Capítulo 50. Daños colaterales

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Kay estaba en la sala de pruebas justo al lado de Percy. Había pasado un mes y como Lovel había predicho, Bors caminó entre voces omega con Lovel como escudo.

Lance se había negado a volver a usar su voz, aunque esta no estuviera dirigida a Art. Y nadie había tenido corazón para pedírselo.

Pero aquella prueba los había dejado a todos asustados, Kay había usado su voz, incluso había estado tentando de usarla contra Percy al inicio.

Ahora sabía lo que podía ocurrirle a ese tonto alfa si él perdiera el control. Aún así se negaba a dejarlo.

Había aceptado quedarse en la base militar, aunque extrañaba su vida, su vida sin alfas, sin conspiraciones.

No habían sido solo las advertencias de su amigo las que le habían hecho aceptar que corría peligro real si volvía. Percy, el padre de Ali, expuso un informe delante de sus ojos.

Cuando decían que el padre de Lance era peligroso, Kay no lo había creído del todo.

Su departamento estaba vigilado, sus compañeros perseguidos e incluso habían ido a la comuna donde residían su padre y sus abuelos y los habían amenazado.

Lo estaban buscando hasta debajo de las piedras.

—No dejaré que te pase nada —le aseguró su Percy, el que hiciera lo que hiciera no se separaba de él.

Se habían quedado solos en la sala de entrenamiento con aquella información.

Parecía no importarle lo más mínimo lo que Lance y Art habían demostrado, no parecía importarle nada más que él. ¿Cuándo había sido así de prioritario para alguien más que su familia?

Los entrenamientos los habían llevado a pasar demasiado tiempo juntos, tiempo en el que sentirlo a su lado se había convertido en lo habitual.

—Ha amenazado a mi familia. —La voz de Kay salió menos entera de lo que a él le hubiera gustado.

La gran mano de Percy hizo algo que no se había atrevido desde aquel primer día en el que lo rescató.

Lo tocó, lo acarició y Kay no tuvo valor para apartarse porque necesitaba ese contacto, sentir que no estaba solo.

Se dejó sostener y se sentía tan malditamente bien.

Hacía tiempo que no volvía a ver a su familia y se arrepentía de no haberlo hecho, su padre y sus abuelos habían trabajado tan duro para tenerle y para pagarle los estudios.

Kay quería devolvérselo labrándose un buen futuro, pero no había conseguido más que un puesto administrativo bajo y ahora un montón de problemas.

Si les pasaba algo, si por su culpa sufrían Kay no iba a poder perdonárselo.

Podía volver a culpar a los alfas de sus problemas, pero ahora entendía que no eran ellos, que era esa sociedad de mierda en la que vivían.

—No ha encontrado nada, absolutamente nada —le reconfortó Percy.

—¿Crees que se detendrá? —preguntó.

Percy no contestó y Kay suspiró.

—Volvamos al entrenamiento —pidió Kay y Percy lo miró preocupado.

—Está bien por hoy.

Que Lance, Lovel y él sirvieran como escudo no sería suficiente, ellos tenían también que saber defenderse.

Las sesiones incluían clases de uso de armas, lucha cuerpo contra cuerpo.

Estaban llegando dos omegas más, pero los alfas que tenían el vínculo no estaban contentos. Ninguno de ellos estaban felices de poner a sus parejas en ese peligro.

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