|Capítulo 59: "No perteneces aquí"|

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Iana Bennett.

— Ya levántate, llevas aquí dos días sin hacer nada...

— Ya déjame dormir Lily.

Comente acurrucándome entre las sabanas de mi amiga quien no se había molestado durante estos dos días en tenerme a su lado. Sin embargo, sabía que pronto iba a frustrarse y he aquí el momento.

Pensé en mi niñez... En como éramos tan felices siendo solo niños, donde no teníamos que sufrir por el amor sino por los raspones en las rodillas, donde llorábamos por la comida y no por el dolor, y donde queríamos ser grandes para poder tenerlo todo. Pero era una equivocación, cuando ya estamos en edad adulta las responsabilidades solo hacen que queramos volver a ser pequeños.

No tenía muchas ganas de salir, quería seguir aquí en cama de Lily y poder trabajar a distancia, pero debido a los mensajes de mi secretaria con respecto a todo lo que ha tenido que suspender.

Mi teléfono no paraba de sonar desde hace dos días y sabía que Max estaba llamándome, ya que a Lily también la llamo, y como buena amiga que es, me cubrió para no hablar con él.

— Iana... Levanta ese hermoso y redondo trasero, y vístete que nos vamos a tu empresa ahora.

Ordeno dando unas palmadas en mi pierna haciéndome levantar de la cama. Lily me había ayudado a elegir un atuendo de acorde a mi cuerpo y también con el maquillaje, porque de haber sido yo no hubiera hecho absolutamente nada. Luego de media hora me encontraba lista frente a un espejo dando un físico de ser la Iana de siempre. Pero en realidad no lo era, no podía serlo.

— Me queda muy corto Lily — Espete al ver como mostraba aún más la piel de mis piernas.

—  Ese es el punto, debes mostrarte como la Iana de siempre.

— ¿Y esto lo hará? — Comente irónica cruzándome de brazos.

— Veras que sí, mis dotes de estilista lo harán darse cuenta de lo fuerte que eres. La apariencia demuestra tu personalidad Iana.

Rodee los ojos sentándome sobre la cama mientras Lily se vestía y se arreglaba. Hace varios minutos que había llamado a mi chofer para que viniera a buscarnos y en menos de diez minutos ya se encontraba en la recepción. 

Luego de que Lily terminara de arreglarse bajamos hacia la recepción encontrándonos con Fernando, en silencio subimos al auto mientras hacia una mueca algo triste. Mi móvil comenzó a sonar y sentí la cálida mano de Lily acariciar la mía al ver que quien se encontraba llamando era Max.

—  Tú tranquila Iana — Mordí mi mejilla interna desviando mi mirada.

—  ¿Y si me está esperando allí?

— Hablaras con él como una mujer madura que eres.

El silencio se volvió más intenso. Por más que deseaba verlo no dejaba de pensar en lo que le diría cuando lo viera. Por mucho que me molestaba y me dolía la situación sabía que no podía hacer nada, porque era su decisión, y no podía obligarlo a que me contara de su vida como si nada sabiendo que apenas y estamos comenzando una relación.

Las calles pasaban entre mis ojos; admiraba a esas personas felices que caminaban o trotaban escuchado cualquier tipo de música. Ansiaba tener una vida relajada, sin estrés... y sin problemas, donde pudiera hacer lo que quisiera a cada minuto, pero no fue así. Me tocó trabajar y hacerme cargo de un imperio hotelero, y no me arrepiento porque es todo por lo que mi padre lucho para mantenerme y darme la vida que él deseaba para mí. Solo por esa razón llevo a cabo tantas empresas.

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