Iana Bennett.
Subimos al yate sonriendo mientras que el me abrazaba por los hombros. La felicidad que todo mi interior sentía era increíble. Lo necesitaba, necesitaba de mi dosis romántica de Max. Llegamos hasta la cubierta donde la mesa ya se encontraba servida con una deliciosa merienda. Max se sentó a mi lado bebiendo de una Coca-Cola.
— Te ves como toda una princesa con esas joyas.
Sonreí llevando un mechón de cabello rebelde detrás de mi oreja, mientras tomaba un poco de comida y la llevaba hacia su boca — Ya deja de decir esas cosas.
Empezó a reír mientras seguíamos comiendo. Nuestra merienda paso en tranquilidad y al terminarla fuimos hacia la parte trasera del yate, la noche comenzaba a caer, pocas estrellas se asomaban en el cielo y el frio estaba haciendo de las suyas. Llevaba puesto un suéter liviano abrigado con una sábana de piel que acaecía en nuestra habitación. Max se recostó sobre el camastro mientras yo me acostaba entre sus piernas con mi cabeza en su torso.
— ¿Tienes frío? — Asentí siendo como pasaba la sabana hasta dejarla sobre mis hombros.
— Necesito tu calor — Susurre y él sonrió. Sus brazos me envolvieron dándome ese calor que tanto me cortejaba. El yate estaba zarpando lentamente por el mar mientras Max y yo compartíamos ciertas sensaciones afectuosas.
— De pequeño me la pasaba junto a mi padre navegando. Murió cuando tenía dieciocho años — Me pegue a su cuerpo mientras acariciaba su hombro con las yemas de mis dedos.
— ¿Por qué me dices eso? — No respondió, solo acarició mi cabello como de costumbre, al contrario, yo solo cerraba los ojos sintiendo sus caricias.
— Tuve que hacerme cargo de mi madre y de mi hermana a esa edad, mi hermana era inocente, solo tenía catorce años. Me toco encargarme de mi hermana, me metía en problemas con todo aquellos sé que buscan sobrepasar, los golpeaba incluso llegue a la cárcel por maltrato a menores. No lograba controlar los impulsos, con un simple comentario ya estaba propinándole golpes, aunque no lo creas mi hermano lo es todo para mi... Al pasar de los años mi madre se casó con un hombre rico.
>> Luego de su muerte comenzaron los problemas. Mi madre, se mudó con mi hermana a Londres a una propiedad que su esposo le había dejado, estaban asegurados y sabía que nada le iba a pasar. Me quede en New York por un tiempo cuando su sobrino llego a reclamar todo el dinero de su tío. Me vi involucrado en una situación terriblemente mal. Fui a juicio donde se presentó el testamento, allí estipulaba claramente que todo el dinero y las empresas lo dejaban en mis manos.
Incline mi cabeza para verlo recordar este tipo de cosas.— Lo lamento mucho — Susurre triste pero el sonrió de lado.
— Le di la mitad del dinero, y me quede con las empresas, las lleve a surgir hasta lo que son ahora. Mis impulsos se deben a los problemas que tuve que afrontar de joven, aunque pienses que todo lo que te digo no tiene nada que ver con lo nuestro debes saber que so lo tiene. Jamás había tenido una pelea verbal, todo lo resuelvo a los golpes, me cuesta mucho discutir y no golpear algo. Dios anoche estuve a punto de cometer una locura, pero al ver tus ojos me decía a mí mismo que no podía dañarte, no podía lastimar a mi linda. Iana... quiero que sepas que esto es algo me llevara mucho tiempo para poder corregir, pero también quiero que confíes en que jamás te haría pondría una mano encima.
La seguridad de sus palabras me tenía analizando todo aquello que Max me acababa de aclarar. Me imaginaba todo lo que tuvo que haber pasado el solo, pero todo eso lo llevo a lo que es ahora, un hombre independiente con problemas de impulsividad.
— Lamento todo por lo que tuviste que pasar. Me enorgullece saber que a pesar de todos tus problemas supiste salir adelante Max, y eso debería hacerte feliz, ese hombre te dio todo el cariño que tu padre alguna vez te dio, y confió en ti para guiar su imperio.
— Y estoy feliz de eso, porque gracias a él, conocí al amor de mi vida, y sin él no estuviera contándote todo esto — Dejé un corto beso sobre sus labios y volví abrazarlo más fuerte.
— Quiero ayudarte a cambiar esa impulsividad Max — Asintió sonriendo dejando un beso en mi coronilla.
— Quiero cambiar, para que cuando vivamos juntos y peleemos no pueda volverme loco. Eres tan hermosa y frágil que si llegara a lastimarte jamás podría perdonármelo.
Murmuro con voz grave.
— Las cosas cambiaran de ahora en adelante. Todos necesitan un poco de Iana Bennett.
Susurre sentándome en su regazo mientras acariciaba sus mejillas dándole un beso en sus labios. El soltó una pequeña carcajada y para jugar con mi nariz de modo tierno.
— ¿Qué voy hacer contigo Iana?
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Mas Que Socios ✓1
Romance"No concordaban mucho. De hecho, casi nunca corcondaban. Siempre se peleaban. Y se retaban uno al otro cada día. Pero apesar de sus diferencias, tenían algo importante en común. Estaban locos el uno por el otro". - Diario de una pasión. Esa frase en...