Capítulo 49. Letal

309 56 45
                                    

Lance jugueteaba con uno de los artilugios que había encontrado en aquella base militar. Había descubierto que el interés de los alfas por el pasado era mucho mayor que el de los omegas.

Un pasado que Lance estaba encantado de poder ayudar a descubrir. La Historia los había borrado, sus avances, sus contribuciones. No todo había sido malo, tampoco excelente, pero a Lance cada vez le quedaba más claro que nunca lo era y nunca lo sería.

No cuando una parte de esa sociedad estuviera reprimida. Y al parecer era algo que allí entendían perfectamente.

Había podido conocer a algunos alfas más, y la imagen que había tenido sobre ellos durante toda su vida se acabó por destruir totalmente.

No eran más que seres humanos que querían la opción de vivir sin ser esclavos, ¿no era lo que todos ellos querían?

Reconocía que había algunos con los que se sentía más cómodo que con otros, como ese tal Gareth, le hacía sentir incómodo cada vez que lo encontraba.

Había escuchado de boca del propio Art como habían convivido en la cárcel, como habían sido rivales y como olvidar años de enemistad no era tan sencillo.

Pero sabía que su alfa lo estaba intentando, realmente lo estaba intentando.

Su alfa.

Cada vez que lo pensaba algo revoloteaba en su interior.

Llevaba casi un mes en la base militar, un mes de dormir todas las noches en sus brazos, de que aunque cada uno tuviera cosas que hacer, se encontraban y buscaban continuamente.
Y aunque sabía para lo que se estaban preparando y lo peligroso que era, no dudaba ningún segundo de que su sitio estaba allí, con él, con ellos.

Lovel había vuelto a la ciudad para tantear el terreno.

Habían ido a la clínica preguntando por Kay, habían ido a su apartamento, los estaban buscando a ambos.

Y sabía que su padre no iba a rendirse, eso le hacía agarrarse a los fuertes brazos de Art por las noches cuando soñaba que su padre aparecía con un ejercito omega para destruirlos a todos.

Sus besos le calmaban, su olor, su calor, todo era su refugio. ¿Cómo había pensando que iba a poder vivir sin él?

Archivó el objeto con una sonrisa en los labios cuando Art apareció por la puerta para recogerlo e irse a comer juntos.

El alfa con el estaba trabajando asintió sabiendo que por ese día era suficiente.

Su rutina era muy similar, pero cada vez que Art aparecía su corazón vibraba en su pecho calentándolo.

Una vez fuera de los ojos de su compañero, Art lo atrapó en un beso que sabía a promesa. Lance jadeó cuando los dedos de su alfa acariciaron la marca de su cuello.

Art mordía aquel lugar recurrentemente mientras hacían el amor, lo lamía mientras se duchaban o lo acariciaba cuando lo veía.

El ano de Lance nunca había estado tan lubricado en su vida, y ni siquiera había vuelto el celo.

Sentir que había obligado a Art a servirlo durante su celo hacía tiempo que había dejado de ser un problema, Art lo deseaba continuamente, dejándole claro que el celo solo había sacado lo que ambos habían deseado.

Y Lance lo deseaba, lo deseaba continuamente, como en ese mismo momento.

—Podemos saltarnos la comida —gimió entre los besos de Art.

—No, tienes que comer, pero luego serás mío —contestó Art sosteniendo sus mejillas para que Lance le mirara.

Así era su alfa, no dejaría que Lance no tuviera sus necesidades cubiertas pero cumplía cada una de sus promesas.

AlfaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora