Capítulo 8.-

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Llegó una nueva semana y vuelvo a recorrer los lugares que en el periódico me daban una esperanza, pero nada. Lo que piden no lo sé hacer y aunque lo intento siempre fallo. Además mi aspecto no ayuda, más de una vez me han corrido del lugar antes de que pueda entrar a solicitar el empleo. Me dicen que no dan limosnas ni comida gratis y cada vez que escucho algo así, me siento aún mas miserable.

Ya soy habitué del hogar de acogida, me he hecho de mi lugar en un rincón y tengo mis propias mantas; ayudo a repartir el café y el pan y limpio un poco el lugar cada día como para mantenerme ocupado y devolver un poco toda la ayuda que ellos me dan. A veces me quedo observando a mi alrededor y no puedo creer cuánta gente vive en esta situación; cuánta gente pasa hambre, frio, soledad. ¿Qué les habrá pasado para que acaben en esta situación? Observo a los ancianos dormir sobre la fina colcha y me estrujo al pensar sobre su dolor de espaldas en este momento, cuando deberían estar durmiendo sobre un cómodo colchón en una cálida casa.

Con los niños es diferente, algunos de ellos parecen no darse cuenta de la situación en la que están. Y creo que es mejor así; a veces ignorar ciertas cosas te hace vivir en paz.

Allí, en el cuarto donde guardan los productos de limpieza, conozco a Yuri. Luego de la presentación correspondiente ella me cuenta que es colaboradora aquí en el refugio desde hace algunos años, ya que en un pasado estuvo en una situación similar cuando sus padres la habían abandonado para irse fuera del país porque ella les resultaba un estorbo para sus planes profesionales; y aunque ahora su realidad es diferente, no olvida que en el hogar la han ayudado en su peor momento y está comprometida en devolver esa ayuda. Nos llevamos bien desde el principio, ella es muy graciosa y algo explosiva, y aunque quiere darme dinero, luego de que le conté mi historia, no lo quiero aceptar, ya no lo necesito ¿para qué? Tengo donde dormir, una taza de café caliente y un pedazo de pan; con eso es suficiente. ¿Qué más puede pretender un tipejo como yo? No valgo nada, destruí mi vida, mis planes, mi futuro... ¿a cambio de qué? ¿En qué estaba pensando? Destruí a mi familia...

Han pasado ya ocho días desde que en la empresa del señor Jeon me han dicho que me llamarían, pero nada. ¿Será que mi currículo no es lo suficientemente completo para una empresa de tal magnitud? o quizás es solo por la ropa que llevaba ese día en el que conocí al señor Jeon; tal vez el CV se mojó tanto que se corrió la tinta y no se pudieron leer mis datos...

Pero... ¡¡¡mierda!!! Hace dos días que no cargo la batería de mi móvil!!! ¿Que tan estúpido puedes ser Jimin? ¡Cómo te van a llamar si tienes el móvil apagado, joder!

Me armo de valor, arreglo mi aspecto lo mejor que puedo y me dirijo directo a la empresa; pensando que seguramente me encontraría con la secretaria cara de vinagre que me ha recibido la otra vez, pero no me importa. Al menos me sacaré la duda de si aun esta disponible el puesto, o si me han llamado.

La tal Binna solo me ve ingresar y fue suficiente para poner su mejor cara de bruja. ¿Pero qué tiene esta mujer conmigo?

Con toda la educación del mundo me presento nuevamente:

-Buenos días Señorita, soy Park Jimin. He dejado mi currículo la semana anterior, y ya que he perdido mi móvil -mentí-vengo a disculparme por si han intentado comunicarse conmigo y no lo han logrado-

La observo dudar su respuesta, la muy zorra seguramente está buscando en su malvado cerebro algo que decirme para hacerme sentir mal.

-Si... lo recuerdo perfectamente- Me observa de arriba abajo con cara de desagrado otra vez -El señor Jeon ha querido comunicarse con usted en varias oportunidades, pero considerando que no ha respondido a sus llamadas no creo que aun exista la posibilidad de tomar el empleo, y a decir verdad, espero que no lo logre. Asimismo le comunicaré que por fin ha aparecido.-

¿Qué me estás haciendo, nene? ||KOOKMIN||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora