Capítulo 39. Omegas

371 66 40
                                    

Lance había sido conducido a una de las habitaciones de aquella base militar. No era capaz de imaginar el lugar al que se habían llevado a Art, pero tenía cierto sentido.

Lo que vio de aquellos alfas era que estaban organizados, eran más de lo que había esperado, pero sobre todo, algunos no eran capaces de soportarle la mirada. Como si Lance en algún momento pudiera atacarles.

Sabía de donde procedería esa creencia e intentó tener una sonrisa en sus labios para transmitir calma.

Una calma que a él mismo le costaba reflejar para sí mismo. Se había fugado con Art y habían corrido como forajidos en la oscuridad.

Cuando el grupo de alfas que los había ayudado apareció, el fuerte cuerpo de Art lo cubrió, y estar tan cerca de él había avivado su necesidad. No hacía tanto que se había marchado a una reunión, pero echaba de menos sentirlo contra sí.

Ahora era Lance el que esperaba en una habitación a que llegara Art, y no al revés, como había ocurrido en el pasado.

¿Habrían enviado sus padres a esa brigada de omegas o solo habría sido casualidad?

Lo que era seguro era que su vehículo habría sido localizado, tendrían sus datos, si no habían sido sus padres, pronto comenzarían a buscarlo y eso era peligroso para Art, para todos esos alfas.

Art le había pedido que le esperara, porque al parecer había desobedecido órdenes directas sobre volver a encontrarse. Art las había desoído para verle una última vez y ambos habían sido casi capturados.

Lance se sentía culpable, muy culpable, pero no se arrepentía de haberlo visto, de estar con él, era egoísta, lo más egoísta que había hecho nunca.

Dos golpes sonaron en la puerta, por lo que supo que no era Art.

—Adelante —dijo Lance.

El rostro que apareció le hizo correr hasta él, Kay estaba allí. Un rostro amigo, un omega, sintió el cuerpo más pequeño abrazarle del mismo modo, necesitado.

—¡Estás loco! —dijo Kay pero no había reclamo real en su voz.

Se separaron y notó el gesto de Kay al impregnarse del olor de Art. Todo allí apestaba a su alfa, lo que lo hacía sentir completamente bien, pero quizás para otro omega no fuera del mismo modo.

—¿Podemos salir? —preguntó Lance.

Kay asintió, al parecer su amigo tenía unos privilegios que él no tenía. Paradójicamente, siempre había sido al contrario.

—Vendrán a buscarte —dijo Kay— ellos vendrán a por ti.

Ambos sabían que hablaban de sus padres.

—No esperaba que esto resultara así. —Kay lo había llevado a un patio interior dentro de aquel complejo militar. Agradecía un poco de aire fresco.

—Estáis todos locos por estos alfas. —Lance lo miró, sabía que Kay no era muy partidario de los alfas, y sin embargo, estaba allí ayudándoles. Art le había contado que habían sacado de la cárcel a dos de sus compañeros.

—¿Por qué haces esto? —le preguntó Lance.

Kay miró un momento sus manos, seguían siendo bonitas y delicadas, manos de omega.

—Porque está mal, ya lo sabes.

Lance asintió, era un buen motivo, aunque debía reconocer que no era totalmente el suyo, él que siempre se había considerado una buena persona, clemente y considerado. Sus motivos eran egoístas, Art, él haría cualquier cosa por Art.

AlfaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora