Capítulo 41. Voces

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Kay no estaba tan lejos como le hubiera gustado cuando sintió una ola de feromonas, aquellos alfas apestaban, pero no se iría de allí sin Lance.

Estaba de acuerdo con la orden de sacarlo de aquel mundo, de llevarlo de vuelta, allí solo correría peligro, él y todos a los que habían podido rescatar.

Pero esa ola de feromonas no era de ningún alfa, era de un omega, y le hizo sentir completamente incómodo.

Algunas puertas se abrieron y vio salir a los alfas que estaban en ellas desconcertados. Los pasillos de la base se llenaron de alfas apestando feromonas.

No sabía cuántos omegas había en la base, pero algo le hacía temer lo peor, y que la puerta donde Lance estaba con Art no se abriera.

Veía el hambre y el desconcierto en todos aquellos alfas, y las bestias que habitaban en ellos. Algunos permanecían rígidos agarrados a los quicios de sus puertas. Otros ya se estaban acercando a la única puerta cerrada de aquel pasillo.

Algunos le miraban a él directamente, Kay comenzó a hiperventilar, aquel era un lugar para nada seguro como le había tratado de convencer Lovel.

Cuando uno de aquellos alfas casi estuvo a punto de llegar a la puerta de Lance, Kay supo que tenía que detenerlo.

Otros gruñeron, malditas bestias.

—¡No! —dijo Kay con su voz omega, el alfa retrocedió inmediatamente retorciéndose de dolor.

Le había prometido a Lance no volver a usar su voz, pero aquello se estaba saliendo de control y no sabía qué hacer.

No solo le preocupaban los alfas que se habían retirado escasamente, él podría tener un arma contra ellos, pero ellos eran muchos.

¡Fuera! —volvió a atacar.

10 alfas retrocedieron, pero había más, seguían llegando.

A Kay también le preocupaba lo que estaba sucediendo dentro de la habitación, sabía que Lance tenía fuertes sentimientos por Art, pero en esos momentos Kay solo podía ver la parte animal en ellos. ¿Qué le estaría haciendo?

—Hacedle caso, marchaos —la voz de Percy apareció en mitad de aquel coro de gruñidos, algunos excitados otros heridos por su voz.

Se acercó a él a través de los cuerpos temblorosos del resto de alfas, no sin llevarse algún golpe.

—Esto está mal, está completamente mal —se quejó Kay, pero por una vez desde que lo conoció agradeció la cercanía de ese alfa testarudo.

Entonces se dio cuenta de algo ¿No le afectaba como al resto el celo de Lance?

—¡Todos fuera del pasillo, es una orden! —la voz autoritaria de aquel pariente de Percy se hizo eco, seguido por dos omegas, uno era Lovel, pero al otro no lo había visto nunca.

Era pequeño, uno de "esos" omegas, demasiado bonito, demasiado delicado. Su pelo rosa, su ojos claros y un arrullo que hizo a los demás alfas desconectar la mirada de la puerta.

Incluido el alfa que estaba a su lado, el que se había interpuesto entre el resto de alfas y él.

Percy lo miraba embelesado.

Los alfas salieron de allí, poco a poco, como si se trataran de un rebaño y ese omega fuera su pastor.

Percy lo siguió y Kay sintió una odiosa punzada de celos. Era ridículo, pero no era ajeno a los celos, y sabía que solo hablaban de sus inseguridades. Aunque fueran por un maldito alfa cabezota.

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