Capítulo 9. Lovel

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Kay estaba en el salón de Lance, nada más entrar al apartamento lo sintió. Fue como una bofetada que le hizo estremecerse, y se dio cuenta de que no había calculado lo que iba a ser tener a un alfa en la casa de su amigo.

—Es fuerte —dijo, a lo que Lance solo asintió —¿Has salido de casa desde que volvimos?

Lance miró la puerta tras la que el alfa estaba, ya sabía la respuesta, Lance llevaba allí encerrado desde el viernes en el que lo había dejado y era lunes.

Kay tomó a su amigo del brazo y lo llevó a la parte más retirada de su apartamento, acabaron en un baño con el manual de instrucciones que les habían dado junto al espécimen.

Lance parpadeaba como desconectado de la situación, hacerle eso a su amigo quizás no estuvo bien, pero era la única solución que encontró.

—Aquí dice que lo puedes mover sin que el dispositivo estalle, la cuestión es a dónde y si realmente esto es seguro.

—¿Cómo sabías de ese sitio? —Lance le devolvió la mirada, parecía que poco a poco recobraba algo de su propio ser.

—Es complicado.

—Me has hecho comprar a una persona, creo que podré entenderlo por complicado que sea.

Kay lo entendía, pero no tenía autorización para contarlo. No todo al menos.

—Hay gente que como tú y como yo que no están de acuerdo con lo que allí pasa y con lo que les hacen a esos alfas.

—¿Y entonces los compran? —preguntó Lance dudando.

—Es una manera de sacarlos de ahí.

Y era la verdad, era la manera en la que habían podido sacar a uno, era un método muy caro, pero era el que le habían pedido a él.

—¿Y ahora qué? ¿Se queda conmigo para siempre? —La pregunta estaba llena de espanto.

—No, solo lo tienes que mantener aquí por un tiempo, me darán instrucciones en breve.

Al menos, eso era lo que Kay esperaba.
—¿No podías haberme contado cuál era tu plan al llevarme allí?

Kay entendía el enfado de su amigo, quizás hubiera sido mejor, pero también le conocía lo suficiente bien, hubiera intentado encontrar otra manera de resolverlo y tenía que ser inmediatamente. Había recibido la llamada esa misma tarde.

—Lo siento, fue todo demasiado precipitado.

—Me has usado —se quejó Lance dolido.

—¿Has visto los que les hacen? ¿Has visto aquello?

Lance se mordió el labio, lo había visto, él mismo había visto a ese fiero alfa encogido en el suelo del apartamento de Lance esperando a que ellos le hicieran daño.

—¿Cuánto tiempo? —preguntó Lance.

—Aún no lo sé.

—Me caso en dos meses, Kay —se quejó Lance— ¿Qué se supone que le voy a decir a Balan cuando llegue?

Balan, claro, podría hacerles un favor y no volver.

—Habrá salido de aquí antes de que él vuelva.

Kay trató de de sonar sincero, pero la verdad era que su contacto no le había dado una fecha clara.

—¿En serio esperas que te crea? —Lance era inocente pero no estúpido— Quiero hablar con ellos.

—No funciona así.

—Me da igual como funcione, tengo un alfa en mi casa, un alfa, Kay.

—¿Le has inyectado los inhibidores?

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