Iana Bennett.
Descanso. Un rico y delicioso descanso.
Desde que llegué aquí por estas "pequeñas vacaciones" lo único que he hecho es frustrarme y molestarme por las cosas que Max hace, mi humor estaba bastante mal y desde ayer se encontraba peor. Nuestra conversación me había dejado muy pensativa e molesta. Por tenía toda la razón al decir que nadie besa como él. Por lo contrario, supe que se encontraba celoso de Tony y que por eso lo había golpeado.
No había hablado con mi padre desde que me encontró con Max en la habitación, incluso tampoco lo había visto durante todos estos días.
— Iana, tengo algo que decirte, te gustará — Aseguro y agradecí que no dijera nada respecto al golpe que Max le había da do. A pesar de todo Tony entendió la razón por las que Max lo había golpeado y no lo importo en nada.
— Hola Tony — Salude sonriendo, iba hacia la piscina hasta que me encontró en el lobby del hotel con una sonrisa.
— Te veo muy tensa desde que Max me golpeo, y quiero mostrarte un lugar para que puedas relajarte, ¿me acompañas? — Sonreí entrelazando su brazo con el mío.
— ¿Podre estar sola? — Asintió y comencé a relajarme, llegamos a la playa y vi cómo la gente disfrutaba del sol mientras que Tony me guiaba hacia el final de la playa donde se encontraba una cueva.
— ¿Una cueva? — Me sonrió invitándome a entrar y lo hice, una sonrisa se formó en mis labios al verla pequeña cascada de agua cristalina, era preciosa y se veía tan relajante.
— ¿Te gusta? — Mordí mi labio inferior con una sonrisa.
— Me encanta Tony, gracias —Le di un abrazo y el solo asintió guiñándome un ojo.
— Espero que puedas relajarte, nos vemos más tarde.
Murmuro dejando un beso en mi frente para luego regresarse por el mismo camino. Me deshice del vestido playero quedándome en bañador, deje la ropa sobre una roca y me adentre en el agua. Me hundí en la deliciosa y refrescante cascada, salí a la superficie encontrándome con un cuerpo tonificado.
— ¿Qué haces aquí? — Pregunte quitando los mechones húmedos de mi cabello.
— Quería verte ya que has estado evitándome todo el día.
— No he estado evitándote — Si lo hago en realidad.
Retiro su camiseta dejándola a un lado de mi ropa y entró en el agua para luego quedar frente a mi sonriendo de boca cerrada, la típica sonrisa seductora que siempre portaba. Llevaba solo un pantalón corto playero. Su torso estaba descubierto lo que hacía que de vez en cuando mirara lo observara con detenimiento.
— ¿Entonces por siempre que nos vemos te pones nervios?
— Estas sonando paranoico Max — Sonreí, pero el no dijo nada, solo achino sus ojos observando la sonrisa que tenía en mis labios. Si lo estaba evitando porque necesitaba tener mi espacio y sentirme tranquila por primera vez desde que llegue a este viaje. Y Max solo lo complicaba todo.
— No lo creo Iana, eres mala para mentir. Huyes de mí, tienes miedo.
— No te creas el importante Max, solo necesito algo de espacio — Respondí riendo y el solo asintió con una sonrisa divertida. Se acercó a mí pegando su pecho de mi espalda.
— Te han dicho que eres hermosa siento tu misma — Me gire para obsérvalo sonriendo. Su mirada tenía un brillo, y su sonrisa mostraba sus perfectos dientes, me quede viendo cómo se veía tan tierno con esa sonrisa. Sin darme cuenta mi pecho se oprimió.
— No intentes ser lindo conmigo Max, ya no se te da — Por alguna razón que dijera eso me hacía sentir mal. Porque sé que solo me ve como la mujer retadora que tendrá entre sus piernas.
— No siempre soy así, me gustaría que conocieras eso por ti misma — Reí irónica separándome para salir del agua.
Creo que ya he conocido sufriente de Maximiliano Davis.Al regresar a la habitación mi móvil sonó en mi mano y un mensaje de Cristina mi secretaria se ilumino en la pantalla.
Cristina: "Necesito que viajes a Londres urgente. Se presentó un problema"
Cuando eres empresario no puedes darte el lujo de disfrutar, si se presenta un problema debes resolverlo lo más pronto posible. Comencé a teclear en mi móvil para responderle a Cristina.
Iana: "Salgo enseguida para allá, toma el primer avión"
•••
La sede en Londres siempre ha sido un problema, esta era la quinta vez que había surgía un inconveniente en dos meses, los primeros los arreglaba desde Seattle, pero el último tuve que ir a supervisar personalmente lo que estaba sucediendo. Había acordado con Cristina que iría sin avisar y que cuando el problema se hiciera presente estaría dispuesta a llegar sea como sea y así nos daríamos cuenta de lo que estaba pasando. Mi maleta ya estaba lista, eran las dos de la tarde, me daba tiempo de coger un vuelo comercial sin problemas. Arregle mi maleta y mis papeles para luego salir de la habitación.
El frio de Londres me recibió, junto a cristina bastante alterada.
— ¡Gracias a Dios llegaste! Debes cambiarte rápido, falta una hora para que los empleados tomen su descanso, la camioneta nos espera —Subimos en la camioneta para esta luego conducir.
— No voy a cambiarme Cristina, necesito que me digas todo lo que está sucediendo.
— Los empleados se han vistos amenazados por el gerente nuevo, además tienen varias perdidas de salario, ya que el jefe no se digna a pagar exactamente su cifra acordada, y necesito que lo veas por ti misma.
Con el pasar de los minutos ya nos encontrábamos en la empresa, el chofer abrió la puerta y baje junto a cristina quien sostenía una libreta en sus manos. Caminamos hacia la entrada donde los hombres de seguridad comenzaron a cotillear sin dejar de verme y se miraban agradecidos.
En recepción las cosas estaban calmadas, pero sentir el miedo de los empleados, esto para nada me gustaba. Las puertas del ascensor de abrieron y entramos en silencio, mientras ascendíamos solté un suspiro cansado. Las puertas del ascensor se abrieron, vi la figura de un hombre gritándole a una chica más o menos de mi edad, o un poquito más joven, todos los empleados estaban pendientes de lo que estaba pasando que no se fijaron que yo me encontraba aquí.
— ¡Debes cumplir con tú trabajo!
— ¡Hice lo que me pidió!
— ¡Te quedaras sin sueldo por un mes pedazo de inútil! ¡Aquí el jefe soy yo y mis órdenes se cumplen por de lo contrario los despediré a todos! — Caminé hasta quedarme detrás de él.
— Sabes que no puedes hacerlo.
Su cuerpo se giró y su mirada se encontró con la mía. Tome la muñeca de la chica atrayéndola a mí. Vi que tenía una sonrisa de asombro y luego mordió su labio. Tenía su mejilla roja y eso al parecer no le importaba porque estaba asombrada observándome.
— Te quiero fuera de mi empresa, estas despedido.
El hombre que hace meses atendía la sede en Londres me miro furioso y solo lo fulmine con la mirada. Él bufo quejándose de la mala paga de la empresa y un sinfín de cosas más, mientras yo entraba en la que hace segundos era su oficina para hablar con la chica.
— ¿Cómo te llamas? — Pregunté observando sus facciones. Su tez era blanca, de ojos oscuros y llamativos y su cabello castaño oscuro le deban un toque único, era de cuerpo delgado pero bonito con pocas curvas, es muy atractiva
— Soy Iana Bennett — Extendí mi mano y ella asintió sonriendo
— Me llamo Marce Davis, señorita Iana.
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Mas Que Socios ✓1
Roman d'amour"No concordaban mucho. De hecho, casi nunca corcondaban. Siempre se peleaban. Y se retaban uno al otro cada día. Pero apesar de sus diferencias, tenían algo importante en común. Estaban locos el uno por el otro". - Diario de una pasión. Esa frase en...