Capítulo 11. Lunes

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Como cada lunes, tras la comida de aquella masa viscosa y parduzca que comían a todas horas, Percy fue llevado a la sección de la enfermería por la que todos pasaban.

Era acompañado al interior por dos omegas armados, por lo que masturbarse en un frasco no era de lo más alentador.

La cuestión era que ya estaba tan acostumbrado, todo eran rutinas y masturbarse los lunes para sacar su semen en un bote era lo normal.

—P19S.

El omega de la enfermería extendiendo su mano para recibir el frasco relleno de Percy, no podía ver su rostro, no veían el rostro de ninguno, pero sí sus ojos, y los de este eran únicos.

Eran violeta.

Cuando salió de la enfermería con los huevos secos se topó con Gareth. Todos luchaban, todos se masturbaban los lunes y algunos morían el fin de semana.

Aquella era su vida, y aquel fin de semana uno de los dos no volvería.

Quedaban 5 días y ambos lo sabían.

αλφα

Gareth se corrió en aquella mierda de tubo plástico, con un omega a cada lado comprobando que lo hacía correctamente.

La rabia le corría las venas, los drenaban, los hacían pelear, los manejaban como peleles y no podían hacer nada.

Ni siquiera él había escapado a que un omega tras su victoria sobre Art lo tuviera desnudo y montando su polla.

Algunos hablaban de ello como la recompensa del vencedor, Gareth solo sentía que la única victoria era contra sus iguales, a manos de los omegas todos eran la misma mierda.

Sementales a los que montar, gritar y torturar.

Si él pudiera, acabaría con todos los omegas, uno a uno, retorciendo sus cuellos. Pero esas taimadas criaturas eran sus dueños y el collar no era lo suficientemente largo para destruirlos con sus propias manos.

Había escuchado a otros en murmullos, el odio, el resentimiento, pero no eran las armas que apuntaban en todo el proceso a Gareth, ni los inhibidores que le suministraban diariamente, eran esas voces dañinas, las que los reducían a un saco de músculos y esperma sin sentido. Doblegados, anulados.

— G15X.

Entregó bruscamente el frasco al omega de la enfermería, odiaba sus ojos violetas, sinónimo de su entrega semanal.

Y recibió un siseo profundo en su oído por parte de uno de los guardias, haciéndole doblarse de dolor, no pudo ver como el omega violeta encargado de recoger las muestras amonestaba al guardia, tampoco le hubiera importado.

Cuando salió, Tris estaba esperando. Gareth se enderezó, no mostraría debilidad ante otros alfas, era lo único que tenía, y con el recuerdo fantasma del siseo en sus entrañas se irguió.

Sabía que vomitaría todo la puñetera comida en cuanto llegara a su celda, pero el camino hasta ella tenía que hacerlo con la cabeza bien alta.

Un leve roce en sus dedos fue lo último que esperó cuando pasó al lado de Tris al que trató de mirar con pura indiferencia.

Sus ojos se volvieron a encontrar. Cuando tu voz no vale una mierda, tus gestos son lo único que vale. Y su estómago se aplacó levemente con ese toque y esa mirada.

Tris no cumpliría un año en la cárcel, era un hecho, no era tan fuerte como los otros, ni tan rápido, era demasiado débil. Pero ese toque y esa mirada ya había hecho que Gareth actuara, Cleg aún no había salido de la enfermería.

Los omegas tiraron de él encañonándole y Tris se perdió dentro de la consulta de enfermería para realizar el mismo proceso que había hecho Gareth.

Ojalá durara allí dentro un poco más.

αλφα

A Tris aún le costaba correrse delante de todos aquellos omegas, llevaba solo tres meses en la cárcel. Y cada día era como una cuenta atrás para su sentencia de muerte.

Acercarse a Gareth había sido buena idea, pero mentiría si pensara que solo había sido una idea, había sido una necesidad.

Como si ellos ya se conocieran antes de haberse conocido de hecho, Gareth era brutal, era temido y él había conocido de primera mano por qué.

Había tenido alguna pelea, pero el puño de Gareth contra su rostro cuando trató de besarlo tras una mamada a escondidas, fue el más duro que recibió en su vida.

Y aún así, seguían haciéndolo.

En el momento en que se supiera que era la puta de Gareth no sabía cómo iba a tornarse su existencia en aquel lugar.

De lo único que se alegraba era de que ningún omega se lo hubiera llevado a una de esas elegantes salas de la victoria.

Miró a uno de los omegas que parecía tan hastiado de estar allí como él mismo.

Se sacudía la polla pero no conseguía correrse, el gruñido del guardia no ayudaba. Ya sabía lo que sus voces podían hacerle, por lo que cerró los ojos e imaginó a Gareth. Pero no era aquel rapado lleno de cicatrices con el que acababa de cruzarse, y sin embargo, era él.

Gareth no era de amplias sonrisas, no era de muestras de cariño, era brutal, pero también era honesto, y lo deseaba tanto como el aire que respiraba.

Notó un tirón de placer en sus huevos, Gareth lamiendo su cuello, Gareth cantando en su oído una melodía que ya no recordaba mientras le bajaba los pantalones en aquel granero de sus sueños.

Gareth con su enorme polla abriéndole las piernas buscando su culo, que se tensó de placer al recordarlo contra una sucia pared de aquella prisión.

Gareth tomándolo de las manos para abrazarlo y diciéndole que le quería.

La muestra saltó dentro del tarro, blanco esperma caliente listo para ser utilizado.

Jadeó una última vez con los ojos cerrados queriendo retener a Gareth allí con él. Pero al abrir los ojos solo vio a dos omegas aburridos y unos ojos violetas que encontraba cada lunes.

—T24L.

Y no solo sintió la inutilidad de aquel acto, sino de su propia existencia.

¿Qué hacía allí? ¿Qué hacían todos allí?

¿Qué hacía allí? ¿Qué hacían todos allí?

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Ellos de lunes y nosotros de viernes.

Menudo asco de vida tienen estos pobres.

Os deseo un buen fin de semana.

Besos

Sara

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