Capítulo 13. Hermoso

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El viaje no fue un problema, al menos, no como Lance lo había pensado.

Kay ya estaba en el vehículo, y la puerta del garaje de su planta estaba desierta. Aún así, cualquier podría ver que aquella persona bajo la capa negra no era un omega.

Lo hizo inclinarse a tal punto que nadie conseguiría verlo si es que miraran a través de la ventanilla del vehículo. Kay se había colocado adecuadamente obstaculizando la cámara del vehículo dejándole solo ver a Lance y a él si la empresa revisar las cámaras de seguridad.

El viaje a las afuera de Nube nunca se le hizo tan largo como aquella noche.

Había leído el manual de instrucciones tantas veces aquel día, que ya se lo sabía de memoria.

El manual de Art, aún le hacía cosquillas ese nombre en algún indefinido de su pecho.

Desvinculó el artefacto en el pecho de Art, y lo vinculó a su propio holodispositivo. Literalmente, estaban unidos.

Nunca había sido responsable de otra persona, era hijo único, sus amigos eran independientes, ni siquiera Balan pareció nunca necesitarlo de algún modo, no como ese alfa lo hacía ahora.

Lo había visto en su sofá, robándole miradas, estudiándolo. Lo había visto deambular por su apartamento, siempre comprobando que estaba bien hacerlo.

Lo había visto entrar en pánico cuando irse de allí podría hacerle explotar el pecho, y aún así, calmarse bajo el toque de Lance y seguirle sin hacer preguntas.

Nunca había tenido la responsabilidad de una vida en sus manos, y era realmente pesada, quería llevarlo a un lugar seguro, quería que estuviera bien.

Cuando llegaron a la enorme casa de sus padres, fue a Lance al que le hubiera gustado estar en otro lugar.

Sus padres no eran malas personas, se lo repetía constantemente, querían a Lance, él lo sabía. Pero en esa casa sentía que no podía respirar, sencillamente no podía ser él. Su pasión por la antigüedad, sus cuestionamientos durante su etapa escolar.

En su casa no se hablaba del pasado, y eso que su padre era el principal inversor del museo en el que él trabajaba.

Pero no era por su significado histórico, sino porque un alfa de su nivel debía realizar labores filantrópicas, no necesariamente sentirlas.

Su trabajo en el museo fue una de sus discusiones más fuertes, su padre apoyaba que fuera miembro de la junta, pero no que trabajara en los laboratorios.

Y como eso, casi todo en su vida. Balan sí, un hombre que se hacía a sí mismo, que medraba a base de acuerdos económicos, sí. Kay, hijo de uno de los empleados de su padre, no.

Ni siquiera podía llegar a imaginar la expresión de decepción que pondría si le viera con un alfa.

Su otro padre, aunque en menor medida, seguía los mismo esquemas que el otro. Pero en su caso, la mirada de decepción iba seguida de largas charlas motivadoras que consumían todo a su paso.

Y ahora volvía a estar allí, lo único bueno era que ellos no estaban.

Cuando el alfa descendió del vehículo, lo hizo aún con la capa oscura, no es que ningún vecino los pudiera ver, la entrada estaba resguardada de cualquier mirada. Pero no se sentiría tranquilo hasta que estuvieran dentro.

Pudo ver los ojos oscuros bajo la capa, e introdujo su propio código para entrar.

El sistema de seguridad de la casa le reconoció y no activó las alarmas, pero tenía claro que sus padres recibirían una notificación y aún no tenía nada que decirles.

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