|Capitulo 32: "Acciones"|

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Iana Bennett.

— ¿Cuándo debes irte? — Su pregunta me dejó algo pensativa, su tono de voz era varonil y gélido. Max no pudo asistir debido a un problema que se presentó en su empresa. Pero no pasaba desapercibido la forma tan distante con la que se encontraba.

— Iré con Tony, el ingeniero encargado y junto con su arquitecta quién hará la presentación que se transmitirá desde Suiza. Y debo ir a supervisar todo con respecto al proyecto. Será por varios días.

Respondí mientras empezaba a caminar por toda la oficina, no sé porque me encontraba diciéndole este tipo de cosas cuando simplemente es un desconocido para mí. El sonido de la puerta hizo que me acercara y viera el cuerpo de Omar entrar por la puerta, le sonreí esperando a que me diera unos segundos y volví a la llamada.

— ¿Tony? ¿El que te beso en Ibiza? Sabes que no me agrada — Reí mientras me paraba enfrente de le ventana mirando el clima frío que se encontraba en Seattle.

— Tampoco te pedí permiso, solo te comento porque faltaste a la junta, y se supone que también tienes voto sobre el proyecto.

— Lo sé, pero no quiero que vayas con el Iana...— Negué con una sonrisa.

— Iré con él porque es mi trabajo. No voy a dejarlo por ti.

— ¡Iana...!

Corte la llamada antes de que comenzara a amenazarme. Me gire rápidamente para ver el rostro de Omar y dedicarle una sonrisa mientras tomaba mi bolso.

— ¿Nos vamos? — Asentí saliendo de la oficina.

Al llegar al restaurante el delicioso olor inundo mis fosas nasales, Omar había reservado una mesa alejada de la gente, nunca había venido a este restaurante, nos sentamos en silencio, con el pasar de los minutos a habíamos pedido la comida. Omar no había dicho nada, y cuando entregaron la comida solo se limitó a comer sin explicar la razón de porque me cito aquí.

— Iana... Te cite a este almuerzo para hablar sobre negocios.

Asentí bebiendo la copa de vino blanco, para volverla a dejar sobre la mesa y fijarme en su mirada seria. Me sorprendió que no me dedicara aquella sonrisa tranquilizante que suele darme, esa que me brinda confianza, pero no lo hizo. Estaba rígido en su puesto observándome serio.

— Quisiera ser accionista mayoritario de tú empresa — Lo mire sorprendida y a la vez confusa. En cambio, él estaba inexpresivo esperando mi respuesta, tenía que haber una razón para querer adueñarse de la mayoría de la empresa.

— Creo que eso no será posible Omar, la mayoría de las acciones son mías y no las voy a vender — Respondí seria mientras terminaba de comer mi asado de pollo. Omar solo me miró y una sonrisa pícara de poso en sus labios, su barba hacia contraste con ella y aunque se le viera sexy no iba aceptar su propuesta.

— Te daré trecientos millones en efectivo por las acciones solo piénsalo. Mucho dinero al alcance de tus manos Iana.

¿Pero que se cree este idiota?

— No tengo que pensar nada porque no las voy a vender Omar, son mis empresas, las empresas hoteleras más sofisticada a nivel mundial, ¿Crees que tiraré todo a la basura solo por trecientos millones? Pues no, no lo haré.

Él sonrió de manera falsa, un mesero llego entregándole la tarjeta de pago y volvió a sonreír levantándose de la mesa con detenimiento. Arreglo el saco de su traje junto con su corbata y me sonrió juguetón.

— Me iré de viaje mañana, regresaré a finales de mes. Piénsalo, que cuando regrese quiero mi respuesta.

Salió del restaurante dejándome en la mesa con una molestia evidente. Su manera de sentirse seguro me molestaba, porque podre ser una tonta a veces, pero cuando se trata de negocios, ahí si no se metan conmigo.

•••

Me encontraba en mi oficina revisando la gran suma de dinero que había entrado del hotel en Ibiza, las ventas estaban por las nubes y la empresa estaba ganando mucho a lo que les avise a recursos humanos que aumentara el sueldo de los trabajadores a un veinte por ciento ya que todo iba excelente, e iría aún mejor cuando empezara la construcción del hotel en Suiza. Me alegro mucho ver a Tony aquí en mi oficina, hace días no habíamos podido hablar bien sobre el proyecto y hoy era el día.

— Explícame bien todo Tony — Hablé mientras recostaba mi espalda de la silla de mi escritorio, estoy algo cansada de tantos papeles. Observe el rostro tímido de la arquitecta encargada al diseño del hotel.

— Danis tiene el proyecto listo en la USB, estuve viendo varios terrenos en venta cerca por Suiza y encontré el perfecto. Pero como dueña debes firmarlo tú. — La chica llamada Danis, me entregó la USB a lo que la recibí dedicándole una sonrisa mientras soltaba un suspiro frustrante.

— Si está bien, por eso no hay problema.

— Sé que estas muy ocupada con todo el trabajo, pero debes ir personalmente a llevar a cabo el contrato de compra ya que tú eres la dueña.

Cerré los ojos soltando quejido. Los socios me habían pedido que me encargara de supervisar que la construcción empezara bien, y yo había tenido un plan para no ir debido a todo el trabajo que tenía encima. Pero Tony acaba de complicarme aún más las cosas.

— Más tardar para el miércoles debemos estar allá.

Ser empresaria no es nada fácil.

— Esta bien, tendré todo listo para el viaje. Gracias por venir Tony.

Respondí con fastidio despidiéndome de el al igual que Danis. Cuando abrieron la puerta pude ver un cuerpo alto impedirles el paso para luego hacerse a un lado, me fijé en que Max venía entrando hacía a mi oficina cerrando la puerta despacio para luego verme con su entrecejo fruncido. Max se acercó rodeando el escritorio, enarque una ceja viendo cómo se cruzaba de brazos y se recostaba en el escritorio.

— ¿Qué hacía él aquí? — Pregunto serio mientras reía al ver su expresión de celos.

— Vino a decirme que debemos irnos para suiza antes del miércoles.

Respondí levantándome para recoger los papeles que debía llevarme para el viaje. Sentí las manos de Max en mis hombros y un beso en mi cuello me dejo estática, pude fijarme que Max ahora se encontraba de modo cariñoso, cuando hace apenas unos segundos estaba molesto. Sonreí cuando sus brazos se colocaron debajo de mis senos, su pecho duro choco con mi espalda al igual que su respiración en mi oído.

— Si te vas el miércoles, hoy te quedarás conmigo linda.

— Tengo mucho trabajo que hacer Max — Afirme, pero él me ignoro por completo susurrando en mi oído.

— Y yo quiero estar contigo linda, así que te quedaras esta noche conmigo.

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