y se la quitó, dejándola caer al piso, y sin separar sus labios, comenzó a deshacer el nudo de su corbata. Cuando también le quitó la corbata, siguió por desabrochar los botones de su camisa blanca.

El mismo se terminó de quitar la camisa dejando su pecho desnudo, y luego se separó de sus labios para tomar los orillos del vestido de su esposa y sacárselo por la cabeza.

- Mi amor. -se inclinó a besar el valle de sus pechos apresurado. - Me vas a matar. -gruñó, acercándola más mientras la tomaba del trasero y dejaba apretones ahí.

Cuando estuvieron ambos completamente desnudos el la cargó en sus brazos y caminó hasta la cama para sentarse en la orilla de esta, con su esposa en su regazo.

Volvieron a besarse de manera apresurada, abriendo sus bocas y entrelazando sus lenguas en el proceso.

- Móntame, nena. -exigió.

- Busca un condón.

El bufó, ¿Era necesario? Si lo era, pero estaba tan concentrado en el placer que se daban que no quería ni separarse un solo segundo de ella, aún así lo hizo y fue hasta su clóset por un condón.

Volvió con ella y se lo puso, entonces la rubia se levantó para alinear el miembro de su esposo en su centro, y al dejarse caer la penetró completamente.

Comenzó a mover sus caderas, a dar pequeños saltitos y hacer movimientos al mismo ritmo que el, tomándose de los hombros de su esposo para mantener el equilibrio.

Ella fue la primera en correrse, pero no pudo separarse ni un poco debido al fuerte agarre que el tenía en su cintura.

- Continua, Elizabeth, no te vas a separar de mi ahora. -ordenó en su oído.

Ella tomó una respiración con sus ojos cristalizados y las piernas temblorosas, así que continuó con sus movimientos perdiendo un poco el ritmo debido a lo sensible que se encontraba, y su cuerpo reaccionaba solo, por lo que con cada arremetida de él dentro de ella sentía espasmos que la volvían loca.

- Correte otra vez, amor. -pidió. - Vamos, se que lo necesitas.

Y así fue como ella se corrió por tercera vez, entonces fue ahí cuando el pelinegro dejó de embestir y salió de dentro de ella. Besó su mejilla y dejó su cabeza sobre su hombro, acariciando su espalda con sus grandes manos.

- ¿Estás cansada?

- S-si. -respondió agitada.

- Pues lo siento, pero aún no he terminado contigo. -volvió a levantar su cara. - Me diste el derecho de hacerte correr las veces que quiera, así que ponte en cuatro. -ordenó.

Ella mordió su labio y se levantó para caminar torpemente alrededor de la cama y subirse en esta, poniéndose sobre sus manos y rodillas.

El sonrió al verla así en la cama. - ¿Te he dicho lo hermosa que te ves siguiendo mis órdenes? -cuestionó arrodillándose detrás de ella.






















Buenos días 😇

Criminal Love | Bughead | +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora