El vehículo que Lance había alquilado había quedado un par de kilómetros atrás, había pedido el más antiguo de toda la flota uno con malas reseñas sobre su geolocalizador, aún así sabía que si alguien trataba de encontrarlo, lo haría. Y por alguien se refería a su familia.El lugar no tenía nada que ver con aquella luz del día a cuando él la había visitado en el pasado, era espeluznante. La vegetación había cubierto buena parte, la tierra y el abandono hicieron el resto; pero de vez en cuando aparecían esqueletos de antiguos edificios de una ciudad que había sido devorada por la guerra.
Las ciudades antiguas murieron y las nuevas ciudades omegas se construyeron desde cero, tierra virgen, una nueva era. Al menos, eso era lo que la propaganda histórica contaba.
Cada vez le costaba más trabajo creer en la historia oficial de su gobierno y sus ciudadanos.
Pero eso ahora no importaba, ahora la historia a Lance le traía sin cuidado, solo estaba ansioso por saber si Art aparecería. Había comprobado mil veces que nadie le siguiera, dentro de las posibilidades que una vida asistida por inteligencia artificial permitía.
Pero no había omegas a la vista.
El punto donde había orquestado su cita furtiva al más puro estilo de holoserie estaba desértico, sin rastro de Art. Había sido demasiado iluso al creer que eso podría ocurrir, ¿le habría llegado si quiera el mensaje? ¿Podría salir del lugar donde estuviera? ¿Cómo conseguiría llegar en cualquier caso a ese lugar?
Todo eran noes, siempre habían sido noes, pero era la segunda locura que cometía en su vida, la primera sin duda fue comprar a Art.
El atardecer se había convertido en una línea oscura, ese momento en el que aún es de día y al siguiente la noche le toma la mano.
No quería irse, pero ¿qué sentido tenía esperar permanentemente?
Encendió la luz de su dispositivo holográfico personal a la más alta potencia para iluminar su camino de regreso, cuando una sombra demasiado grande apareció en su periferia.
El corazón se le saltó un latido, no podía verle la cara. Pero sí le llegó una ráfaga de aire con un olor que no podría olvidar.
Era Art, era su alfa.
Entró dentro del halo de luz de su holo y Lance corrió hacia él.
¿Desde cuando Lance no corría con una sonrisa más grande que su rostro?
Pero lo que lo recibió fueron unos fuertes brazos que lo tomaron del suelo para alzarlo en el aire. Apretado contra el cuello de Art, por primera vez en semanas, Lance pudo respirar de verdad.
—Has venido —susurró contra el delicioso olor de Art.
—Tendría que estar muerto para no reunirme contigo —le contestó Art.
αλφα
—Tendría que estar muerto para no reunirme contigo —le contestó Art.
Art aspiró el olor de Lance, un olor que solo habitaba ya en sus recuerdos, ¿había olido alguna vez un omega mejor que Lance?
No para él.
Salir de la base no había sido fácil, de hecho, sabía que iba a pagar una alto precio por su huida. Había robado un geolocalizador y había desaparecido en uno de los vehículos que le habían enseñado a conducir.
Todo podría salir mal, pero saber que Lance le estaba esperando era el único combustible que necesitaba.
Lo había pensado y repensado durante días, sin comentarlo con nadie. No podía meter a Bors en aquella situación, no cuando les había costado tanto rescatarlo del sistema al que se exponía en volver a caer si le atrapaban.
ESTÁS LEYENDO
Alfa
RomanceEn un mundo donde ser alfa es sinónimo de criminal, Art es el mejor candidato para pagar todos los males en sí mismo. En un mundo donde ser omega es la única opción adecuada, Lance conocerá que no todo es lo que parece.