Max Davis.
— Saldré a caminar un rato — Comento Iana con una sonrisa. Asentí observando su cuerpo y antes de que saliera de la habitación hablé.
— Te espero en la fuente a las cinco.
— Está bien, nos vemos — Cerró la puerta y me quedé revisando algunas cosas de la empresa antes de ir a ver a Iana.
Agradecí que hubiera salido por necesitaba pensar bien las cosas; se puede decir que me metí en uno de los problemas en los que jamás me quería involucrar...
¿Casarme? Nunca estaba en mis planes, claro que con Iana no sería tan desagradable ese matrimonio, entonces sabía lo que Federico intentaba hacer, y por eso estaba yo aquí junto a ella. No puedo evitar admirar como Iana estaba cambia varias cosas de mí, y eso provoca que quisiera tenerla solo a mi disposición, besarla cada rato que se me antoja sus labios son jodidamente divinos. Tenerla cerca es una tentación extrema, a veces me suelo controlar, pero cuando no lo hago ella me solo me detenía y se lo agradecía porque así no cometería una locura.
El recuerdo de aquel beso en la playa me traía pensativo, sabía que era mejor mantener todo en privado, pero cuando ella me pidió que lo besara no pude resistirme ante esos carnosos labios. Sin embargo, ese beso estuvo a punto de joder todos mis planes, cuando las fotos fueron filtradas a la prensa me altere tanto, porque si él las descubría todo se iría a la mierda.
Tampoco puedo pasar por alto como la había tenido bajo mi cuerpo, como su cuerpo respondía a cada caricia, supe en ese instante que todo sería fácil para mí, pero también no lograba sacar su rostro con esa sonrisa de felicidad y eso en parte me hace sentir culpable de todo lo que estaba haciendo. Mi móvil sonó y lo tomé frustrado viendo el nombre.
— Hola hermanito — La voz de mi hermana sonó por el altavoz del móvil. Por un momento me había olvidado de mi madre y mi hermana, todo lo sucedido me tiene bastante distraído de mis cosas.
— ¿Qué quieres?
— No seas grosero Maximiliano, mamá quiere verte pronto.
— No tengo ni idea de cuando podre ir a verlas — Respondí tecleando en el ordenador.
— Tienes un año sin regresar a casa Max...
Tiene razón, hace un año que me había ido a Estados Unidos. Mi madre no era para nada olvidadiza, y por eso estaba llamando. No tenía más remedio que aceptar a su petición.
— Iré a Seattle la próxima semana, les enviare un avión para que vayan a verme.
— Mama se alegra mucho — Rodee los ojos cerrando el ordenador, tome una que otras cosas y salí de la habitación con el móvil en mano. Me adentre al ascensor escuchando el grito de mi hermana todavía en altavoz — Dime que lo que decían en la TV es mentira Max Davis —
Suspire escuchando la voz fría de mi madre a través del móvil mientras el ascensor llegaba a su destino.
— Es falso mama, no estoy saliendo con Iana.
— ¿Sabes lo que conllevaría esa relación? — no respondi — Max te advierto... no intentas nada con esa chica por el bien de nuestra familia... —
— Mama, todo estará bien.
— No es un juego Max.
Frustrado de escuchar las advertencias de mi madre, corte la llamada guardando mi móvil en mi bolsillo. Al llegar a la fuente comencé a leer el mensaje que me había llegado referente al tema de la inauguración de mi empresa la semana que próxima. Revise cada uno de los detalle mientras Iana llegaba a nuestro encuentro. Seguí enfocado en mi móvil hasta que escuche varias risas y alce mi mirada encontrándome con Iana y el chico rubio.
Apreté mi mandíbula sintiendo la sangre en mis venas calentarse. Iana se veía contenta con él y no pude evitar sentir molestia...
Debía ser yo quien esté riendo a tu lado.
Mire por todo el pequeño lugar para luego fijarme en ellos. La tensión en mis músculos es tan notable que en ese momento no me importo, seguí viendo la manera en que justos se veían tan bien y simplemente ya no aguantaba esa tortura. El rubio dijo algo que no pude escuchar debido a la distancio y cuando me acercaba le propino un beso sobre sus labios.
Sin pensarlo alce mi puño golpeando su mejilla con fuerza. Iana me miro asustada mientras que el rubio acariciaba su mejilla para mirarme con desprecio.
— ¿Qué mierda te pasa? — Exclamó molesto. Me controle por no quería que esto pasara a mayores, vi a Iana y hable firme ignorando al rubio.
— Nos vamos Iana — Tome su muñeca llevándola lejos de eso idiota.
Al llegar a la habitación del hotel escuche las quejas de Iana pero también la ignore por completo cerrando la puerta fuerte y ella me miraba asustada. Me acerque despacio tomando sus mejillas entre mis manos con delicadeza, pero ella solo se alejó mirándome con furia.
— ¡¿Cómo se te ocurre hacer eso Max?!
— ¿Por qué dejaste que te besara? — Ella dejo de gritar y me miro ofendida.
— ¿Ya ti eso que te importa?
— Me importa mucho Iana — En realidad, no sé porque me importa.
— ¿Y por eso tenías que golpearlo? ¿Por un estúpido beso? — Reclame furioso sin dejar de verla.
— Te lo advierto Iana, no lo vuelvas a besar, ni a él, ni a nadie que no sea yo — Pensé que con aquella advertencia le quedaría claro que no debía hacer estupideces, ni mucho menos llevarme la contraria, pero a ella no le importo en lo absoluto.
— Espero que te quedes con las ganas de que eso suceda. No eres nadie en mi vida Max Davis, no puedes obligarme a nada — Susurró firme y una sonrisa curvo mis labios,
— Bien jugada Iana, pero no te saldrá como esperas, no ganas nada llevándome la contraria — Me acerque a ella viendo esa sonrisa desvanecer frente a mis ojos.
— Porque si algo quiero lo consigo, ten eso siempre en cuenta linda — Su mirada de desprecio volvió aparecer de nuevo.
— Tienes razón, no voy a obligarte, pero tampoco voy a preocuparme. Porque sé que no vas a besarte con nadie... Nadie te besara como yo lo hago — Pellizqué su mejilla con dulzura y le guiñé un ojo para salir de la habitación y dejarla sola
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Mas Que Socios ✓1
Любовные романы"No concordaban mucho. De hecho, casi nunca corcondaban. Siempre se peleaban. Y se retaban uno al otro cada día. Pero apesar de sus diferencias, tenían algo importante en común. Estaban locos el uno por el otro". - Diario de una pasión. Esa frase en...