Capítulo 47. Objetivo

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Balan estaba en la oficina de su suegro, o del que iba a ser su suegro.

A esas alturas no parecía que fueran nunca a convertirse en familia.

—Es inadmisible que aún no lo hayan encontrado —se quejó Mord.

Y visto los visto, a Balan también le costaba comprenderlo, había visto todos los recursos que el padre de Lance era capaz de poner sobre la mesa con solo un pestañeo.

Ese hombre era poderoso, y sin embargo, no había ni rastro de Lance ni del alfa por ningún lado. Parecía que se los había tragado la tierra.

Les habían perdido la pista, pero ahora sabían que no estaban solos, un grupo de alfas los había socorrido antes de ser atrapados.

A Balan se le erizó la piel al pensar en un grupo armado de alfas capaz de resistir a un grupo de omegas preparados.

—¿Se sabe algo del "amigo"? —preguntó Mord.

El amigo en cuestión era Kay, no es que ese omega fuera de su agrado, pero no le deseaba estar bajo el foco de Mord. Sin embargo, era realmente conveniente que hubiera pedido unos días de vacaciones en su trabajo en la clínica de fertilidad.

Y que no hubiera contratado ningún tipo de paquete vacacional. Ni amigos, ni familia, nada, nadie sabía nada de Kay.

Balan comenzaba a no creer en las coincidencias.

—Nada, he preguntado a otros compañeros de ambos, pero nadie sabe nada.

La mirada gélida de Mord le atravesó, como si que su hijo se hubiera fugado con un alfa hubiera sido culpa suya.

Y Balan tenía que luchar con fuerza para no caer el sentimiento de culpabilidad que le atacaba cada dos por tres.

Si él hubiera estado con Lance, si no hubiera estado ocupado con otros omegas... si...

—Si tienes alguna noticia, comunícate inmediatamente conmigo. —Fue la despedida fría del que había considerado un referente a seguir.

Balan tenía trabajo, aún tenía que viajar a dos ciudades más, pero la búsqueda de Lance los había paralizado por completo.

Volver a su apartamento vacío le hacía sentir doblemente solo, la imagen de Lance corriendo hacia la nada agarrado de un alfa se repetía en bucle cuando cerraba los ojos.

Por eso sus pasos le llevaron a uno de los clubs que había frecuentado siempre, uno que le gustaba, donde le conocían, donde tenía contactos y no era ese omega que había sido abandonado por su prometido por una bestia.

No lo hubiera contado ni aunque hubiera podido, pero levantar la alarma sobre el escape de alfas solo haría enloquecer a la sociedad omega.

Pero al peso del secreto se le sumaba la humillación.

Si Lance le hubiera dejado por otro omega podría dar la cara, podría hablar de eso, podría pasar página de algún tipo de forma. Lo habría conseguido.

—¡Balan!— lo saludó un omega del que en esos momentos ni siquiera recordaba el nombre.

Balan era popular, siempre lo había sido y ahora se sentía totalmente extraño a sí mismo, a su realidad, descubriendo que había una muy distinta detrás.

Aceptó el beso húmedo en la comisura de sus labios del omega que le arrastró con un grupo elegante de omegas con los que Balan siempre se había sentido a gusto.

Varias inclinaciones de cabeza, algún abrazo, y otras miradas que no supo identificar, ¿lo sabrían?

La paranoia le estaba afectando de más así que aceptó la copa que le pusieron en la mano, un líquido violeta fluorescente que era la última innovación del barman del local.

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