|Capítulo 33: "Bañera"|

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Iana Bennett.

Max me había convencido de ir a su casa, y la verdad no podía negarme a decir que no cuando me trataba como si fuera aquello importante en su vida. Y aunque no supiéramos con exactitud que nos estaba sucediendo, yo tenía claro que ambos sentíamos algo que nos estaba volviendo loco. La impecable y elegante casa de Max me recibió muy agradable, él había hablado con la cocinera para que preparara la cena, pero no tenía hambre. Sin embargo, no me hizo caso y pidió algo para los dos.

Mientras subíamos a su habitación pude darme cuenta de lo atento que Max se estaba volviendo conmigo. Ya no era molesta su presencia, ya no se sentía superior, y también había algo que estaba cambiando en él. Entramos en su habitación y ese perfume adictivo entro por mi nariz dejándome extasiada.

— ¿Quieres ducharte? — Pregunto a lo que asentí dejando mi bolso y los papeles sobre uno de sus sillones.

— Iré a preparar la bañera.

Comento dejando un beso en mi frente para luego separarse e ir hacia el baño quitando su camisa de mangas blancas. Tomé mi móvil en mano al escuchar la notificación de un mensaje, y al ver que se trabaja del mismo número desconocido lo abrí

Número Desconocido: "Te arrepentirse de todo lo que me has hecho. Maldita zorra"

Mi corazón se estaba agitando, no era la primera vez que me llegaban este tipo de mensajes, y mi cuerpo expresaba una curiosidad por saber quién estaba tratando de jugar conmigo. Otro mensaje llegó y mi piel se erizo.

Iana Bennett: "Me gusta verte así, asustada. ¿Quién eres?"

Respondí al mensaje cerrando mis ojos soltando un suspiro. Ignore todos los mensajes hasta borrarlos de mi móvil, para luego sacar la tarjeta con el número que me había dado Fernando, lo marque rápido girando mi rostro para ver que Max no llegara y cuando contestó comencé a caminar por toda habitación.

Buenos noches, Fidel Crown. ¿En qué puedo ayudarle?

— Soy Iana Bennett, Fernando me dio su número.

Oh está bien, ¿En qué puedo ayudarle señorita Bennett?

— Quisiera que usted siguiera los pasos de mi padre, cada movimiento. Se llama Federico Bennett, quiero absolutamente todo lo que haga fuera de la casa.

Usted tranquila señorita, mañana mismo empezare con mi trabajo.

Corte cuando vi a Max salir del baño, su torso denudo llamo mi atención al igual que su pantalón desabrochado dejando a la vista aquellos bóxer negros. Enarco su entrecejo acercándose a mí, mientras solo dejaba el móvil sobre el sillón.

— ¿Con quién hablabas? — Preguntó tomando el zíper de mi vestido para comenzar a bajarlo despacio.

— Alguien que trabajará para mí mañana. ¿Vamos?

Asintió bajando la tela del vestido por mis piernas hasta dejarlo en el suelo, retiro los tacones de mis pies sonriendo de vez en cuando para observar mi cuerpo, sonreí cuando sus manos fueron a mi cabello he hicieron un moño desordenado. No tengo palabras para explicar lo tierno que se siente tener a Max de esta manera, su atención era increíble.

Al entrar el baño vi una inmensa bañera llena de espuma y con un olor varonil bastante agradable. Max retiro sus pantalones seguido de sus zapatos, sus piernas bien formadas quedaron a la luz, su cuerpo es tan tonificado y atractivo que era imposible dejar de verlo. Se acercó tomando mi sujetador hasta desabrocharlo, podía notar que ya no sentía vergüenza, Max saca toda mi personalidad a la luz solo cuando nos encontramos solos, desde un principio de fijo en lo que tanto ocultaba y no en lo que aparentaba ser.

Solía ocultar mis ganas de tener a alguien que me tocara y sacara ese lado tan oscuro que tenía. Habían llegado muchas personas, pero nadie era el indicado, hasta que apareció el y volvió mi mundo e cabeza, haciendo que aquello que por mucho tiempo estuve ocultando tuviera dominio propio ante sus manos.

— ¿Qué te pasa últimamente Max? — Pregunté viendo como entrabamos a la bañera y nos sentábamos a una distancia prudente. Sabía que esa pregunta había salido de mis labios por el hecho de lo sorprendida que me encontraba de todo lo que estaba haciendo conmigo — ¿Por qué eres así conmigo? —

Volví a preguntar viendo su rostro serio. Me sentí estúpida de haber preguntado aquello cuando comenzó a soltar una carcajada, pasando sus brazos por la orilla de la bañera. Me sentí triste en ese momento, porque pude darme cuenta de que me hice la ilusión de que tal vez yo podría gustarle, cuando nunca fue así.

Entonces bajé la cabeza comenzó mojar mis brazos con mi manos y colocando espuma en mi pecho para evitar que los viera, sentí un nudo en mi garganta cuando todo el baño se sumió en un completo silencio. Sin pensarlo una lágrima resbalo por mi mejilla mientras miles de cosas llegaban a mi mente.

— Iana...

Su voz hizo eco por todo el baño, sentí el agua moverse y cuando menos me di cuenta tenía a Max enfrente de mí. Sus manos por debajo del aguo tomaron mi cintura desnuda, una de sus manos subió hasta mi mejilla, sentí sus labios besar con delicadeza mi frente.

— ¿Quieres que te diga lo que me sucede contigo?

No dije nada, ni siquiera me limite a verlo, pero su mano me obligo a encontrarme con aquellos ojos que se tornaron brillantes. Estaba tan cerca de mí y en sus labios había una sonrisa de completa adoración.

— Estuvo mal todo lo que hice al conocerte Iana, no debía tratarte como un cualquiera cuando sabía que no lo eras, tampoco debí de tratarte con violencia, ni mucho menos amenazar a una hermosa mujer como tú. Sin embargo, no tengo justificación para dichas acciones. Desde aquel momento en que me rechazaste pude darme cuenta de que alejarme de ti me estaba volviendo loco, entonces me enfoqué en remendar aquellos errores que había cometido.

La forma tan especial con la que hablaba hacia que una mueca de tristeza se formara en mis labios.

— Contigo me sucede algo que jamás había sentido. Tienes algo cautivador y llamativo que despierta mis deseos más placenteros. Tu belleza es inigualable al de las demás chicas y tu personalidad le dan un toque encantador. Contigo me sucede tantas cosas Iana, cosas que pensé que nunca sentiría, tu manera de retarme, de llevarme la contraria solo hace que quiera conocer más de la mujer que eres. No sé qué hiciste Iana Bennett... pero me tienes fascinado, y aunque no pueda creer que vaya a decir esto, creo que mereces saber que, me gustas Iana, me gustas muchísimo.

Parpadee varias veces sintiendo mi pecho oprimirse, no podía creer que estuviera admitiendo aquello, Max paso su mano por mi mejilla mientras relamía sus labios con una sonrisa, me deleite ver su rostro mostrando destellos de alegría. Por mi parte solo curve mis labios tragando saliva. Cada una de sus palabras hizo que reaccionara de una manera increíble.

— Tú también me gustas Max...

Junto nuestras frentes mientras volvía a relamer sus labios.

— Quiero intentarlo contigo Iana.

Mas Que Socios ✓1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora