Capítulo 14. Sol y luna

701 115 63
                                    




Lance había despedido a Kay la noche antes y su amigo le había mirado de un modo extraño. Tampoco podía culparlo, en el momento que Art le tocó voluntariamente por primera vez, Lance sintió que sería capaz de hacer cualquier cosa por él.

Y eso era peligroso, realmente peligroso.

No sabía qué podrían hacer con él por haber sacado a un alfa de la única zona donde ellos podían vivir, todos sabían que los alfas no podían habitar con omegas, no podían estar en libertad.

Pero Art estaba ligado a él y le protegería de cualquier peligro.

Había visto las pocas expresiones del alfa, pero verlo sonreír le había tocado puntos en su interior donde nada le había llegado a alcanzar.

Otro día más sin ir a trabajar, pero no podía importarle menos, estaba en el exterior con Art, el alfa no hacía nada en especial. Se había levantado un día soleado en Nube y aquello parecía fascinarlo.

Lance sonrió al verlo moviendo sus duros dedos a través de un rayo de sol, se le notaba disfrutar del calor en su piel.

Habían pasado 24 horas desde que el mismo Art se había inyectado los inhibidores, el maletín venía cargado con inyectables, y un código para reponerlos cuando se acabaran.

¿En algún momento se darían cuenta que no los estaba utilizando?

Era un problema que esperaba no tener que enfrentar, al menos, no en ese momento.

Había comprobado que la IA de la casa no había contactado a sus padres, pero aquel lugar no iba a poder ser eterno para ellos.

Y una parte de Lance sintió que necesitaba un lugar mejor, un lugar seguro, un lugar para ellos dos.

Fue la llamada de Balan la que le hizo recordad a su prometido, y un agujero en su estómago se abrió ante el olvido de la persona que debía ser lo más importante para él.

Su prometido.

—Amor —sonrió Balan— ¿no estás en casa?

Solo Balan se daría cuenta de que aquel fondo no era el de su casa sino la de sus padres, parecía conocerla incluso mejor que él.

—He venido a pasar unos días, el apartamento ha tenido un escape de gas.

Fue la primera mentira que se le ocurrió.

—¿Estás bien? —Balan parecía preocupado— Es uno de los mejores edificios de Nube, es una vergüenza que pasen esas cosas, ¿quieres que hable con alguien?

Por supuesto, Balan conocía a todos aquellos que eran alguien en Nube, pero Lance trató de mantener la calma.

—No hace falta, mis padres no están y no les importa. Me gusta estar aquí si ellos no están.

—No deberías hablar de ellos así —le reprendió su pareja, siempre lo hacía.

—Lo sé, lo sé.

—¿Me echas de menos? —dijo coqueto Balan sabiendo que Lance estaba molesto por siempre ponerse de parte de sus padres.

Pero lo cierto es que Lance no le echaba de menos, y darse cuenta de ello, solo lo hizo sentirse cada vez peor.

—Claro que sí —mintió por segunda vez, el agujero era cada vez más grande e hizo lo que sabía que funcionaría, desviar la atención de sí mismo a Balan —¿Cuéntame, cómo te van las cosas en Roca?

Balan sonrió y comenzó a contarle mil y un detalles de sus reuniones y sus nuevos contratos. Su prometido era el epítome de la belleza omega, era hermoso, magnético y su sonría derretía a cualquier omega. Pero Lance se descubría mirando sobre la reproducción holográfica para centrar su vista sobre el alfa que ahora había descubierto una mariposa.

AlfaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora