Max Davis.
Cerré con fuerza la laptop. No me importaba si se dañaba me daba igual que lo que pasaba con ella, no estoy de humor para nada en este momento.
Es que eres un imbécil total Max.
Y una mierda, ella tenía razón, debía demostrarle más lo que siento por ella, porque se lo merece, tenía claro todo lo que se venía encima, no era tonto, ni mucho menos estúpido, sabía lo que iba a pasar y sin embargo no hacía nada al respecto.
Me cuesta mucho hacerla entender de que nada de esto es mentira, más cuando tengo preparado todo lo de Grecia.— Haré que te des cuenta de no miento Iana — Sonreí soltando un suspiro para luego llamar a mi secretaria. Cuando la pequeña morena entro a mi oficina me límite a darle un trabajo especial, necesitaba disculparme sea como sea.
— Quiero que llames a una floristería de Suiza, encárgales muchos ramos de Rosas rojas. Y que las entreguen a la habitación numero veinte de este hotel. Por favor — Le entregue el papel con la dirección del hotel.
— Con gusto señor, con permiso.
Asentí viendo su silueta en aquel vestido ajustado, la morena saludo animadamente al hombre de cabello canoso que se encontraba a su lado. Maldije cuando el rostro de Federico Bennett me observo, mi secretaria se despidió dándonos espacio para hablar, Federico iba con un sobre en sus manos y por el tic nervioso se su dedo deduje lo nervioso que se encontraba.
— Necesitaba verte cuanto antes Max... Necesito de tú ayuda.
— Si claro, dime... — Fingí alegría de verlo, pero solo me provocaba asco y molestia su presencia.
— Necesito venderte algunas acciones antes de que mi ex mujer se adueñe de ellas.
Achine mis ojos tratando de descubrir que era eso que trataba de ocultar. — ¿Iana está de acuerdo?
Asintió viendo como extendía el contrato hacia mí y su firma quedaba ante mis ojos. Si ella estaba de acuerdo por mí no había problema alguno. Tome un lapicero de escritorio y firme el contrato. Federico relajo sus ojos cuando vio la firma. Le extendí el contrato viendo cómo se levantaba.
— Aquí tienes Federico.
— Muchísimas Gracias Max...
Lo observe serio saliendo de mi oficina sin dejar de ver el contrato, suspire molesto una vez que salió de la oficina. Odiaba el hecho de tener que conocer a una persona tan mierda como el, Federico Bennett. Mis pensamientos fueron interrumpidos por la notificación de una llamada en mi móvil, a la cual confundido conteste.
— ¿Jugando con cosas que no te pertenecen Maxi?
Mierda.
— ¿Qué quieres? — Pregunté mientras recostaba mi espalda en el espaldar de la silla. Ahora si estaba molesto.
— Sabes que es lo que quiero Maxi... — Suspire frustrado relamiendo mis labios con rudeza.
— Eso no va a suceder... Sabes muy bien que no voy a permitirlo.
— ¿Estas retándome? Sabes perfectamente que estoy loco... No quisieras que se cometiera una locura ¿o sí?
— Tus amenazas no me afectan... Yo también puedo cometer locuras ¿o se te olvida? — Sonreí victorioso, nadie va amenazarme y menos él. No sabe con quién se está metiendo.
— Había olvidado te manera de contradecir y usar esa superioridad para hacer que la gente te tema... Te conozco, se me cada uno de tus movimientos.
Reí levantándome para observar las nubes grises, me daba tanta gracia ver como pensaba que me conocía. Creo que se le olvida que a mí me crearon, y él es solo una copia barata.
— Puedo ser mucho peor que tu así que no vuelvas amenazarme. Soy un hombre sin escrúpulos, impulsivo e vengativo.
— Aléjate de ella Max Davis... O las cosas se pondrán bastante deslucidas.
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Mas Que Socios ✓1
Romance"No concordaban mucho. De hecho, casi nunca corcondaban. Siempre se peleaban. Y se retaban uno al otro cada día. Pero apesar de sus diferencias, tenían algo importante en común. Estaban locos el uno por el otro". - Diario de una pasión. Esa frase en...