Iana Bennett.
Caminaba por todo el gran yate escuchando al capitán diciéndome todo respecto al inventario de la semana. Max había desaparecido, no sabía dónde andaba ya que la única persona que me había recibido era el capitán, quien se encargó de darme el recorrido por todo el yate hasta dejarme en la habitación.
— Esta será su habitación, en diez minutos el almuerzo será servido. Con permiso señorita.
— Adelante.
Sonreí y el capitán se retiró del pasillo dejándome enfrente de la puerta. Tome la manilla empujando la puerta hacia el frente y encontrarme con Max en su móvil. Estaba serio y distante, cerré la puerta en silencio llamando su atención, dejo su móvil sobre la cama y luego me sonrió palmeando la cama.
— Venga para acá linda.
Sonreí ante su llamada tierna y me deshice de mis sandalias para acurrucarme a su cuerpo haciendo una mueca. Pase mi brazo por su torso y mi pierna por su cintura. Concebí sus labios besar mi frente y aprecie lo mal que lo había estado tratando.
— Lo siento, no era mi intención tratar... — Me interrumpió.
— No tienes que disculparte, debí decirte que tenía este viaje preparado para los dos. Pero te ves atractiva cuando estas furiosa — Sonreí negando mientras lo abraza más fuerte.
— ¿Y a qué se debe este viaje? — Pregunte, este viaje era algo que en verdad no me esperaba pero que si me causaba mucha intriga.
— A que estoy dispuesto a tenerte solo para mi antes de regresar a Seattle — Rodee los ojos levantando mi rostro hasta sentir sus labios rozar suave los míos.
— Con tal y no vuelvas a hacerme molestar todo está bien.
— Créeme que lo haría mil veces solo para apreciar lo hermosa que te vez haciendo esa loca mueca con tus labios.
La vista era hermosa, la brisa fresca alborotaba mi larga cabellera castaña, Max se encontraba acostado sobre la cubierta del yate con su torso descubierto y solo unos pantalones cortos playeros. Eran pasadas de las cuatro de la tarde y el capitán había avisado que pronto llegaríamos a una pequeña isla de Grecia, donde las personas se reunían a festejar.
Vi a Max con sus lentes puestos y sus manos detrás de su cuello. Me senté recogiendo mi cabello en silencio mientras la música de fondo le daba un toque emocionante. El sonido de mi móvil hizo que lo tomara en silencio y me levantara contestando la llamada.
— ¡No puedo creer lo que vi en las noticias! — La risa de Max hizo que comenzara alejar para evitar que escuchara la conversación con mi amiga.
— Hola Lily, ¿Cómo estás? Yo bien, gracias — Respondí con ironía sosteniendo mi móvil para ver sus ojos azules.
— Sabes que te quiero Ian, pero no puedo creer el hecho de que estés en Grecia junto a Max y que me enterara por las noticias y no por ti.
— Lamento no haberte dicho nada Lily, la verdad no estuve pendiente de lo que sucedía por allá.
— Bueno ya tendremos tiempo para hablar de eso despues. Connor se fue a República Dominica, y me siento sola. ¿Cuándo regresas? — Exclamó ella haciendo una mueca triste.
— No lo sé, Max no quiere decirme nada. — Respondí mordiendo mi labio inferior con suavidad.
— Bueno, espero que sea pronto, cuídate mucha Ian — Lily cortó la llamada y sonreí volviendo acercar hacia Max quien bajo sus lentes hasta la punta de su nariz.
— Tú amiga es algo... Extraña. — Afirmo y me senté a su lado sonriendo.
— Siempre lo ha sido, y creo que eso la caracteriza.
— Se conocen mucho ¿cierto?
— Es mi prima, nos hemos criado juntas.
Los minutos pasaron en conversación algo ridículas, como también en alguna que otra seria. Esos eran los momentos que más me gustaba compartir a su lado, esos donde no solo era su novia, sino que también era su amiga. Una camarera se acercó a nosotros con una bandeja con dos copas de cocteles.
Note como comenzaba a echarle ojos a Max e incluso sonreírle, me molesta lo descara que se veía, y lo tonta que era. Me puse juiciosa sentada al lado de Max y ver como dejaba la bandeja sobre el suelo en medio de nosotros. Note como Max la ignoraba por completo. Me incline sobre el suelo acercándome a su rostro y limpiar la comisura de su labio.
— Tienes algo aquí, déjame quitártelo... —Susurre mientras acercaba mis labios a los suyos y comenzaba a besar lentamente, moviendo mis labios al compás de los suyos con censura y picardía.
— Si desean algo más mi compañera se los traerá con permiso — Asentí al ver como incomoda y seria se daba la media vuelta hasta desaparecer de nuestro campo de visión y con la bandeja en su mano.
— ¿Qué fue todo eso? — Preguntó Max volviendo a besar mis labios para luego tomar su coctel y beberlo en silencio.
— ¿Eso? Eso no fue nada. Solo que te quería besar.
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Mas Que Socios ✓1
Dragoste"No concordaban mucho. De hecho, casi nunca corcondaban. Siempre se peleaban. Y se retaban uno al otro cada día. Pero apesar de sus diferencias, tenían algo importante en común. Estaban locos el uno por el otro". - Diario de una pasión. Esa frase en...