|Capítulo 22: "Presentimiento"|

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Desconocido.

— Necesito que vengas a mi oficina ahora —Hable por el móvil de mi oficina, la emoción recorre por completo mis músculos, ya que hoy es el día donde comienza todo lo que años atrás había estado esperando.

— ¿En qué puedo ayudarlo?

Preguntó mi asistente, mis codos quedaron sobre la mesa del escritorio observando su trasero con una sonrisa. Ella no se incomodó, le gustaba que la observara en esa corta falsa de oficina. En ese momento le hice una seña para que se sentara sobre mis piernas a lo que ella accedió. Acaricie su trasero comenzando a dejar besos sobre la piel desnuda de su cuello. Un carraspeo me saco de los oscuros pensamientos que estaba teniendo de mi secretario.

Mi hombre de confianza entro con ambas manos detrás de su espalda. Me separe un poco de mi secretaria y le extendí la foto.

— Necesito que lo busques — Pasé la foto y mi hombre frunció su ceño.

— Elimínalo — Asintió saliendo de mi oficina, para luego colocar a mi secretaria sobre mi regazo iba a follarla como lo hare con ella cuando se completamente mía.

Las horas pasaron, pronto sería la celebración por la inauguración de la empresa de Max Davis y a la cuál ella asistiría.

Fingir delante de ella era fácil, pero no podía negar que me moría de ganas por mostrarle quien soy en realidad. Quería verla a cada instante y tenerla cerca de mí pero no era el momento indicado. Siempre suelo seguir sus pasos entre las sombras. Es tan tierna y provocativa que hace que mis ganas de follarla aumenten. Tome mi móvil marcando el número esperando que los pitidos dejaran de sonar para así anunciar que por fin había contestado mi llamada, sonreír a lo que estaba a punto de decir.

— Se acaba el trato.

Dijiste que me ayudarías... — Quise reírme pero me aguante.

— Pero lo pensé bien y ya no quiero ayudarte.

— ¿Qué pasará con todo lo planeado? Queda menos de un mes para que pase, necesito que sea cuanto antes.

— El problema es que me aburre seguir ayudándote sin recibir nada a cambio... sabes mis condiciones para seguir con ello — Mentira, me conviene más de lo que cree. Sonreí mirando a mí alrededor.

— ¡No puedes hacer eso! ¡Por favor!

— Solo regrésame el dinero y estamos a mano.

No lo tengo, lo gaste todo.

Hermoso error acabas de cometer...

— Que triste, no me queda de otra, estas advertido — Retire mi móvil de mi odio para cortar la llamada pero su grito suplicante me detuvo.

— ¡No, espera, te lo daré!

— No juegues conmigo — Advertí serio.

Te la daré a ella — Mordí mi labio juguetón viendo su cuerpo entrar al local.

Iana Bennett.

— ¿Oye papá vamos a la...? — No terminé la frase cuando me fije en lo nervioso que se encontraba. Dejo su móvil sobre escritorio, por lo que supe que había colgado la llamada en el momento en que entre a su oficina.

— ¿S-si? — Murmuró con las voz temblorosa, me acerque hasta él a pasos lentos notando la sonrisa fingida que tenían sus labios mientras yo me cruzaba de brazos, lo había descubierto.

— ¿Con quién hablabas? — Él se removió incomodo en su puesto.

— No era nada importante hija...

— ¿Entonces por qué te pones de esa manera? Sabes muy bien que te conozco — Se acercó hasta colocarse enfrente de mí, su barba blanca estaba creciendo al igual que su cabello canoso, en sus ojos se veía lo cansado que se encontraba por las bolsas debajo de sus ojos — Papá me preocupas...—

— He estado muy ocupado nada más pequeña. Quiero hablarte de algo muy importante — Asentí mientras relajaba mis brazos y me sentaba enfrente de su escritorio.

— Necesito que te mudes, compra algún departamento, ya es horas de que vivas lejos de mí y tengas tu propio espacio — Abrí mi boca sorprendida.

— ¿Por qué? Sabes que me gusta vivir contigo.

— Quiero que ya empieces hacer tú vida, que tengas tu propia casa y espacio. Lamento decírtelo de esta manera, estaba esperando el momento indicado para decírtelo, por eso he estado saliendo mucho.

Enarque una ceja confundida. Eso no explicaba el que quería que me fuera de casa sin motivo alguno. Con mi padre tengo mi espacio y no necesito mudarme cuando sé que con él lo tengo todo. Y tampoco era tonta, sabía que algo le estaba sucediendo aunque no quisiera decirme podía intuirlo.

— Esta bien papá, si me lo pides tus razones tendrás.

Respondí saliendo de su oficina en la parte baja de nuestra casa. Caminé por el pasillo hasta llegar a mi habitación, todo lo sucedido estos últimos días me tenía cansada, Max me había rechazo y ahora mi padre quiere que me vaya de la casa, necesito descansar de esto, pero aunque quisiera quedarme en casa y no ver a Max sé que no podía darme ese lujo. Debía de ir a cerrar un negocio con un nuevo inversionista, no podía dejar todo así como así. Por eso cuando se hicieron las siete comencé a arreglarme.

Al terminar de maquillarme de una manera sencilla pero elegante, no me sentía muy bien para dedicarme mi tiempo específico. Me coloque un vestido largo de color morado oscuro con escote entre mis senos y ceñido a mi cintura, junto con unos tacones bajos y cómodos. Luego de haber terminado, deje mi cabello suelto tomando mi bolso caminando hacia la salida de mi habitación. Sentía un presentimiento de que esta noche algo pasaría.

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