Capítulo 52. +1

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Art destrozaba las fibras de aquella toalla entre sus manos, demasiado grande, sus manos eran demasiado grandes.

La noticia del embarazo de Lance lo había dejado consternado, embarazado, de él. Habían hecho un hijo, no es como si no supiera que tendría cientos, miles de hijos en ese mundo. Los omegas lo habían montado y ordeñado durante casi 20 años.

Pero aquello era distinto, Lance era suyo, solo suyo y ahora no era solo él. Una vida estaba dentro de su vientre, y sus manos eran tan grandes que le atemorizaba tocarlo y hacerle daño.

Pero su omega estaba tan pálido que todo lo que podía sentir es que aquello le estaba haciendo daño.

—¿Cuánto le falta por llegar a tu omega? —gruñó Art a Bors.

—Está viniendo, tienes que calmarte, así no le ayudas.

Kay estaba sosteniendo los hombros de Lance mientras este parecía hacer esfuerzos por no vomitar su primera papilla.

—No quiero que sufra —dijo con total sinceridad Art, le estaba matando ver a Lance así y sin embargo una emoción latente por saber que esperaba a su hijo lo hacía sentir culpable.

Jamás se había imaginado siendo padre, era un alfa, solo necesitaban su semen. Sacudió los pensamientos negativos de su mente, bastante tenía con no asfixiarlos a todos del estrés que exudaba como para también bañarlos de dudas.

Gracias a todo, Lovel no tardó en llegar y con él el bienestar de su omega.

—El primer bimestre es el peor, luego mejorará —les aseguró Lovel.

—Estoy bien —aseguró Lance, pero la verdad es que aún se veía realmente pálido—, tenemos que seguir trabajando en el rescate.

—No hay rescate para ti —dijo Art absolutamente decidido.

Lance lo miró sorprendido.

—Soy tu escudo, no puedes ir sin mí.

Art ya lo había pensado, esas horas esperando a Lovel habían dado para mucho.

—No puedes venir en tu estado, no con nuestro hijo dentro, es demasiado peligroso. —Su tono se suavizó considerablemente.

—Entonces tú tampoco irás —contestó Lance.

—Lance...

—No, si estoy embarazado —continuó— este hijo es de los dos, y necesita a su otro padre, no a un alfa muerto.

—No voy a morir.

—Si yo no voy, tú no vas —se incorporó Lance en toda su estatura, al menos ya no estaba pálido— Si tú vas, yo voy.

Lovel y Kay eran testigo de la primera discusión que ambos estaban teniendo, su terco omega, su pareja, el padre de su hijo.

—No iré —claudicó Art.

Lance no parecía convencido de haber ganado tan pronto, pero si su omega corría cualquier riesgo, Art no lo haría. Sus prioridades eran claras, siempre lo serían.


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Kay y Lovel se habían ido y los habían dejado a solas.

Las náuseas habían remitido, pero Lovel le había dicho que aún le quedaban semanas en las que seguiría encontrándose mal.

Lo que Lovel no había dicho es lo vendría después, Lance había visto a algunos compañeros del trabajo embarazados, pero nunca había puesto demasiada atención a sus conversaciones.

Con Balan sabía que llegarían a ese punto, niños, familia, etc. Pero realmente no era algo que le llamara la atención para preocuparse sobre ello por adelantado.

Y ahora tenía una vida creciendo dentro de él, una vida creada con Art y aquello sí le llamaba toda su atención.

El embarazo omega duraba seis meses, y por lo que sabían ya había superado el primer mes. Aquello no estaba en sus planes.

Art le acarició el rostro y Lance dejó caer su mejilla para que le sostuviera, estaba tan cálido allí.

—Siento haberme puesto así —reconoció Lance— pero no puedo pensar en que vayas solo y algún omega te hiera.

—Lo entiendo, yo no puedo pensar en exponerte a ese peligro, nunca hubiera tenido que exponerte en cualquier caso.

—Pero esos alfa...

—Percy, el mayor, tiene razón en algo, sacarlos a todos es peligroso y ¿hasta qué punto estamos acabando con la explotación? —se cuestionó Art— Sacarán sus copias de la fábrica y seguirán explotando alfas.

—Cualquiera hubiera pensado que el principal objetivo tendrían que ser esas fábricas.

—Y sin embargo, están sacando solo a pocos alfas de cárceles, ¿por qué?

Lance se subió al regazo de Art, su lugar favorito. Art le abrazó y olisqueó sobre la marca que él mismo le había hecho.

—Mi copia y la de Percy les interesan sobremanera, y no sé el motivo, no aún.

—¿Qué información tenemos sobre la ubicación de la fábrica?

Art le miró, sus ojos oscuros llenos de un amor que Lance ya sabía identificar. Sabía cuando le miraban con miedo, como cuando se había retorcido de dolor. Cuando sus ojos lo miraban llenos de deseo, y cuando lo miraban llenos de amor. Su alfa.

—Ninguna.

—¿Ninguna?

Art asintió, no llevaban tanto como pareja, pero su entendimiento era amplio.

La mano grande de Art acarició su vientre, y una sensación de paz le inundó, el aire se llenó de feromonas de calma, de familia, de amor.

—Ya lo descubriremos, y sé que lo haremos juntos, pero ahora necesito que vosotros estéis bien.

Aquel vosotros, el primero que salía de la boca de su alfa era definitivo, aún quedaban meses para poder verlo, para tenerlo entre sus brazos, pero ya no eran dos, eran tres en un mundo que no los toleraba.


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¡Estoy de vuelta!

Y os cuento que entramos en la recta final de esta historia.

Tenemos un nuevo bollito preñado.

¿Alguien tiene la más mínima fe en que estos dos nos se van a meter en líos más gordos?

Buena semana.

Besos

Sara

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