Capítulo 16. Heridas

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Lance había vuelto a llamar al museo, había avisado que seguía sin encontrarse bien y que era posible que no fuera en toda la semana.

Solo le habían dicho que se recuperara y había terminado la conversación sintiéndose de algún modo frustrado.

Cada día era más consciente de que nadie esperaba nada de él, al inicio los rumores de que solo estaba allí para vigilar y aparentar le dolieron, pero ahora le indignaban, un apellido y un patrimonio alto no le restaba su amor por el pasado y pensaba que lo había demostrado día a día, con su trabajo.

Pero veía a Art en el jardín y la posibilidad de dejarlo solo en aquella casa le destrozaba una parte interna de sí mismo, una que ni siquiera conocía.

Pero estaba demasiado ligada a lo que el alfa le hacía sentir, lo había visto juguetear con una mariposa el día anterior, incapaz de contener la sonrisa sobre la incongruencia de como una criatura tan grande y tan letal podía ser tan suave alrededor de otra tan liviana.

Pero había otra parte, una parte contra la que luchaba, como lo que sentía al ver a Art ejercitándose en el jardín.

No podía evitar que sus ojos vagasen de su holo al cuerpo del alfa, el sudor cayendo por sus costados desnudos. Hacía frío pero ese alfa siempre emitía un agradable calor que le hacía temblar cuando se acercaba.

También se estremecía cuando lo notaba olisqueando el aire a su paso, como si olerle fuera lo más agradable de este mundo.

La compañía del alfa le afectaba, su parte racional le decía que debía salir de allí, seguir sus rutinas y desintoxicarse, pero aquella otra parte que no conocía de sí mismo le suplicaba por una nueva dosis.

Ahora, abrazado por él mientras gruñía a cualquier posible amenaza, completamente desnudo pegado a su cuerpo, sabía que esa parte estaba en ebullición, su ano chorreaba y no ayudaba sentir el enorme miembro en su estómago.

Mucho menos la cara de preocupación de Art y como le lamió el dedo ensangrentado, pero como si esa parte desconocida de sí mismo hubiera tomado control de todo el resto del Lance conocido solo se apretó más al alfa, su alfa.

No podía estar seguro de quién había comenzado el movimiento, pero estaban apretados en un danza donde la polla de Art se frotaba contra la tela de su camisa y la suya propia gemía dentro de sus pantalones, por no contar con aquel desastre en su ano.

¿Era normal expulsar tantísimo lubricante? Era ridículo, iba a empapar los pantalones.

La idea de estar desnudo contra el cuerpo caliente de Art le hizo gemir de nuevo.

Aquella casa era grande, pero no había sido inmune a sus feromonas, solo lo suficientemente cauto para no permanecer mucho en zonas cerradas y pequeñas con él.

Ahora era imposible, completamente imposible escapar de ellas.

La mano grande en su espalda quemaba, y más lo hacía mientras iba bajando hacia su trasero. Un rastro de lava.

Iba a quemarse y no habría nada que pudiera apagarlo, miró los ojos oscuros del alfa y encontró lo mismo, fuego, iban a quemarse juntos.

¡Suéltale! —escuchó en un grito agudo y los brazos abandonaron el cuerpo de Lance.

La voz omega era aguda, molesta pero sobre todo dañina para el alfa.

Art se retiró de él y Lace se sintió enfermo sin su cuerpo.

—Lance, ven despacio.

Sabía que era Kay, pero Lance no miró a su amigo, solo tenía ojos para el enorme alfa que lo había sostenido como nadie lo había sostenido nunca.

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