Capítulo 7.-

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¿Y ahora? ¿Qué sigue? No tengo más lugares de posibles empleos para visitar al menos por esta semana, y no tengo donde pasar la noche. Sigue lloviendo y en la calle no puedo dormir sin morir de una hipotermia; puedo volver a la galería de algún local, pero ya me han advertido que no es hotel.

Camino y camino lo que parece una eternidad, la maleta me pesa, me pesan las piernas, me pesa la vida.

Me siento en la banca de un parque cuando la lluvia cesa; intento contemplar todas las posibilidades, pero en realidad no tengo ninguna. Observo un poco más allá y veo a un vagabundo acostado cubriéndose con hojas de periódicos; y por Dios que yo no quiero terminar así, además que ni periódico tengo...

Mi madre no ha vuelto a llamarme ¿tan rápido la hizo cambiar de opinión mi padre? ¡No, claro que no! Ella jamás me haría eso.

En cambio sí hablo con Tae, le cuento sobre la posibilidad de ese trabajo y me da muchos ánimos, pero le miento diciendo que he encontrado un lugar donde dormir; él ya tiene demasiada preocupación por la salud de su futuro suegro como para agregarle una más. Y en verdad yo no estoy acostumbrado a pedir ayuda, nunca la he necesitado. Hasta ahora...

Me quedo profundamente dormido en la banca, igual que aquel vagabundo. Ya no me importa, estoy harto de todo. De repente me despierta un zamarreo y una mirada de lástima; se posiciona en cuclillas a mi lado un hombre de unos 50 años con una canasta con pan y un vaso con café caliente. Me lo entrega y junto a ello un volante:

CASA DE ACOGIDA PARA PERSONAS SIN HOGAR

INGRESO: 18.00 HS

EGRESO: 08.00 HS

CONDICIONES: RESPETAR LOS HORARIOS, LA LIMPIEZA Y A LOS COLABORADORES

Le agradezco con la mirada porque no puedo hablar, no me salen las palabras, él me ha mirado con la misma pena que yo miraba muchas veces a la gente sin hogar que pedía dinero en la puerta de alguna iglesia. ¿Yo soy esto ahora? ¿Yo soy un vagabundo más? ¿Pero cómo papá permitió que me pase esto? En realidad no lo permitió, él lo generó... ¿Cómo estoy en esta situación? ¿Como me ha pasado esto? Dios mío, dame fuerzas para soportar esto.

El frio no me deja pensar mucho más. Y aquí estoy yo, en un gran galpón, acostado en una colcha sobre el duro suelo, rodeado de decenas de personas con las ropas andrajosas, con desagradables olores corporales, con pedazos de mantas rotas que arrastran entre sus pocas pertenencias. Algunos duermen, otros se quejan de algún que otro dolor, físico o del alma, los niños lloran pidiendo por sus padres o por sus juguetes. Estuve temeroso de ingresar, pero pensé que no me puede pasar nada peor de lo que me está pasando; así que tomé coraje y me inscribí.

Por supuesto que no logro dormir, pero al menos estoy bajo techo. Me encuentro desabrigado, sucio, hambriento; pero tengo las emociones dormidas. Solo observo el techo lleno de telas de arañas sin pensamiento alguno. Nos entregan más café durante la madrugada porque el frio es atroz y rescato por ahí algún que otro pedazo de pan. No puedo creer que un estómago, mi estómago, pueda rugir de esta manera.

Jamás antes he sentido hambre, o frío, o miedo. Y ahora tengo todo el combo completo; me siento tan miserable...

Paso unos cuantos días así, por las noches voy al hogar de acogida y por el día deambulo entrando a cualquier lugar ofreciéndome como trabajador.

Aunque sé que por lástima el cuidador casualmente hace su ronda cuando llego, puedo ducharme en el baño del mismo centro comercial, al menos no apesto tanto, pero mi ropa ya está sucia y rota, el cabello desordenado, largo y opaco, la piel agrietada por el frio, los labios rotos de tanto morderme por los nervios... la vida es una porquería.

El padre de Yoongi no mejora, y aunque Tae me llama religiosamente todos los días, no le puedo contar sobre mi situación actual; solo me limito a decirle que estoy bien, que tengo un techo y comida, aunque aún no tengo empleo. No puedo ser egoísta, no con Tae.

Mi madre ya casi no me llama, supongo que las cosas con mi padre están peor; y lo último que quiero es que ella sufra, o peor aún, arruinar su matrimonio; ella no lo merece. En la última llamada, hace dos días, me contó que en ningún momento mi padre le preguntó por mi paradero, él solo mencionó que seguramente había encontrado a algún machito para que me diera un techo y comida! ¡Por Dios! ¿Qué acaso no me conoce ese hombre; no se da cuenta que sigo siendo su hijo?¿Cuál es el motivo para que mi padre se haya convertido en esto?

Y justo ahora es cuando descubro que el corazón sí duele, y mucho. En esta instancia lloro en cualquier lugar y en cualquier momento, casi sin darme cuenta las lágrimas salen solas, y aunque me proponga no pensar más, ni en las desgracias ni en las posibles soluciones, no hay manera alguna de voltear la situación.

...simplemente vivo, camino, respiro... sobrevivo.



¿Qué me estás haciendo, nene? ||KOOKMIN||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora