—Soy un clon — le dijo Art mientras ambos descansaban en la cama.
La marca aún ardía levemente en el cuello de Lance pero nunca se había sentido tan bien en su vida. Era extraño, algo químico sin duda, pero por mucho que le hubieran hablado tan mal sobre las prácticas arcaicas de los alfas en el pasado, sentir aquella mordida en su glándula le hacía feliz.
Había estado hablando durante horas tras una larga ducha en la que había sido aseado por Art, ni siquiera le había dejado solo cuando había tenido que atender a sus necesidades fisiológicas. Pero aún así se sentía bien, tan íntimo y seguro que a Lance no le importó.
Lance le había contado como sus padres le habían amenazado con que si no seguía con su compromiso le harían daño a Art.
Art le contó las misiones que había hecho, lo que habían conseguido, como vio morir a un omega.
Pero esta última declaración había dejado a Lance sin palabras.
—Todos los alfas somos clones —continuó—. Hay más Arts y habrá más.
—Pero...
—Las clínicas os embarazan con el semen que nos extraen en la cárcel, nos mantienen activo porque así somos más fértiles.—Pero eso es horrible, aún más horrible —se escandalizó Lance acariciando el rostro de Art.
—No soy un ser humano original. —Su voz estaba teñida de una cierta vergüenza.
Lance se acercó aún más si es que aquello fuera posible y buscó su mirada oscura.
—Tú eres único —le aseguró Lance— nunca he conocido a alguien como tú, y no me refiero a que seas un alfa. Tú, no eres solo eso.
Buscó sus labios y dejó un beso de mariposa. Art se lo devolvió, la lujuria hacía horas que había desaparecido para dejarlos a ellos solo abiertos en canal.
Art comenzó a contarle todo lo que Bors y Percy le habían contado, las imágenes de depósitos de clones que había visto. Solo números.
Comprendió el enorme parecido entre ambos Percy, comprendió cosas que le resultaron tan horribles como impresionantes.
Los laboratorios clonaban a un número limitado de especímenes que habían sido destinados a ese fin. Y los tenían listo para ser utilizados en torno a los 20 años donde los dejaban en tres de los centros del país a los que conocían como cárceles.
Una vida útil de los 20 a los 30, no solían vivir más, salvo contadas excepciones como Art y Bors. Y a los 40 eran retirados del mercado, de ese modo se aseguraban tener un control genético sobre las nuevas generaciones de omegas a los que embarazaban y solo dejaban engendrar omegas.
Lance tenía la sensación de estar escuchando una holoserie pseudocientífica de horror. Pero era la vida real, y su alfa era el resultado de aquella trama enrevesada.
Aunque ninguno dijo nada, Lance había hecho los cálculos, Art había dicho que él era el alfa estadísticamente más fértil, y respiró tranquilo sabiendo que al menos por fechas no estarían emparentados directamente, pero sus padres, los padres de estos, ¿durante cuánto tiempo?
—Hay que pararlo —concluyó Lance—. Hay que acabar con este sistema.
Art sonrió y le acarició las mejillas.
—No pareces un omega revolucionario —le dijo.
Lance acarició su sonrisa.
—Soy tu omega, ahora y para siempre —giró levemente el cuello estirando su glándula mordida, una sombra de deseo atravesó las pupilas de Art para ser sustituida por preocupación.
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Alfa
RomanceEn un mundo donde ser alfa es sinónimo de criminal, Art es el mejor candidato para pagar todos los males en sí mismo. En un mundo donde ser omega es la única opción adecuada, Lance conocerá que no todo es lo que parece.