Kay estaba inquieto, le habían llamado de nuevo, solo un par de horas antes.Estaba en el mismo club donde había estado el viernes anterior con Lance.
Lance que no había vuelto a querer verle desde que usó su voz omega con aquel alfa que parecía querer violarlo sobre la encimera de su cocina.
La rabia y la culpa le golpeaban a partes iguales.
Sabía que había sido él el que había obligado a Lance a hacerse cargo del alfa, el mismo alfa que ahora lo tendría contra cualquier cama.
Recordó los enormes cuerpos en la jaula donde combatían, y a los omegas a su alrededor exhumar como animales feromonas de excitación.
Aquello estaba mal, pero a él no le gustaban lo alfas, había en ellos algo que le producía absoluto terror.
Comprobó la hora, se llevaría al perdedor, como la otra vez, pero esta vez no habría subasta. Vestía un uniforme con el logotipo de la empresa de reciclaje biológico de la ciudad, miró a la puerta de la enfermería. De allí saldría un alfa envuelto en la funda biodegradable en la que acababan lo cadáveres en Nube, listo para ser destruido.
Un trabajo rápido, sin complicaciones, vio abrirse la puerta y un par de guardias omegas cubiertos completamente de negro y ocultando sus rostros.
La funda llena de un cuerpo estaba lista, él la transportaría hasta el punto que le habían indicado. Lovel estaría allí, se lo había prometido pero aún así estaba nervioso, él no era ningún activista mucho menos un omega de acción. Él solo era administrativo en una clínica de reproducción asistida y había acabado en un entramado demasiado grande para él.
—Firma los documentos —le dijo uno de los omegas pasándole un holo demasiado rudamente.
Kay miró a la funda, ¿estaba muerto?
Firmó con una huella falsa que le había dado Lovel, nadie le identificaría.
Y se quedó a solas con la bolsa y el alfa que había dentro, su piel se erizó, no podía estar muerto, porque entonces no lo querrían para nada.
Allí había un alfa en algún tipo de inconsciencia y él estaría a solas con él en la furgoneta, no lo pensó, los omegas de la prisión le estaban apremiando para que sacara la furgoneta de allí y cerrar las puertas.
Parecían nerviosos al tenerlas abiertas, así que Kay subió la camilla automática con la bolsa a la parte trasera de la furgoneta.
Cerró con la contraseña que le habían facilitado y se subió a la parte del conductor, agradecía que la conducción fuera realmente asistida porque él no había aprendido a conducir, nunca lo había necesitado.
Marcó el punto de encuentro y se dirigió a uno de los puntos más alejados de Nube.
La parte trasera de la furgoneta estaba bien separada de la del conductor, le daba una sensación de seguridad que iba creciendo a medida que se alejaba de la prisión y se dirigía al encuentro de Lovel.
Creyó escuchar un ruido pero ese alfa debía estar fuertemente drogado para simular que estaba muerto, se lo habían asegurado.
Tenía que estarlo imaginando.
Las luces del vehículo iluminaron a otro aparcado y a su lado estaba Lovel, Kay suspiró con alivio y alegría por primera vez en el día.
Lovel parecía serio pero contento de verlo. Aparcó y salió del habitáculo que apestaba a tensión.
—¿Has tenido algún problema? —le preguntó Lovel, caminando hacia la parte trasera del vehículo.
A Kay le hubiera gustado tener algunos minutos antes de enfrentarse a lo que había estado transportando, y por qué no, poder disfrutar de unos momentos a solas con Lovel, aún recordaba lo cerca que habían estado de besarse.
Pero el omega ya estaba introduciendo la clave de la cerradura.
La bolsa estaba cerrada, Lovel se subió a la parte trasera, pero Kay no tenía ningún interés en seguirle.
Deslizó el cierre de la funda biodegradable y se quedó mirando al alfa en el interior.
—Pero —le dirigió una mirada sorprendida—. Este no es el alfa que tenías que recoger.
Una mano enorme salió de la funda tomando a Lovel del cuello estrangulándolo.
Un gruñido letal lo acompañó y porque Kay era un omega adulto sino estaba seguro que se hubiera meado en los pantalones del miedo al ver salir de la funda a un alfa lleno de rabia que estaba a punto de matar a Lovel.
E hizo lo único que se le ocurrió, solo esperaba que fuera lo suficientemente fuerte.
—¡Suéltale! —gritó lo más agudo que pudo con su voz omega.
αλφα
Gareth sentía que le iba a reventar el cerebro, y que el dolor bajaba por su garganta para arrancarle el estómago.
—¡Suéltale! —volvió a atacarle el otro omega, el que tenía en su mano estaba a punto de morir si solo apretaba un poco más.
Sus ojos eran violetas y entonces supo quién era.
Una nueva ráfaga y aunque hubiera querido no hubiera podido continuar, vomitó todo el contenido de su estómago apretando sus sienes.
El omega seguía gritando, iba a matarlo, por fin, iban a matarlo.
El combate no había ido como él esperaba, Percy había sido un rival mucho más duro de lo que él había imaginado y acabó bajo sus puños humillado.
Los ojos claros lo miraban sin rastros de duda, lo iba a aplastar. Solo recordaba los golpes sin cesar. No esperaba morir esa noche, y por lo que parecía sí sería su destino final, a menos que ese omega parara.
—¡Ya, Kay! —dijo el omega de los ojos violetas con la voz áspera entre toses.
Solo así, ese omega, Kay, paró.
Gareth lo miró, estudiando su rostro, le pagaría el daño causado, se lo pagarían ambos.
Pero el dolor fue remitiendo hasta lo humanamente soportable, la pelea lo había dejado destrozado físicamente ahora empezaba a notar el dolor en todo su cuerpo, pero ese omega le había dañado en el sistema nervioso.
Prefería los puños de un alfa a ese tipo de tortura.
—Estate quieto —le pidió el omega de los ojos violetas, no reconocería que aunque hubiera querido estaba tan jodido que no podría escapar de allí.
La puerta se cerró y lo dejó a oscuras, encerrado, sin comprender qué estaba pasando, pero teniendo algo claro, por lo que había visto no estaba más en la prisión.
Sus dudas estaban empezando a tomar cuerpo, los sacaban de allí, los sacaban vivos de allí.
Él estaba fuera y eso solo podía significar una cosa.
Escapar.
Pues aunque os parezca mentira, en la historia solo ha pasado una semana, de viernes a viernes y ya tenemos dos alfas fuera.Mi Percy "algodoncito de azúcar", es mucho alfa, ojo-cuidado.
Si Art se entera que su eterno rival está libre, ¿cómo reaccionará?
¡Feliz lunes!
Besos
Sara
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Alfa
RomanceEn un mundo donde ser alfa es sinónimo de criminal, Art es el mejor candidato para pagar todos los males en sí mismo. En un mundo donde ser omega es la única opción adecuada, Lance conocerá que no todo es lo que parece.