Capítulo 5

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Iana Bennett

Aquellos tres días han pasado igual de rápido que el viento en un huracán. Aunque el trabajo siempre estaba presente y es lo más importante para mí, no puedo evitar pensar en que hoy es la celebración antes de la inauguración de la nueva sede financiera del enigmático Maximiliano Davis.

En mis pensamientos yace su voz en aquella oficina y mi cuerpo paralizado ante su tacto sublime, ante lo erótico que suena su voz ronca. Y no podía creer que tuve una fuerza de voluntad tan increíble para alejarme de él, sabiendo que me siento totalmente atraída. Max representa un peligro para mí espacio personal y sobre todo mi virginidad, y eso me pone nerviosa, aunque me cueste demostrarlo delante de todos.

Una extraña corriente recorre mi cuerpo, mis nervios, y se instala una presión en mi pecho mientras pienso en su torso desnudo, y muerdo mi labio inferior con la vista perdida en el espejo que yace delante de mí, mostrando mi atuendo para esta noche. Siento un suspiro mientras dibujo su figura en mi cabeza, imaginándome que tan bueno es la cama, y si vale la pena entregarle algo que no se merece por mujeriego.

— Pensé que demorarías más, teniendo en cuenta de que tienes un reto que ganar — dice mi padre adentrándose a mi habitación sonriente.

Lleva un traje negro con pajarita en el cuello, el cabello yace peinado a la perfección, y su reloj de la suerte. Se acerca hacia mí extendiéndome su brazo y lo acepto entrelazándolo junto al mío para terminar mirándonos a través del espejo. Mi aspecto es totalmente elegante para esta noche, llevo un vestido negro largo, que se ajusta a mis caderas, llega una manga larga en el brazo derecho, y el otro brazo descubierto con un escote delicado además de tener una abertura en la pierna izquierda desde el muslo hasta los pies. Tengo un recogido simple, además de un maquillaje elaborado para la ocasión.

— Esta noche no habrá ningún reto, solo iré un momento y luego volveré a casa — le informa cuando salimos de mi habitación y bajamos las escaleras hacia la parte inferior.

— Esta preciosa, Iana... Eres y siempre serás mi princesa — responde con orgullo y ruedo mis ojos divertida ante sus palabras — vamos, princesa, es hora de llevarla a su futuro castillo — alega abriendo la puerta del auto para mí, y niego frenéticamente ante sus ocurrencias.

Era evidente que los nervios me ganaban conforme me aproximaba más a la residencia a unos cuantos kilómetros cerca de nuestro condómino. Pero evitaba mostrar cuánto me intimida estar aquí. Relamo mis labios levemente, cuando llegamos hacia la casa, una propiedad moderna, que detona lujo y elegancia, con sirvientes en traje negro, prensa en la entrada principal den portón, y una fila de autos para entrar hacia el interior de aquella lujosa casa.

Me bajo del auto con ayuda de mi padre, quien me ofrece su mano mientras nuestro chofer mueve el auto. Un sirviente nos recibe con rapidez, guiándonos por el interior de aquel grande vestíbulo hacia el lugar de la fiesta. Se trata de un jardín totalmente natural, con flores silvestres, y una piscina alrededor. Veo una pequeña tarima en el fondo, el Jazz se oye por todo el lugar, y nos guían hacia una mesa en el centro del jardín. Hay un pequeño corredor de vidrio sobre la piscina que permite que las paranoias se trasladen de un extremo a otro, e intento relajar mis músculos.

— Mi niña, no es para tanto que te sientas de esta forma, es solo una fiesta — murmura cuando un mesero nos entrega copas de champaña.

Como si fuera tan fácil ignorar la sensación tan excitante que me produce su mirada.

— Lo sé, pero me es inútil no percibir que ese hombre me inquieta de una forma que nadie nunca lo ha hecho... — alegó por lo bajo bebiendo de mi copa mientras observo a nuestro alrededor los invitados caminando por todo el lugar, saludándonos brevemente.

Mas Que Socios ✓1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora