|Capítulo 39: "Sorpresa"|

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Iana Bennett.

— ¿Max?

La pregunta salió de mis labios sin aviso. Mi mente apenas y estaba procesando en lo que tan solo pocos segundos Tony me había dicho. ¿Qué se supone que hago ahora? Por una parte, me siento culpable de no haber correspondido su amor, y que Max llegara solo hacía que me sintiera aún más culpable de no poder decirle mi punto de vista con relación a su confesión

— Y-yo... Tony, ah...

— Tranquila, no digas nada y ve hablar con él.

Asentí apenada haciendo una mueca de tristeza al ver como se daba media vuelta y se mezclaba entre las personas hasta desaparecer de mi campo de visión. Me gire encontrándome con aquellos ojos impasibles de Max, en su rostro había una sonrisa de victoria mientras que solo me encamine hacia su auto.

— ¿Qué hacías con él?

— Max ya deja de joder.

Expulsé frenética subía a su auto dándole la espalda, sentí la puerta cerrarse junto con varias palabras de molestia que salían de sus labios. Me dedique a ignorarlo durante todo el camino al hotel. Duro alrededor de quince minutos hablando de cualquier cosa en conexión con Tony, mi única solución era ignorarlo, durante todo el camino.

— Iana... ¿Podrías hablar?

No lo miré, no iba a decirle nada. Sabía que si mi mirada se encontraba con la suya todo lo que sentía en este momento desaparecería al momento en que sus oscuros ojos me observaran. Por eso me limite a seguir escuchándolo mientras observaba la nieva por la ventana.

Lo que Max estaba haciendo en este momento me provocaba gracia y a la vez molestia por su presencia. ¿Pero que podía decirle? No podía decirle que lo extrañaba después de la forma con la me había tratado. La calefacción en el auto no estaba muy cálida y aun con el sobre todo se sentía el frio en el ambiente, después de Max claro.

Me quede pensativa cuando Tony regreso a mi mente, tenía curiosidad de saber porque nunca me la había dicho. Mi relación con él fue muy bonita, pero yo no sentí nada de lo que siento con el imbécil que va a mi lado. Considero a Tony como un hermano desde el momento en que nuestra relación se terminó, fue un gran apoyo, pero nunca supimos manejar una relación sin sensaciones algunas.

Al alcanzar la entrada del hotel me di cuenta de que Max ya no decía nada, de reojo observé como se encontraba cruzado de brazos como u niño pequeño. Volví mi vista hacia el frente viendo el auto estacionar en mi habitación, pase mi bolso por mis hombros tomando la manilla de la puerta, el empuje despacio bajando del auto para encaminarme hacia el interior, donde el olor a chocolate me inundo.

— ¿Acaso no puedas hablar?

— Que observador — Respondí mordiéndome la lengua para no reír ante la expresión de irritación en el rostro de Max.

— Basta de ironías Iana. No estoy para juegos.

— Que bien. Pues yo tampoco.

No te rías, no te rías, no te rías.

— Vengo a verte y me recibes de esta manera tan inmadura — Respondió y fue allí donde mi gracia desapareció. Me senté en la cama mordiendo mi labio inferior con frustración. ¿Acaso soy yo soy la inmadura? Te equivocas Max.

— Aquí el único inmaduro eres tú que buscas cualquier cosa para discutir. Además, ni siquiera sé qué haces aquí después de todo lo cansado que te sientes de mí — Su expresión cambio.

— Bien, tienes razón. Me equivoque.

— Es bueno que te disculpes, ahora si puedes retirarte te lo agradecería — Mis ojos se encontraron con los suyos, rápidamente evité su mirada y me recosté sobre el suave colchón.

— No voy a irme, tenemos que hablar Iana, o al menos yo debo hacerlo — Reí tomando mi almohada colocándola detrás de mi cabeza para verlo seria.

—Max creo que está muy claro todo lo que dijiste.

— No está claro Iana, no he déjalo claro que es lo que quiero contigo, porque puede que me haya molestado y haya dicho esas cosas, pero no dije lo que de verdad importa — Me quede en silencio frunciendo mi entrecejo con total confusión — Quiero hacerte feliz Iana — Mis ojos se encontraron con los suyos, yo no quería responder, no me sentía apta para responder ante aquellas palabras porque en verdad no sabía que decirle— Quiero que sientas seguridad a mi lado — Inconscientemente me senté sobre la cama viendo como él se sentaba enfrente de mí.

— No quisiera que me dejaras por otra mujer cuando yo no pueda darte lo suficiente Max, y solo tengo miedo y muchas dudas — Sus manos tomaron mis mejillas haciendo que nuestras miradas se encontrarán, que nuestras respiraciones se juntaran y el deseo hiciera de las suyas.

— Acabo dejarlo todo por ti Iana Bennett, solo mira en donde estoy.

Me arme de valor sintiendo mis labios separarse y soltar varias palabras mientras negaba sintiendo sus labios rozar los míos. Odiaba que Max pudiera hacerme sentir esto, odiaba la forma en la que suelo responder ante su tacto y también odiaba la forma en la hacía que todo despareciera. Lo odio por el simple hecho de que siento algo tan fuerte por el que es inevitable dejarlo.

— Esto no va a funcionar... Max... — Me interrumpió rozando sus labios con los míos. Podía sentir su incontrolable respiración sobre mis labios, y la forma en la que mis ojos se cerraban para sentir su contacto.

— Haremos que funcione, Iana.

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