Iana Bennett.
Quite mi camisa corta dejando las descubierto mis senos enfrente de él, mis pezones estaban erectos, y la tensión sexual era muchísima.
Pasaba mis dedos por su torso tonificado con la luz del sol entrando por la ventana, mi cuerpo estaba a centímetros de su tocar su piel, llevaba puesto solo unas bragas de encaje como a Max tanto le gustaba. Esta es la mejor parte de nuestra relación.El sexo era algo que se estaba volviendo en algo esencial para nosotros. Tiene esa peculiaridad tan pasional y excitante, solía incomodarme su alto cuerpo, seguido de la forma que me dominaba por completo en la que me dominaba en la cama. Max es dulce y a veces tenía esa parte salvaje que me volvía loca.
— Extrañaba como tu cuerpo responde a mí.
Susurro mientras sus manos envolvían mis senos comenzando a masajearlo con lentitud, sus dedos presionaron mis pezones haciéndome jadear sin dejar de ver su sonrisa insaciable. Sus manos intentaron tocarme en mi entrepierna, pero negué rápidamente alejándome de el para tomar una venda que se hallaba en la cama.
— ¿Qué estás pensando en esa seducida mente?
— Déjame mostrarte.
Susurre sobre sus labios viendo sus dientes apretar su labio con codicia. Pase la venda por sus ojos hasta asegurarme que no pudiera ver absolutamente nada para después tomar su mano comenzando a guiarlo hasta la cama. Hice que se sentara en el borde del colchón para alejar y tomar unos dulces. Deje un trozo de chocolate amargo entre sus dientes y me incline sobre sus rodillas juntando mi boca hacia la suya mordiendo el trozo de chocolate que sobresalía.
— Necesito verte Iana — Jadeo intentando quitarse la venda, pero lo detuve.
— Solo serán unos segundos nada más.
Proseguí empezando a untar chocolate por todo su torso y mis pechos. Me subí a su regazo sintiendo como su erección hacia acto de presencia y sus manos tomar mi trasero. Mis manos se posaron en sus hombros inclinándolo hasta que se quedara recostado en la cama, lleve mi lengua a su pecho sintiendo el rico chocolate en mi boca. Max pegaba mi trasero a su entrepierna arraiga mientras yo pasaba mi lengua retirando el chocolate de su pecho.
Sus manos retiraron la venda de sus ojos observándome. Sonrió al ver mis pechos cubiertos de chocolate, su dedo pulgar fue directo a mi boca moviendo mis labios de un lado a otro con devoción.
— Eres perfecta en todos tus sentidos Iana — Sonreí cuando paso sus brazos por detrás de su cuello y se dispuso a admirarme sin quitar aquella mirada de afección.
— Te quiero Max.
— Te quiero linda.
Sus labios se abalanzaron sobre mi tomando mi
cuello comenzó a lamerlo para bajar lentamente por mis senos absorbiendo el chocolate que se encontraba allí. Disfrute de la sensación placentera que su boca suele darme, mientras que yo halaba su cabello incitándolo a que siguiera. Una de su mano se metió dentro de mi braga acariciando mi entrepierna con ferocidad donde sus dedos comenzaron a hacer movimientos lascivos.— La reacción de su feminidad ante mis dedos es asombrosa. Me vuelves loco Iana.
Sus dedos se encontraban allí, moviéndose en círculos haciéndome gemir en mis labios. Sin embargo, los saco para recostar mi cuerpo sobre la cama, dejándome debajo de su cuerpo. La fogosidad de mi cuerpo era mucha, quería a Max. Sin pensarlo y con mis mejillas ardiendo mis manos estaban bajando su bóxer, el, por lo contrario, tomo uno de los condones de la cómoda rasgando el papel para luego colocárselo.
— No voy a fallarte Iana.
Aseguro mientras que yo solo asentía, ignoraba la forma en que decía aquellas palabras ya que mi cuerpo estaba en las nubes gracias a sus acciones.
Cerré mis ojos dejándome llevar por sus embestidas suaves y deleitables. Mi cuerpo se fue relajando, cuando sus manos en mi cintura me apretaban hacia él.— Voy a complacerte toda la noche Iana.
Susurro sobre mis labios, sus embestidas se volvieron bestiales y cada vez sentía mi cuerpo cansado. Sin darme cuenta mi espalda se arqueo y un fuerte y audible gemido escapo de mis labios, me contraje al sentí los labios de Max sobre mi cuello sintiendo como el trataba de tranquilizar su respiración. — Eso fue intenso.
Max se acostó a mi lado dejando un beso en la comisura de mis labios para luego sonreír agitado.
— Nadie me hará sentir como tú — Asegure pasando mi brazo por su pecho meloso.
— Nadie sabrá tocarte como yo lo hago. Vamos a darte un baño linda — Lo mire confusa.
— ¿Tú no vas a ducharte? — Pregunte sentándome en la cama.
— Para mí lo principal eres tú, lo demás puede esperar — Lo mire con apego ayudándolo a levantar para luego caminar juntos y en silencio al baño.
Embelesaba cada parte de su cuerpo, sus músculos solían estar relajados si yo estaba presente o cerca de él, pero cuando estábamos en público se tensaban y haciendo que su semblante se colocara discreto. La comisura de sus labios se curvo en una sonrisa, la forma en que sus ojos me miraban eran inefable. Porque ese brillo seguía ahí, pero había otra cosa que no entendía de ellos.
— Tus ojos están muy extraños Max.
Él no decía nada solo me sonreía, tomo el recipiente de champú y dejo un poco del líquido espumoso en mi cabello comenzando a masajearlo de manera tan delicada y relajante.
— Jamás había conocido una mujer tan extraordinaria como lo eres tu Iana — Susurro con detenimiento.
— ¿Antes de mi te habías enamorado?
No sabía porque aquella pregunta había salido de mis labios. Su silencio me dejo aturdida, me gire observando su semblante totalmente serio haciéndome arrepentir de haber preguntado algo tan íntimo como lo es eso. Fruncí mi labio preocupado tomando sus mejillas entre mis manos. ¿Qué sucedía?
— ¿Dije algo malo? — El noto mi preocupación a lo que solo negó.
— No, solo me hiciste recordar a una mujer que una vez me volvió loco al igual que tú. Con la única diferencia de que a ella no la quise, y a ti si te quiero Iana.
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Mas Que Socios ✓1
Romance"No concordaban mucho. De hecho, casi nunca corcondaban. Siempre se peleaban. Y se retaban uno al otro cada día. Pero apesar de sus diferencias, tenían algo importante en común. Estaban locos el uno por el otro". - Diario de una pasión. Esa frase en...